Dicen que es la mejor
Se acaba de editar “Rosa Luna. Autobiografía. La leyenda”, un libro que recoge detalles, testimonios y anécdotas de la gran Rosa Luna. Figura y emblema no solo del Carnaval y las Llamadas sino de toda la comunidad negra en Uruguay.
Rosa Luna nació en mayo de 1937 en el desaparecido conventillo Medio Mundo, en Cuareim 1080, en el seno de una familia pobre. “Tuvo la suerte de nacer en El Medio Mundo, donde los morenos de mi raza repiqueteaban los tamboriles noche a noche y hacían temblar las paredes de construcción antigua”, dice Rosa al comienzo del libro.
Tuvo una niñez dura. Trabajó como empleada doméstica, fue explotada por sus patrones y sufrió maltratos de su padrastro. En Carnaval debutó en la comparsa Granaderos del Amor y luego seguiría por Morenada, Serenata Africana y Fantasía Negra, entre otras. Parte de aquella historia la llegó a contar en un libro de su autoría, llamado «Sin tanga y sin tongo», en el que detalló cómo se crio en aquel mundo desbordado de dificultades.
A mediados de los 50 se transformó en la gran atracción de los desfiles de Carnaval y de las Llamadas. Bailaba, actuaba y cantaba contorneando su enorme figura sobre unos tacos que la hacían ver aún más imponente. Ella misma se hacía la ropa, el vestuario y las plumas. Pronto empezaría su “rivalidad” con Martha Gularte, la otra gran leyenda de la fiesta de los morenos. En el libro se cuenta además el vínculo de Rosa con “La Negra” Johnson, ícono emblemático de los carnavales de aquellos tiempos.
Rosa fue una mujer inquieta. Formó “La Tribu de Rosa Luna”, un grupo artístico con el que realizaba distintas presentaciones. Tuvo una columna semanal en el diario La República, donde expresaba su preocupación por la comunidad negra, por la condición de la mujer y por la injusticia social. Escribió canciones que grabó con su voz y luego interpretaron otros, como por ejemplo Ruben Rada y Horacio Guarany.
El libro, publicado por Ediciones de La Plaza, es un homenaje a la figura de Rosa y apuesta a difundir su historia, su recorrido artístico y sus reflexiones. Recopila, entre otras cosas, extractos de las decenas de entrevistas que dio a lo largo de su carrera. Y no solo reúne sus recuerdos sino los de muchos que la conocieron de cerca. Desde Horacio Guarany, Pepe Guerra o el futbolista Julio Montero Castillo hasta el periodista y escritor Jorge Nelson Chagas o Julio Frade.
Quien lleva la voz cantante en el relato es Raúl Abirad, quien fuera su esposo y compañero durante muchos años. Abirad fue y es gran soporte para preservar y difundir el recuerdo de Rosa Luna. En ese sentido ha desarrollado una amplia variedad de actividades, desde exposiciones y homenajes, a los que ahora agrega este libro. Rosa tenía 42 años cuando lo conoció – en el libro hay parte de un capítulo dedicado a contar cómo nació aquella historia de amor – y él era casi veinte años menor. Juntos adoptaron un niño, “Rulito”. “Soy mujer, y no peleo por un hombre jamás. Sí peleo a los hombres en defensa de mi género, desde mi madre maltratada hasta hoy”, dice Rosa en unas de las páginas del libro. Sus alegatos y anécdotas vinculados a su comunidad son extensos y detallados. Por ejemplo, cuando estando en un bar un hombre alcoholizado intentó manosearla y ella lo resolvió dándole con una silla por el lomo.
En el prólogo del libro, el cardenal y arzobispo de Montevideo Daniel Sturla, destaca no solo su camino artístico sino justamente su fuerte compromiso social y político: “No fue fácil para esta mujer negra y pobre, nacida en el Conventillo Medio Mundo, hacerse un lugar en el mundo y llevar fuera de fronteras su arte y su alegría. Más difícil aún transformarse en una abanderada de las causas con las que se identificaba”.
En la estructura del libro hay seis capítulos en los que se divide la vida de Rosa: “El Conventillo” (donde cuenta los tiempos de su infancia), “La Antequera” (el célebre bar de la Plaza Independencia donde empezó a conocer el mundo de la noche), “El Carnaval”, “Una negra más”, “Ama de casa” y “Desde su voz”. En la Antequera, se cuenta en el libro, fue donde Rosa salió en defensa de una prostituta – a quien conocía – que estaba siendo insultada por un hombre. Ella se lo reprochó, el hombre le dio una trompada y Rosa se defendió con un cuchillo y lo mató. Pasó la noche en la comisaría y al otro día fue liberada porque los parroquianos testigos del incidente detallaron que lo hizo en defensa propia. Aquella sería una historia que la marcó y la acompañaría toda su vida.
El libro incluye además una gran cantidad de fotos que la muestran en distintos momentos de su vida. Naturalmente hay espacio para destacar su conocido fanatismo deportivo por Nacional. “En la calle, en el fútbol con Nacional y en el básquetbol con Atenas, aprendí a pelear a los hombres de igual a igual. No me jacto de ello. Pero me ha servido más de una vez para defender amigas y hermanas de maridos golpeadores”, dice Rosa en las primeras páginas del libro.
Recibió innumerables premios e hizo varias giras artísticas por Europa, Australia y Estados Unidos llevando el candombe a cuestas. De hecho, la muerte la sorprendió en Canadá, durante una de sus giras. Tenía 56 años.
Rosa Luna fue, es y será un ícono de la comunidad negra y del Carnaval. Este libro permite conocerla en profundidad. Y de alguna manera le hace justicia a aquellas estrofas que le dedicó Jaime Roos en la canción “El tambor”: Hoy va Morenada al Parque Rodó / La Rosa nerviosa se pinta los ojos / los diarios la anuncian, dicen que es la mejor.
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