El Estado y nuestras debilidades por Atanasio Aguirre

Cincuenta años de periodismo y cierto nivel de déficit atencional (diagnosticado) me dan lo que para mí es un don. Veo lo importante con cierta facilidad, después tengo hacer un esfuerzo para complementarlo. Del discurso de Orsi, viéndolo en directo el primer día -entrando y saliendo del cuarto de la tele- quedó en mi oído su comentario sobre la libertad, un intento no demasiado elocuente de hacer una distinción entre dos tipos de libertades. Después comprobé que fue de lo más comentado de la exposición del nuevo presidente.

Asocio esto a algún discurso en redes por algún intelectual argentino que hacía la distinción entre individualismo vs colectivismo. Parece ser la renovada tendencia; como antes derecha e izquierda, o estatismo y liberalismo. Da la impresión que nuestro mandatario no terminó de aceptar esta diferenciación, optando por un enfoque que no provocara rechazo en nadie.

La separación en que insisten los intelectuales -que les gusta mantener divisiones que los favorezcan- me parecen contrarias a una realidad mucho más vivencial. No hay tal polarización; en realidad hay una suma, que unifica ambas perspectivas. Se necesita la libertad individual para entender tu camino, para elegir lo que prefieras y, sobre todo, para encontrarte a ti mismo. Ese proceso es esencial para unirse al colectivo. Aporta mucho más un individuo ¨encontrado¨ que uno que arrastra su caos. Lo colectivo se alimenta mucho mejor de quien llega para aportar desde una cabeza satisfecha, que uno demandando desde su despiste, lo que no consiguió individualmente.

En fin, no quiero entrar en una gran discusión filosófica, pero en vez de dividir, las cualidades de las dos posturas se pueden sumar.

Hemos hablado mucho del Estado, pero no debemos olvidar que el mismo se forma con las muchas debilidades y más rara vez, algunas fortalezas de la gente: individuos que luchamos desde siempre entre la condición humana y la condición animal, con una fuerte tendencia a la dependencia, lamentablemente.

Me gustó mucho la frase de J. Céspedes, autor español  que ahora veo se ha usado mucho como crítica a una diversidad de gobiernos: ¨Pon a un Lobo a redactar la ley y (pronto) verás que devorar ovejas no es delito…¨ Una definición clara sobre el Estado y quienes lo gobiernan. Nos recuerda que el Estado no es inmaculado, razona al influjo de sus invitados de turno.

¨El ciudadano medio ama a los gobiernos porque puede hacer por él lo que, si tuvieran que hacerlo ellos privadamente, terminarían presos. El gobierno puede quitarme mi dinero y dártelo a ti. Si conseguís que alguien lo haga ley, tu no vas preso, pero te llevaste mi plata¨. Esta frase del Profesor Walter Williams se hizo viral casi post mortem. Williams fue un destacado economista, académico y autor. Pero lo más interesante para mi es que, de joven, trabajó con Malcom X, un célebre revolucionario estadounidense y también amigo, y por un tiempo enemigo de Mohamed Alí. Williams, entre anarquista y libertario él, explica que Malcom X estaba en su misma línea.

El problema del mercado libre o capitalismo es que ¨todos los grupos en la nación han llegado a la conclusión que el gobierno le debe algo¨. Pasa Williams una larga lista de proteccionismo y subsidios, y recuerda especialmente, lo que llevó un montón de dinero de los contribuyentes, el ¨bailout¨(rescate) de los bancos. También señala que es fácil culpar a los políticos por el dispendio, pero son las mayorías las que le piden que hagan precisamente todo eso. Que se ocupen de ellos en todo nivel.

Hay grupos en nuestro país que agregan sus reclamos a nuestros gobiernos, también para imponer lo que ellos no tienen la habilidad de conseguir por sí mismos. En esta categoría entran las religiones. La unión religión -cualquiera que sea- con el gobierno han causado desastres en el mundo. Pero en nuestro país, si bien su participación hoy es más ¨light¨, sigue siendo muy molesta. Lo que la Iglesia no consigue que sus feligreses cumplan, intentan que los gobiernos de turno lo incluyan en sus leyes para todos. Hablamos del aborto, del consumo de drogas, la legalización de las mismas, el matrimonio igualitario, la adopción igualitaria y últimamente la eutanasia.

Deberían dedicarse a ser más persuasivos con sus seguidores, y no involucrarnos a todos en sus creencias cuestionables. La conocida periodista -también americana-  Ana Kasparian se hizo viral diciendo con todas la letras: ¨No me importa que seas cristiano, no me importa que dice la Biblia¨. ¨Yo no creo en la cristiandad, eso quiere decir que tu no vas a dictar la forma en que yo vivo mi vida. Tu podés elegir no hacer abortos ni tomar anticonceptivos pero no podés decirme a mí que hacer con mi cuerpo. No me importa tu religión¨ La arenga es más larga, y se agrega en nuestro país que son una minoría que puede seguir su camino, sin imponerse a otros. Sin intentar usar deslealmente al gobierno de turno.

Ni hablar del PIT-CNT, que se siente todo poderoso gracias a la existencia de los Consejos de Salarios. La intervención del Estado convirtió las negociaciones en una tripartita, algo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cuestionó formalmente a nuestro país. Lacalle Pou -no hablamos más de tibieza- perdió la oportunidad de tomar eso para hacerse fuerte y devolverle al trabajo su funcionamiento natural: el acuerdo entre el empresario y el sindicato, sin intrusos, y sin grupos. Mucho más importante que la imposición de personería jurídica, medida que no cambió nada.

Los grupos favorecen no sólo al PIT, sino también a las grandes empresas que tienen un arma potencial para perjudicar a su competencia más pequeña. Pero se le da un poder inconmensurable al Plenario Intersindical, en detrimento de los verdaderos sindicatos que hacen la realidad laboral.

El Estado está muy lejos de ser las Carmelitas Descalzas, por eso cuanto menos derecho a intervenir le demos, mejor.

SIN TIBIEZA

El Estado y nuestras debilidades

Cincuenta años de periodismo y cierto nivel de déficit atencional (diagnosticado) me dan lo que para mí es un don. Veo lo importante con cierta facilidad, después tengo hacer un esfuerzo para complementarlo. Del discurso de Orsi, viéndolo en directo el primer día -entrando y saliendo del cuarto de la tele- quedó en mi oído su comentario sobre la libertad, un intento no demasiado elocuente de hacer una distinción entre dos tipos de libertades. Después comprobé que fue de lo más comentado de la exposición del nuevo presidente.

Asocio esto a algún discurso en redes por algún intelectual argentino que hacía la distinción entre individualismo vs colectivismo. Parece ser la renovada tendencia; como antes derecha e izquierda, o estatismo y liberalismo. Da la impresión que nuestro mandatario no terminó de aceptar esta diferenciación, optando por un enfoque que no provocara rechazo en nadie.

La separación en que insisten los intelectuales -que les gusta mantener divisiones que los favorezcan- me parecen contrarias a una realidad mucho más vivencial. No hay tal polarización; en realidad hay una suma, que unifica ambas perspectivas. Se necesita la libertad individual para entender tu camino, para elegir lo que prefieras y, sobre todo, para encontrarte a ti mismo. Ese proceso es esencial para unirse al colectivo. Aporta mucho más un individuo ¨encontrado¨ que uno que arrastra su caos. Lo colectivo se alimenta mucho mejor de quien llega para aportar desde una cabeza satisfecha, que uno demandando desde su despiste, lo que no consiguió individualmente.

En fin, no quiero entrar en una gran discusión filosófica, pero en vez de dividir, las cualidades de las dos posturas se pueden sumar.

Hemos hablado mucho del Estado, pero no debemos olvidar que el mismo se forma con las muchas debilidades y más rara vez, algunas fortalezas de la gente: individuos que luchamos desde siempre entre la condición humana y la condición animal, con una fuerte tendencia a la dependencia, lamentablemente.

Me gustó mucho la frase de J. Céspedes, autor español  que ahora veo se ha usado mucho como crítica a una diversidad de gobiernos: ¨Pon a un Lobo a redactar la ley y (pronto) verás que devorar ovejas no es delito…¨ Una definición clara sobre el Estado y quienes lo gobiernan. Nos recuerda que el Estado no es inmaculado, razona al influjo de sus invitados de turno.

¨El ciudadano medio ama a los gobiernos porque puede hacer por él lo que, si tuvieran que hacerlo ellos privadamente, terminarían presos. El gobierno puede quitarme mi dinero y dártelo a ti. Si conseguís que alguien lo haga ley, tu no vas preso, pero te llevaste mi plata¨. Esta frase del Profesor Walter Williams se hizo viral casi post mortem. Williams fue un destacado economista, académico y autor. Pero lo más interesante para mi es que, de joven, trabajó con Malcom X, un célebre revolucionario estadounidense y también amigo, y por un tiempo enemigo de Mohamed Alí. Williams, entre anarquista y libertario él, explica que Malcom X estaba en su misma línea.

El problema del mercado libre o capitalismo es que ¨todos los grupos en la nación han llegado a la conclusión que el gobierno le debe algo¨. Pasa Williams una larga lista de proteccionismo y subsidios, y recuerda especialmente, lo que llevó un montón de dinero de los contribuyentes, el ¨bailout¨(rescate) de los bancos. También señala que es fácil culpar a los políticos por el dispendio, pero son las mayorías las que le piden que hagan precisamente todo eso. Que se ocupen de ellos en todo nivel.

Hay grupos en nuestro país que agregan sus reclamos a nuestros gobiernos, también para imponer lo que ellos no tienen la habilidad de conseguir por sí mismos. En esta categoría entran las religiones. La unión religión -cualquiera que sea- con el gobierno han causado desastres en el mundo. Pero en nuestro país, si bien su participación hoy es más ¨light¨, sigue siendo muy molesta. Lo que la Iglesia no consigue que sus feligreses cumplan, intentan que los gobiernos de turno lo incluyan en sus leyes para todos. Hablamos del aborto, del consumo de drogas, la legalización de las mismas, el matrimonio igualitario, la adopción igualitaria y últimamente la eutanasia.

Deberían dedicarse a ser más persuasivos con sus seguidores, y no involucrarnos a todos en sus creencias cuestionables. La conocida periodista -también americana-  Ana Kasparian se hizo viral diciendo con todas la letras: ¨No me importa que seas cristiano, no me importa que dice la Biblia¨. ¨Yo no creo en la cristiandad, eso quiere decir que tu no vas a dictar la forma en que yo vivo mi vida. Tu podés elegir no hacer abortos ni tomar anticonceptivos pero no podés decirme a mí que hacer con mi cuerpo. No me importa tu religión¨ La arenga es más larga, y se agrega en nuestro país que son una minoría que puede seguir su camino, sin imponerse a otros. Sin intentar usar deslealmente al gobierno de turno.

Ni hablar del PIT-CNT, que se siente todo poderoso gracias a la existencia de los Consejos de Salarios. La intervención del Estado convirtió las negociaciones en una tripartita, algo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cuestionó formalmente a nuestro país. Lacalle Pou -no hablamos más de tibieza- perdió la oportunidad de tomar eso para hacerse fuerte y devolverle al trabajo su funcionamiento natural: el acuerdo entre el empresario y el sindicato, sin intrusos, y sin grupos. Mucho más importante que la imposición de personería jurídica, medida que no cambió nada.

Los grupos favorecen no sólo al PIT, sino también a las grandes empresas que tienen un arma potencial para perjudicar a su competencia más pequeña. Pero se le da un poder inconmensurable al Plenario Intersindical, en detrimento de los verdaderos sindicatos que hacen la realidad laboral.

El Estado está muy lejos de ser las Carmelitas Descalzas, por eso cuanto menos derecho a intervenir le demos, mejor.