El diseñador total por Nelson Di Maggio
La década infame impuesta en 1930 por el general Uriburu en Argentina fue el primero de los golpes militares continuados en las décadas siguientes. Como sucede siempre en similares casos, la cultura conoció enormes limitaciones y la naciente vanguardia actuó cercana a la clandestinidad.
En 1934 volvió Joaquín Torres García a Uruguay, luego de 43 años de ausencia. El prestigio adquirido en París, entonces capital mundial de las artes, en contacto directo con Mondrian, Klee, Kandinsky, Van Doesburg; su activa participación en la edición con Michel Seuphor de Cercle et carré, la histórica revista, impuso su carismática personalidad, decisiva para remover el ambiente artístico rioplatense. Maestros argentinos como Emilio Pettoruti y jóvenes inquietos como Tomás Maldonado o el uruguayo Carmelo Arden Quin lo visitaron y asistieron a sus conferencias (también en la capital porteña), en las que difundía nombres ignorados en ambas orillas.
Arden Quin pasó a vivir en Buenos Aires en 1937, ciudad en plena efervescencia cultural. Escritores (Borges, Bioy Casares, Sábato); instituciones (Amigos del Arte); revistas (Sur); artistas abstractos (regresan Juan Del Prete y Pettoruti de Europa); grandes críticos (Jorge Romero Brest, Aldo Pellegrini, Julio Payró); Grete Stern, fotógrafa alumna de la Bauhaus, exiliada del nazismo, contribuyeron a formar una atmósfera de enorme imaginación creadora. En los primeros años de 1940 los artistas frecuentaban los cafés Rubí, La Fragata, Politeama, Moderno, centros de reunión de jóvenes iracundos: Tomás Maldonado, Enio Iommi, Edgard Bayley, Lidy Prati; amistaron con Arden Quin y resolvieron, entre previos manifiestos grupales, fundar el grupo Arturo, conducido por Carmelo, el mayor y experimentado profesional. En 1944 editará el primero y único número de Arturo, revista de arte abstracto, con ilustres colaboradores extranjeros, de ecléctico contenido en sus contradictorias tendencias, registrada en la memoria histórica como un hito fundamental entre las publicaciones de arte. Curiosamente, la tapa, de talante gestual firmada por Tomás Maldonado, desmentía al autor y el contenido de la publicación. La ruptura entre los integrantes era inevitable. Se dividieron en tres agrupamientos principales: Arte Madí (Arden Quin, Rothfuss, Kosice), Asociación Arte Concreto Invención (Maldonado, Iommi, Hlito, Lidy Prati) y Perceptismo (Raúl Lozza).
Maldonado (Buenos Aires, 1922), alto y buen mozo, dotado de talento, personalidad dinámica y polémica escuchó los primeros informes acerca de las vanguardias surgidas en París durante las conferencias de Joaquín Torres García. A partir de ese momento se familiarizó con los nombres de Vantongerloo, Van Doesburg, Mondrian, Seuphor, los suprematistas rusos, y otros. La impaciencia rupturista con el pasado y el desencuentro con Torres García al cuestionar las tendencias recién aparecidas, lo impulsaron a escribir violentos insultos al maestro del universalismo constructivo que, años después, consideró injustos y desmedidos. Arden Quin también rechazó las opiniones de Torres García, pero mantuvo el respeto al maestro y a su obra, ahora superada por las tres corrientes citadas, nacidas a partir de las ideas del maestro uruguayo.
Maldonado se marchó a Europa en 1948. Amistó con los nombres que conoció a través de Torres García; contactó con Max Bill, que supo contagiarle el interés por el diseño y la arquitectura; Gillo Dorfles; Piero Dorazio, teórico sagaz (publicó en 1955 el hermoso libro Fantasia dell’arte nella vita moderna); Bruno Munari, rival de Vasarely, a quien negaba el carácter pionero del arte cinético —exactamente las mismas personalidades que conoció el autor de esta nota y el afectuoso ofrecimiento de grabados por parte de ambos.
Maldonado ejercitó la experiencia europea en Buenos Aires en frenética actividad editora y diseño gráfico. Fundó la revista Nueva Visión; diseñó los libros de la editorial relacionados con el pensamiento actual (Max Bense, para citar uno), de enorme aceptación pública; la revista Ciclo, de filiación surrealista, de corta duración, ninguna con la extensa permanencia de Ver y Estimar, revista en formato libro de Romero Brest, de gran proyección internacional por su rigor crítico en 34 números editados en su primer período de 1948-55. Tomás Maldonado regresó a Europa e invitado a formar parte del elenco de la Hochschule für Gestaltung (Escuela Superior de Proyectación o Escuela de Ulm), Ulm, Alemania, sucesora de la Bauhaus, por el director Max Bill, actualizada en su orientación tecnológica y el diseño industrial. Similar a la New Bauhaus de Chicago, fundada por el bauhausiano László Moholy Nagy en 1937, precursora de otros institutos.
Maldonado alcanzó la dirección de la Hochschule al renunciar Max Bill en 1955 por discrepancias pedagógicas. Pasó a impulsar el diseño científico, alejado de connotaciones artísticas y a favor de la producción industrial. Paralelamente escribió libros de fuerte repercusión (El diseño industrial reconsiderado, Vanguardia y racionalidad, El futuro de la modernidad, para citar algunos); dio conferencias, incluso en Montevideo, reveladoras del teórico interruptor de ideas admitidas, de ambición totalizadora, atento a las transformaciones socioeconómicas. En los últimos años volvió a la pintura, sin el refinamiento de los años juveniles y su impecable dominio técnico y sensibilidad que lo singularizaron entre sus colegas del concretismo, incluyendo Lidy Prati, su mujer. Murió el pasado 26 de noviembre a los 96 años, en Milán, Italia, reconocido y venerado por la comunidad artística internacional como una de las personalidades más influyentes del siglo xx.
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