El irlandés (The Irishman), USA 2019. Dirección: Martin Scorsese. Libreto: Steve Zaillian basado en libro de Charles Brandt. Fotografía: Rodrigo Prieto. Música: Robbie Robertson. Con: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Harvey Keitel, Anna Paquin, Bobby Cannavale. Estreno: 21 de noviembre. Calificación: Muy buena.
Por la expectativa generada en la previa El irlandés es sin duda el estreno del año. Primero porque significa el retorno del mayor realizador estadounidense vivo, Martin Scorsese, al universo de la mafia y el mundo barrial, pero sobre todo por la inseguridad acerca de si la película se vería en Montevideo en cines o habría que esperar a que la exhibiera Netflix para sus abonados. Es que El irlandés se vio en medio de la guerra que el gigante del streaming mantiene desde hace varias temporadas contra las cadenas exhibidoras, por lo que hasta hoy debió conformarse con acceder a salas independientes limitadas. Por ser Scorsese, con El irlandés Netflix fue más lejos, llegando a contratar salas de teatro para que se proyecte dentro de lo exigido y poder competir para el Oscar. La guerra de Netflix con las cadenas de cine es clara: las salas le piden que respete el tiempo habitual entre la exhibición comercial y la salida al mercado doméstico; Netflix considera que ese acuerdo, generado en 1990, está caduco y atenta contra su principal cometido: brindar cine a sus abonados. El resultado del tira y afloje es que sólo 50 cines exhibieron el film en España, mientras que en Francia no se estrenó. En Montevideo sólo puede verse en Cinemateca… y desde ayer por Netflix, claro.
Guerras aparte, esta vuelta de Scorsese es por la puerta grande, amparada en sus fetiches (Robert De Niro, Joe Pesci, Harvey Keitel) y viejas obsesiones: la mafia, sus códigos, sus traiciones y culpas, la búsqueda de redención y la imposibilidad que convivan el universo criminal y el microcosmos familiar. Un mundo que reflota el eterno tema de la violencia, de la calle como sinónimo de miedo e ilegalidad, de esa fuerza bruta mamada por Scorsese desde su niñez en Queens y su adolescencia en Bronx. Pero hay algo más en El irlandés, y es lo que la agiganta: hay por primera vez historias dentro de la gran Historia americana desde 1955 a 1975, amalgamada a la perfección con sus películas habituales de pandilleros y mafiosos (Calles peligrosas, Buenos muchachos, Casino, Los infiltrados, la seminal Pandillas de Nueva York). Lo curioso es que mediante ese método El irlandés amplía y a la vez sintetiza el mundo de Scorsese, y redondea una summa del cine gangsteril, no sólo porque saca del círculo barrial su viejo tema y lo proyecta sobre la gran Historia de un país construido a sangre y fuego, sino porque la zona final del film presenta reflexiones nuevas en su obra. Scorsese medita allí sobre la soledad absoluta del poderoso (de similar manera a como Coppola lo hacía en el final de El Padrino 2) y sobre el arrasador paso del tiempo y la llegada de la muerte inevitable, con un nivel de macizo pesimismo que causaría envidia al Kubrick de Barry Lyndon.
Por eso El irlandés es épica e intimista a la vez. Basada en el libro Oí que pintabas casas, del Fiscal de Delaware Charles Brandt, se basa en el testimonio de Frank Sheeran (De Niro), ex camionero y veterano de guerra que pasó la mayor parte de su vida como asesino a sueldo del mafioso Russell Bufalino (Pesci), y luego como guardaespaldas, hombre de confianza y amigo de Jimmy Hoffa (Al Pacino), el controvertido y poderoso líder del sindicato de camioneros. Se inicia con un hermoso plano secuencia en un geriátrico, que culmina con un Sheeran en silla de ruedas y un primer plano de un reloj en su muñeca, detalle fundamental porque el tiempo es aquí la verdadera clave de la historia. El film dura tres horas y media, y Scorsese invierte una hora inicial para narrar el ascenso de Sheeran en los corredores de la mafia, dos horas para trazar su relación con Hoffa, y media hora final para un epílogo brutal por lo angustiante y lo emotivo. De la mano de su notable y octogenaria montajista Thelma Schoonmaker el tempo narrativo es impecable, porque aunque el film se edificó como un puzzle donde la multiplicidad de personajes y situaciones es enorme, todo resulta siempre diáfano y preciso: no he podido hallar una sola escena que sobre.
Es cierto, hay dos decisiones discutibles de Scorsese. Una es haberse empeñado en rejuvenecer mediante efectos especiales a De Niro y Pesci. No es bueno el resultado, y hubiera sido más inteligente apelar a dos actores jóvenes para componer sus personajes en la hora inicial, algo que hacía muy bien en 1984 Sergio Leone para su elefantiásica y también gangsteril Érase una vez en América. El otro punto discutible es edificar paso a paso el cuestionador personaje de la hija menor de Sheeran hasta convertirla en mujer (Anna Paquin). Llegado ese momento, uno espera la gran escena de ajuste de cuentas familiar, y sin embargo ésta nunca llega, mientras el personaje se diluye en la nada. Son empero reparos menores para un poderoso film de mafias, conspiraciones y plataformas capaces de sostener candidaturas presidenciales (Bufalino a Kennedy, Hoffa a Nixon), mientras se retoma el tema de la impunidad, las carreras delictivas que no culminan en prisión, las maratones asesinas, las amistades falsas, y el humor visible enmascarando al cinismo más letal. Al habitual cuidado estético de Scorsese hay que sumar la sobriedad de De Niro, que por una vez no molesta, y dos antológicas labores de Pacino y Pesci. Sin duda El irlandés entra en el top five del director y se erige como uno de los mejores títulos de la actual temporada.
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