La agenda mediática local nos inunda de temas importantes y
trascendentes que mueven los pilares de nuestra vida cotidiana.
Pasamos escuchando de los disparates de Mujica, el desnudo de
Natalia Oreiro, el bagayero de Cabildo o el ganador de Masterchef.
Hablando con un compañero nos dimos cuenta de que tenemos
hijos en el extranjero, igual que muchos conocidos, y que hay
amigos de nuestros hijos que viven en cualquier rincón del planeta.
¿Cuantos jóvenes expulsamos continuamente de nuestra tierra?
En un país con serios problemas demográficos vemos que la
juventud opta por otros horizontes buscando un futuro diferente.
Hoy Uruguay es lo que era antes el interior del país y el mundo es lo
que era la capital para los que migraban desde diversos pueblos.
Son ciudadanos del mundo y viajan en busca de oportunidades.
Tenemos hoy sobre la mesa dos temas claves para el futuro del
país: la reforma jubilatoria y la postergada transformación educativa.
La partidización del debate sobre ambos, ayuda poco para lograr
cambios ineludibles en estas áreas y resta más de lo que suma.
Está en juego el futuro de la nación, porque el mundo del trabajo va
hacia cambios revolucionarios, nuestro índice de natalidad y el
natural envejecimiento de la población, nos marcan limites claves.
A eso debemos sumarle una educación con muy bajos resultados y
un gran número de gurises que desertan por desinterés o necesidad
Va siendo hora de que dejemos el egoísmo generacional que
siempre prioriza a los viejos frente a nuestros niños y jóvenes.
O encaramos en serio esta problemática o estamos condenados a
ser un gran geriátrico con muy pocas posibilidades de sobrevivir.
Es hora de decir basta de cháchara. No podemos seguir sentados
cómodamente, viendo partir a nuestra juventud por el aeropuerto.
Es una forma de darle voluntariamente un tiro en la pata a la patria.
Alfredo García
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