Home Rememorando El general que zafó de su laberinto y los driblings del abogado viajero por Cristina Morán
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El general que zafó de su laberinto y los driblings del abogado viajero por Cristina Morán

El general que zafó de su laberinto y los driblings del abogado viajero por Cristina Morán
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La columna de hoy me permitió volver a tener entre las manos a García Márquez y poder disfrutar una vez más de su talento y entrar en el realismo mágico que descubrimos en “Cien años de soledad” hace ya muchos años, claro que no tantos como los que dan título al libro, pero muchos, sí. La historia de “El general en su laberinto” comienza corriendo el año de 1830 en Santa Fe de Bogotá con los preparativos del General para su viaje al puerto de Cartagena de Indias con la intención de salir de Colombia hacia Europa algo que Simón Bolívar, el Libertador, nunca logró. En un momento de la narración el autor escribe: “El laberinto no conduce a la felicidad; en cambio resulta en la locura de la reflexión constante sobre el pasado y un futuro imposible”. Muy distintos los laberintos de los dos generales tan distanciados en el tiempo. El general de hoy, siglo XXI año 2020, sorteó un laberinto que en realidad no creo que lo haya sorprendido (no preocupado) porque siguiendo su historia, desde la primera vez que concurrió a la Fiscalía pasando por la segunda cuando masticaba chicle y miraba sin ver a su alrededor y en especial hacia arriba, hacia el vacío, llegando al momento en que nos hizo saber  que se presentaría a declarar y que por consiguiente no sería necesario llegar a la etapa de plantear y discutir su desafuero, pero luego cambió y recordamos también sus cinco minutos antes de iniciarse la sesión de la cámara y más tarde lo escuchamos muchas veces más dando sus razones para no presentarse y siempre arrojando dardos contra la fiscalía sembrando dudas y desconfianza sobre uno de nuestros valores más preciados, la justicia, finalizando la historia con la extensa sesión para tratar su posible desafuero que, hasta el más ingenuo, tenía claro que no llegaría. Y nuevamente, como en fiscalía la segunda vez, miró hacia arriba, pero no al vacío, sino a la barra y en la barra, tal vez a alguien en especial y algo como una sonrisa, marcó su rostro. Siga usted,  General, con su honor en alto cumpliendo en su banca del Senado de la República con la responsabilidad que la ciudadanía le ha otorgado. El abogado (el otro personaje de la columna de hoy) está siendo investigado por sus viajes y su compañía en ellos. Fue a declarar a Presidencia y al igual que todos aquellos que miran los noticieros pude observar como el doctor en derecho llevando un tapaboca que cubría al igual su nariz ( y que también, quizá, lo ayudaba a ocultar gestos y a apagar el sonido de murmullos entre dientes) escapaba de los periodistas de radio, televisión y medios gráficos poniendo a prueba su estado físico y el de los representantes de los distintos medios que lo perseguían sin darle tregua (y el tampoco a ellos con su original huida) protagonizando un escape digno de Messi cuando dribleando con una velocidad de piernas y de cerebro que  continúa asombrándome va dejando a sus rivales desarmados rumbo a la meta donde lo espera un hombre que muchas veces debe resignarse a ver el balón pegar contra la red del arco que con celo custodiaba. Así lo vi al abogado firme, sin siquiera dirigirles la mirada, pasando por detrás de una columna, subiendo y bajando aceras, dribleando aquí y allá y ellos ( periodistas, fotógrafos y camarógrafos) sin aflojar hasta que la codiciada presa dirigió sus pasos hacia su meta (donde nadie lo esperaba para hacerle preguntas) abrió la puerta de vidrio que reflejaba su figura y la de los perseguidores y se terminó de esa manera una parte de la historia que continuará, tal vez, con preguntas que no se podrán driblear y respuestas que tratarán de convencer. Estoy llegando al final pero antes de pasarme de espacio, permítanme dos cosas: darle la bienvenida a la mujer que dirigirá los destinos de la bella Montevideo durante cinco años, Ingeniera Carolina Cosse deseándole también éxito en su gestión que de sencilla no tiene nada y la otra es compartir con ustedes una frase que descubrí, al releerlo, en “El general en su laberinto” :”Siempre será así, mientras los subalternos sigan mintiéndonos para complacernos”. Hasta la próxima. Que seas feliz. Ahora y siempre.

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Cristina Moran En 1948 comienza su actividad en CX 16 Radio Carve. En el año 1956 forma parte del grupo de pioneros que da inicio a las transmisiones de Televisión en Uruguay, a través de Saeta TV Canal 10. En 1968 comienza en Canal 10 su programa Domingos Continuados que cierra el ciclo 20 años más tarde. En los ´80 se integra a los movimientos de mujeres y participa en el congreso “La situación de la Mujer en América Latina y el Caribe” celebrado en Cuba y en 1987 viaja a la entonces Unión Soviética junto a 23 compatriotas convocadas por el Congreso Mundial de Mujeres. En teatro actuó en varias obras como: “Mi suegra es una fiera”. “ El Avaro”, “¿Dónde está Miusoff?”, “La pecera”, “Homu Calvus”, “Estimada señorita Consuelo” ,“Los cálices vacíos”, “Ocho mujeres”, “Jardín de otoño”, “Candombe al sur”, “Mujeres en el armario”, “Orinoco”, “A la deriva”, “Steel magnolias”, “Sus ojos se cerraron ”, “Las preciosas ridículas”, “La dulce historia de Florinda Flores”, “La Morán se confiesa”. Es colaboradora de Semanario Voces con su columna Rememorando.