Cristianismo, filosofía y ciencias por Miguel Pastorino

Miguel Pastorino

En un mundo de monólogos, celebro poder continuar la conversación a través de Voces con Marcelo Aguiar. Pero esta vez, creo que será más constructivo no ir detrás de cuestiones más anecdóticas, porque hacer una lista de situaciones o personajes para legitimar una perspectiva de la historia, es interminable. Y aunque al final de este artículo hago algunas aclaraciones y precisiones de temas tratados anteriormente, prefiero ir al fondo del debate de la mano de una monumental obra reciente del filósofo alemán Jürgen Habermas, que recorre una genealogía de las relaciones entre fe y razón: Una historia de la filosofía (2 tomos, publicados en alemán en 2019 y en español en 2023). Muestra cómo la cultura occidental y sus valores humanistas, no son propiedad exclusiva de una una línea religiosa o secular de pensamiento, sino que son el fruto del diálogo crítico entre fe y saber, de la mutua apropiación conceptual y epistémica de filosofía, teología y ciencia. De hecho, la ciencia moderna tiene supuestos metafísicos que son producidos por la cultura judeocristiana y que no estaban en otras tradiciones: la idea de un Dios racional (Logos) que crea un mundo inteligible, que los fenómenos naturales no son manifestaciones divinas (desacralización de la naturaleza), ni los astros son dioses, sino que hay una realidad creada que tiene su autonomía y sus propias leyes naturales.

Estas ideas que nacen de la Biblia, están detrás de los supuestos metafísicos de la matemática y la física de Newton y Galileo[1], pero podría decirlo de toda la racionalidad moderna. La pregunta de Leibniz retomada por Heidegger, ¿por qué hay algo en vez de nada?, presupone el horizonte judeocristiano de la Creación, no la cosmovisión griega.

Es falso que el aporte del cristianismo a la ciencia fueron casos aislados y excepcionales y que la religión fue un obstáculo al progreso científico. Ha sido exactamente al revés. Y no tiene que ver con la fe personal de científicos puntuales -que han sido la mayoría-, sino con una visión del mundo que irrumpió con la Biblia y desacralizó el cosmos, con una fe en la razón humana y en sus posibilidades, con el amor a la verdad que no descarta ningún camino para progresar en el conocimiento. Ese es el talante de la fe cristiana por encima de todo: una fe que busca conocer y comprender sin miedo y expandiendo la racionalidad contra todo reduccionismo.

Breve historia de la relación entre fe y razón

Los primeros autores cristianos del siglo II fueron filósofos convertidos al cristianismo que produjeron textos donde el diálogo entre fe y razón marcó una forma ininterrumpida de construir pensamiento desde los orígenes hasta la actualidad. Desde Justino, Clemente y Agustín, hasta Descartes y Locke, desde Kant y Hegel hasta Heidegger, toda la historia de la filosofía occidental está marcada por pensadores donde la cosmovisión cristiana es su horizonte metafísico y antropológico[2]. La crítica de la religión en Europa fue realizada por autores con formación teológica, como el mismo Nietzsche[3].

La frase atribuida a Tertuliano “Creo porque es absurdo”, citada por muchos autores que desconocen la tradición patrística griega y latina, no es un reflejo del pensamiento cristiano de veinte siglos. El mismo catecismo de la Iglesia Católica enseña que jamás puede haber desacuerdo entre fe y razón, porque si la realidad es una, no puede haber dos verdades contradictorias. La fe católica se opone a cualquier forma de fideísmo, donde la fe pueda dar la espalda a la razón, a la ciencia. El mismo catecismo condena toda forma de superstición y pensamiento mágico como contrarios a la fe católica. Confundir fe con superstición, religión con pensamiento mágico o con irracionalidad es desconocer gran parte de la historia del pensamiento. Las personas creyentes no dejan de lado su fe para pensar, sino que su fe les impulsa a pensar sin límites, en la clara conciencia que la realidad es siempre más que lo que sabemos o podemos conocer.

Los padres de la Iglesia, y especialmente san Agustín enseñaron sin dificultad que la fe en un Dios creador no implica una lectura ingenua y literal de los relatos de la creación como hacen actualmente algunas corrientes fundamentalistas. También el mismo Por otra parte, Agustín habla de la redondez de la tierra, y ningún pensador cristiano medieval creía que la tierra era plana. Eso es un invento de una novela del siglo XIX sobre Colón[4].

Cristianismo y secularización

No hay cultura sin sentido de lo sagrado: incluso a las sociedades con democracia liberal subyacen valores que ella no puede explicar ni justificar. La democracia moderna recurre a fuentes morales y religiosas, apropiándoselas en lenguaje más secular, pero no las produjo ni las puede fundamentar. Habermas destaca la conexión genealógica entre la tradición judeo-cristiana y la moral racional laica heredera de la Ilustración, recordando que en Europa la filosofía se alimenta de la herencia universalista del monoteísmo. De hecho, entiende que el nihilismo que afecta a occidente proviene de la crisis de la moral judía y cristiana.

Habermas sostiene que la mutua compenetración de cristianismo y metafísica griega no solo ha quedado plasmada en una reflexión teológica profundamente racional, sino en que “tal interacción ha favorecido la apropiación por parte de la filosofía de contenidos genuinamente cristianos. Esta labor de apropiación ha quedado plasmada en entramados conceptuales normativos de mucho peso, como sucede en los conceptos de responsabilidad, autonomía y justificación, historia y memoria, reinicio, innovación y retorno; emancipación y cumplimiento, desprendimiento, interiorización y materialización, individualismo y comunidad. Es cierto que ha transformado el sentido originalmente religioso, pero no lo ha vaciado devaluándolo ni consumiéndolo”.

El filósofo alemán pone como ejemplo de apropiación que salva el contenido original de ser “Imagen y semejanza de Dios” con la igual y absoluta dignidad de todas las personas. Y concluye: “Si ambas posturas, la religiosa y la laica, conciben la secularización de la sociedad como un proceso de aprendizaje complementario, pueden entonces tomar en serio mutuamente sus aportaciones en temas públicos controvertidos… Los ciudadanos secularizados, en tanto que actúan en su papel de ciudadanos del Estado, no pueden negar por principio a los conceptos religiosos su potencial de verdad, ni pueden negar a los conciudadanos creyentes su derecho a realizar aportaciones en lenguaje religioso a las discusiones públicas. Es más, una cultura política liberal puede incluso esperar que los ciudadanos secularizados que participen en los esfuerzos por traducir aportaciones importantes del lenguaje religioso a un lenguaje más asequible para un público general”. En este punto discrepo con Habermas en que quienes han de hacer el esfuerzo por traducir y hacerse entender son los religiosos, para alcanzar un lenguaje común con quienes no participan de ese lenguaje.

Todos los ciudadanos tienen sus creencias, sus valores y sus puntos de vista sobre la vida y la sociedad en la que viven. No hay una superioridad epistemológica en quienes son ateos que quienes son creyentes para presentar sus razones en el debate público, como para enviar siempre a lo privado a la religión como si fueran ciudadanos de segunda categoría o tuvieran que renunciar a sus convicciones para pensar libremente. Así se estaría tratando a los ciudadanos que profesan alguna fe religiosa como personas incapacitadas para entrar en el debate público. La ceguera para ver metafísicas inconfesadas como el naturalismo y diversas formas de materialismo, impiden una crítica racional de los supuestos implícitos de determinadas formas de pensar las relaciones entre fe y ciencia[5].

El núcleo de la fe cristiana no es una fantasía, ni es para consuelo íntimo ni para enfrentar dramas como la muerte. Esa es una visión reductiva e infantil del cristianismo. Tampoco es “descartable” una cosmovisión que ha dado forma a nuestra civilización. Y si algo es obvio que a lo largo y ancho del planeta la religión es fuente de sentido de la vida para millones de seres humanos. La libertad religiosa no es la libertad de creer privadamente, sino de expresar y vivir públicamente lo que configura toda la existencia de una persona y compartir esa riqueza en la sociedad en la que se vive y se crece junto a otros.

Aclaraciones varias

No realicé una equivalencia entre los regímenes seculares totalitarios y las religiones, porque sencillamente son incomparables. Lo que expresé es que se adjudica indebidamente como única fuente de la irracionalidad, de violencia o fanatismo a la fe religiosa, olvidando que, esas son formas patológicas de la religión, y que, en nombre del Estado, del Partido o de cualquier dogma ideológico, se han hecho atrocidades que superan incomparablemente la violencia en nombre de la fe. Las guerras de religión que asolaron Europa en el siglo XVI la mayor parte de las veces, no se debieron a problemas religiosos, sino a luchas políticas por el poder y las riquezas.

Mi visión sobre los “logros” del cristianismo a lo largo de la historia, que más bien han sido aportes a la civilización occidental, no es una leyenda dorada porque no niego las barbaridades que se han cometido y que se cometen en nombre de la fe. Hay una aplastante bibliografía para comprender el contexto y la lista de lumbreras como De Vitoria que no son “figuras aisladas” o minoritarias, sino que la lista de intelectuales cristianos a lo largo de los siglos que han aportado a las ciencias, a la filosofía, la literatura, el derecho, el arte y la cultura en general, es interminable. Sería para hacer una aburrida tabla como las páginas de una antigua guía telefónica. El problema es que muchos de estos autores no se estudian porque se los considera “sesgados” por ser católicos. Solo unos pocos se los menciona en el liceo o en la universidad, porque sería demasiado bruto obviarlos, pero siempre se ven obligados algunos profesores o autores a aclarar que la fe no tuvo nada que ver con su inteligencia. Como si fuera una debilidad que les podemos perdonar. Es decir, fueron inteligentes, a pesar de ser creyentes. Parece broma, pero es algo extendido para no cuestionar el prejuicio instalado. Y hubo grandes pensadores como Bertrand Russell que también han repetido anécdotas que ya han sido refutadas por la investigación histórica sobre Hipatia de Alejandría o Galileo, pero al decirlas él, siguen tomándose como ciertas.

La esclavitud fue muy pronto rechazada por los cristianos, pero es un asunto con el que se convivió lamentablemente hasta la modernidad, y no especialmente la Iglesia. Lo cierto es que Tomás de Aquino (1225-1274) consideró que la esclavitud era un pecado y su doctrina guió la oposición de los Papas a partir de entonces. Entendía que “todas las creaturas racionales” debían ser tratadas con justicia y tenían derechos. No encontró ninguna base natural para legitimar la esclavitud y escribió: “La ley humana tiene carácter de ley en cuanto se ajusta a la recta razón… Por el contrario, en la medida en que se aparta de la razón deja de ser ley para convertirse en violencia” (Suma Teológica, I-II, q. 93, a.3). Y es cierto que no todos los Papas posteriores cumplieron con su obligación moral de oponerse a la esclavitud, pero fueron muy pocos, como cuando Inocencio VIII aceptó esclavos como regalo del rey de Aragón. Los Papas Pio II y Sixto IV, ambos del siglo XV condenaban la esclavitud, pero no parece que tuvieran tanta influencia en los reyes.

La separación Iglesia y Estado ha estado en toda la teología cristiana, no solo en una cita bíblica. Desde San Agustín hasta la teología política del siglo XX. Incluso Mariano Soler, primer arzobispo de Montevideo veía con buenos ojos la libertad que traería la separación en el Uruguay: “Una iglesia libre y un estado libre”. La separación llegó once años después que muriera Soler. Es cierto que hay citas bíblicas para todo, pero en este caso, hay muchos libros de historia de la Iglesia para recorrer.

Muchos de los clásicos temas controvertidos sobre el catolicismo, están cargados de lecturas simplistas y de falsedades repetidas. Por eso dejo a continuación algunos artículos donde doy un poco de contexto histórico y filosófico a estos asuntos:

Algunas cuestiones controvertidas:

La ignorancia religiosa en Uruguay: https://semanariovoces.com/el-problema-de-la-ignorancia-religiosa-miguel-pastorino/

Modelos de laicidad: https://semanariovoces.com/modelos-de-laicidad-por-miguel-pastorino/

Sobre Ciencia y Religión: https://semanariovoces.com/ciencia-vs-religion-el-mito-del-conflicto-por-miguel-pastorino/

Sobre la quema de brujas: https://es.aleteia.org/2019/05/21/la-verdad-historica-detras-de-la-caza-de-brujas

La Universidad Medieval y el elogio de la razón: https://semanariovoces.com/universidad-medieval-elogio-de-la-razon-por-miguel-pastorino/

Hipatia de Alejandría: https://semanariovoces.com/hipatia-de-alejandria-la-historia-detras-de-la-leyenda-por-miguel-pastorino/

Las mujeres en el cristianismo primitivo y la antigua Roma: https://semanariovoces.com/las-mujeres-en-el-cristianismo-primitivo-por-miguel-pastorino/

[1] Sobre Galileo: https://semanariovoces.com/galileo-la-historia-detras-de-la-leyenda-por-miguel-pastorino/

2 Sobre la filosofía y su forma de estudiar y analizar la religión: https://semanariovoces.com/filosofia-de-la-religion-no-religiosa-por-miguel-pastorino/

3Ver mi artículo sobre su relación con la fe cristiana: https://semanariovoces.com/nietzsche-ateismo-por-amor-a-la-vida-por-miguel-pastorino/

4Sobre cómo se construyó el mito de la tierra plana: https://semanariovoces.com/terraplanismo-mito-y-actualidad-por-miguel-pastorino/

5 Sobre la metafísica materialista que se pretende “científica”: https://semanariovoces.com/conduce-la-ciencia-al-ateismo-por-miguel-pastorino/


 

 

 

 

 

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