En un par de domingos, se sabrá quién de los postulantes resultará ganador de la propuesta de gobernar la nación ecuatoriana los siguientes cuatro años- Los dos candidatos que competirán en el balotaje son el actual mandatario, representante de la derecha (que lo es para completar el periodo que originalmente correspondió a Guillermo Lasso), el joven Daniel Noboa, y la opositora Luisa González, representando a la izquierda que desde su exilio europeo dirige el expresidente Rafael Correa.
Ambos contendientes ya se enfrentaron en un balotaje como candidatos a suceder a Lasso, y el triunfador resultó Noboa, lo que repitió por escaso margen (44,17% a 44%, equivalente a poco más de 16.500 votos) en la primera vuelta, aunque al no alcanzar más de la mitad de los sufragios obligó a la definición del 13 de abril. Para esta compulsa están convocados casi 14 millones de ecuatorianos y el voto es obligatorio a partir de los 16 años.
Ecuador no sólo está dividido entre dos candidatos sino en medio de una profunda crisis como son el crecimiento incontrolado de la corrupción de las autoridades, el desempleo, la deserción estudiantil de educación primaria y secundaria, el aumento del consumo de drogas prohibidas, la reducción de porciones que cada consumidor puede poseer sin que llegue a entenderse que trafica estupefacientes; la violencia social arraigada y la impuesta por sectores delincuenciales; los bajos salarios; las reyertas carcelarias y la imposibilidad de contener a la población objeto de la extorsión y/o el reclutamiento del narco; la “porosidad” fronteriza (sobre todo con Colombia) que han transformado al país en uno de acopio y circulación de cocaína (hacia el subcontinente y “exportada” a través de puertos ecuatorianos). Para colmo, en Esmeralda (frontera) ocurrió un derrame de petróleo de gran envergadura.
Por supuesto, los resultados de la primera vuelta presidencial de febrero, su inclinación por más del 88% (sumados los sufragios de Noboa y González), dan resultados variados de encuestas (más allá de las realizadas a “medida y gusto” de quien las ordena) como un ingrediente suplementario sumado todo al desconcierto de la población para decidir, por ejemplo, votar a Noboa, tan inclinado a la
continuidad neoliberal, teniendo por delante como principal la voz que le llega desde el norte; ser representante de lo más rancio del sector empresarial: que poco propone más allá de la represión, la defensa de la libertad, la democracia y los valores tradicionales (que alguien se pregunta que quiere decir la trilogía) y que apela a la periclitada crítica del pasado siglo contra el socialismo (encarnado por un eventual retorno del correísmo, la reaparición de la moneda nacional o algo parecido) y el apego indeclinable a los haceres de Trump. Para patentizar esto último, propone entregar una isla de las Galápagos al cuidado de EEUU para que instale otra base militar.
En cuanto a un voto por González, pese a suscribir un buen número de preceptos se define como tantos otros partidos de diversas geografías que se dicen progresistas, así como también por la mayoría de los sectores indígenas (hay que restar los agrupados en la Amazonia) que han sostenido que a pesar de signarla como socialdemócrata (tibia) no piden abstenerse sino no dar “ni un solo voto a la derecha”.
En contra debe decirse que se ha mostrado conservadora en algunos temas como contra el aborto (se declara evangélica) y su corrección a dos legisladoras de su partido que propusieron discutir sobre la dolarización
del país las trató como un par de ignorantes. Desde aquí coincidimos con el argentino Rubén Lo Vuolo quien señala: “Recordemos que Rafael Correa, fue quien propuso unos pasos mínimos para una salida ordenada de la dolarización desde el ámbito nacional; asumía como indispensable una unidad monetaria regional, que serviría para enfrentar de mejor manera las asimétricas relaciones de poder entre los distintos bloques de poder a nivel mundial.”. También con el argentino recuerdo al neoliberal Milton Friedman,
en Forbes (3/5/1999): “la moneda es un símbolo muy importante de la soberanía. Y a mí me parece que una nación, si quiere seguir siendo nación, necesita tantos símbolos de soberanía como sea posible”.
En el caso de agregar votos se encuentra quien en febrero quedó rezagado a un tercer lugar, Leonidas Iza (5,25%) dirigente indígena de la CONAIE, y otro movimiento étnico, Pachacutik. Ambos apoyan a la candidata y pueden darle el triunfo a González, aunque esto sea por márgenes relativamente estrechos. Correa advertía sobre la eventualidad de que el fraude privara a su candidata del triunfo (en caso de ventajas pequeñas; señaba quienes se alinearían tras Noboa, el papel fundamental de la prensa de derecha y, en particular, dijo “la embajada”, agregando luego “la embajada norteamericana” (por la de EEUU).
Álvaro Verzi, repasando a García Linera (GL= en el último año recuerda haber leído y escuchado “si bien gobiernos de este signo en Latinoamérica han modificado la estructura de clases, no han ofrecido un nuevo modelo. El progresismo está en huelga de ideas”.
Declaro sin ambages que creo lo mismo. Agrega el sociólogo argentino: “García Linera sostuvo que la tibieza y el denominado “centrismo” político son seguras rutas hacia el fracaso”. Recalca Verzi las sentencias del boliviano:
“La extrema derecha es un fenómeno estructural y no hay que tenerle miedo; hay que abandonar la ilusión de que la gente no va a aguantar. La gente no aguanta cuando, además de tener un deterioro de sus condiciones de vida, hay una esperanza por la cual vale la pena unirse, reunirse, gastar tiempo, caminar, marchar y protestar”.
Cierra la nota afirmando el pensamiento propio, el del boliviano y sumo el muy modesto mío: “apela (GL) a la acción de la sociedad civil movilizada (…) Si nos quedamos viviendo sólo del pasado, queriendo repetirlo en un contexto
que ha cambiado, nos desfasamos- El gran problema del progresismo es que no ha sido capaz de ofrecer un nuevo modelo en la actual coyuntura histórica”.
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