¿El costo de levantar la vara ética? por Alejandro Guedes

El Frente Amplio hizo de la ética su principal bandera durante la campaña. Más que cualquier promesa programática, fue la idea de un “gobierno honesto” la que encendió la comunicación política del oficialismo. Por eso, la renuncia de la ministra de Vivienda Cecilia Cairo, a solo 47 días de asumido el nuevo gobierno, fue un golpe inesperado. Se va tras revelarse que no había declarado las edificaciones en un terreno de su propiedad. Se convierte así en la baja ministerial más rápida desde el retorno de la democracia.

El contexto político y la ascendente figura dentro del MPP

Cairo es una dirigente con proyección dentro del MPP, reconocida por su militancia social y su especialización en temas de vivienda. Coordinó el Programa de Mejoramiento de Barrios y dirigió el Plan Juntos durante los gobiernos del Frente Amplio. En la pasada administración fue diputada. Llegó al gabinete tras intensas negociaciones, en las que su sector exigió protagonismo en las políticas sociales del nuevo gobierno. La disputa se saldó con el MPP al frente del Ministerio de Vivienda, dejando al MIDES en otras manos.

La importancia de la cartera se reafirmó el 25 de marzo, cuando el presidente Orsi presentó los cinco ejes prioritarios de su administración: uno de ellos es “Vivienda”, eje que recae directamente en el ministerio de Cairo. Desde su asunción, la ministra buscó marcar una impronta: tomó posesión del cargo en un asentamiento y defendió sin ambages la necesidad de “gastar” en políticas habitacionales para los sectores más postergados.

Pero el 15 de abril, el programa La Pecera reveló que un terreno a nombre de la ministra estaba declarado como baldío, cuando en realidad tenía edificaciones. Cairo evadía así el pago de impuestos como la contribución inmobiliaria, el impuesto a primaria y omitía el registro de la obra en BPS. La ministra reconoció los hechos.

En dos días el tema se convirtió en epicentro de la agenda política. Cairo inicialmente resistió: negó su renuncia y recibió respaldo público de su sector. Pero desde la oposición se barajaba interpelarla en Diputados —donde el Frente Amplio no tiene mayoría—, lo que habría elevado el costo político del caso en plena campaña departamental. El jueves 17, luego de una evaluación en la cúpula de gobierno, la ministra presentó su renuncia.

Lo que se juega el sistema político

La salida de Cairo tiene múltiples lecturas. A nivel institucional, gana la función pública, gana la credibilidad democrática y —aunque algunos se incomoden— gana el periodismo, tantas veces cuestionado. Uruguay suele exhibir su lugar de privilegio en rankings de calidad democrática (como el de The Economist, donde lidera en América Latina), pero si aspiramos a estándares aún más altos, los controles cruzados —incluidos los mediáticos— son imprescindibles. La transparencia de las Personas Políticamente Expuestas debería ser una mantra para los partidos.

Hay quienes frente a estos escándalos prefieren matar al mensajero: se ataca al periodista, al medio o incluso a los fiscales. Pero una República sólida necesita que cada actor cumpla su rol, y que las faltas tengan consecuencias. Por eso, una renuncia ante un hecho así, lejos de erosionar la democracia, la fortalece y resta argumentos a los antisistema.

¿Puede una ministra de Vivienda evadir impuestos sin dañar la legitimidad de su causa?

El Frente Amplio —y en especial el MPP— ha sostenido históricamente un discurso de defensa de lo público. Pero la evasión de impuestos socava, precisamente, la base de financiamiento de las políticas que se pretende impulsar. Y eso no es solo un problema legal: es una contradicción ética que hiere el discurso político. Discurso que se sigue sosteniendo desde su sector con posterioridad a todo el escándalo.

Además, el ministerio que lideraba Cairo implica un altísimo estándar simbólico. La vivienda propia —sea individual o colectiva, como en las cooperativas— exige a los ciudadanos cumplir con trámites y obligaciones formales. Tener a cargo de esa cartera a alguien que no respeta esas reglas básicas se tornaba insostenible.

¿Se termina la luna de miel?

La pregunta que queda en el aire es si este episodio marcará el fin de la habitual “luna de miel” de los gobiernos entrantes. Todavía es temprano para medir el impacto en la opinión pública, pero el oficialismo reaccionó rápido, buscando cerrar el capítulo. La duda es si alcanza.

Agregar un comentario

Deja una respuesta