El “Padrino» bancario Por Hoenir Sarthou
Pasan cosas más graves en el Uruguay.
Por ejemplo, que el Estado, probablemente por obligación contractual secreta, siga comprando vacunas Covid19 pese a su inefectividad como vacunas y a los, a estas alturas, dolorosos e innegables efectos adversos que han causado.
O que la empresa transnacional Minerva SA intente lograr una posición dominante o monopólica en el mercado uruguayo de la carne, como lo han denunciado Un Solo Uruguay, La Liga Uruguaya de Defensa del Consumidor y la Unión de Vendedores de Carne. Porque sabido es que el control de la producción de alimentos por parte de muy pocas empresas conspira contra la soberanía y la seguridad alimentaria del País.
Lo que voy a contarles hoy puede parecer algo menor ante eso. Pero, como esos otros dos hechos, es revelador de cosas que están pasando en la economía, en la sociedad y en la gestión política del Uruguay.
Ayer, martes 20, estaba yo conversando con una persona de mi confianza cuando a esa persona le sonó el celular.
Apenas atendió el teléfono, a mi amigo le llegó una catarata de palabras apresuradas, entusiastas y en tono de voz bastante alto (yo podía oírlas a un metro de distancia del celular).
Una voz de mujer joven, que dijo hablar por un banco privado de nombre muy hispánico, decía: -Tengo una muy buena noticia. Usted tiene a su disposición un nuevo servicio que les da seguridad a sus depósitos bancarios.
Mi amigo, que andaba apurado y con pocas pulgas, contestó: -Esperá, ¿me informás que tengo un servicio, o me querés vender un servicio nuevo?
-¿Usted no quiere tener asegurados sus depósitos de hasta 10.000 y pico de dólares? (no pude oír bien la suma precisa y mi amigo no la recuerda, pero era poco más de 10.000).
Mi amigo sonrió, me hizo una guiñada, y preguntó: “¿Y cuánto me va a costar eso?
-Bueno, nosotros lo que priorizamos es la tranquilidad del cliente- respondió la muchacha un poco menos animosa.
-Yo creí que tener el dinero depositado en el Banco era seguro- retrucó mi amigo.
-¿Está enterado de los fraudes informáticos que están ocurriendo?- argumentó la vendedora.
Lamentablemente, mi amigo andaba con poco tiempo y cortó la conversación con un “No me interesa”, porque habría sido muy interesante hacer hablar a la vendedora sobre esa venta de seguridad.
¿Se acuerdan de Al Capone y de los tantos mafiosos del cine, desde Don Corleone hasta El Irlandés, pasando por Buenos muchachos y los Soprano?
Fueron -y seguramente siguen siendo- los maestros de la “venta de protección”.
El negocio es rendidor y simple: “O pagás por protección o te rompemos todo tu comercio. Pero, si nos pagás, estás “protegido”.
Es sorprendente la similitud con el nuevo “servicio bancario”.
Resulta que uno deposita dinero en un banco buscando precisamente seguridad. Pero, para estar a salvo de hackers, de los que el banco debería protegerse y protegernos, hay que pagar una cuota adicional. La consecuencia es lógica, “Si no pagaste, no te quejes si te roban”.
Hay dos factores que han cimentado este nuevo “servicio”, casi extorsivo. Uno es la inexplicable ola de fraudes informáticos sobre las cuentas bancarias. El otro es la lamentable actitud del Banco República, que se niega a reconocer su responsabilidad en gran parte de esos fraudes y, con esa actitud, ha alentado la irresponsabilidad de los bancos privados, que ahora también se niegan a pagar.
Algo que poca gente sabe es que el dinero depositado en cuentas a la vista pasa a ser propiedad del banco, y que el ahorrista sólo tiene un crédito contra el banco.
Eso significa que el robado por los hackers es el banco, que es el dueño del dinero, y no el cliente. Por lo que, en principio, el banco debe reponer al cliente el dinero sustraído.
Sin embargo, los bancos parecen alegremente afiliados a la teoría del “Viva la Pepa”. Falla la seguridad, los hackers acceden a los correos o a las claves de los clientes, el dinero se les entrega sin control, y el que se embroma es el ahorrista.
Peor aún, ahora los bancos quieren ganar más vendiendo “protección” contra los hackers que les roban a ellos. “El mundo del revés” es un poroto.
Este no es un disparate aislado. Los intereses sin límite, el mafioso “Clearing” que vende información privada y hace perder el crédito sin ningún control judicial, las retenciones de hasta el 70% de los sueldos y de las jubilaciones, son parte de esta especie de paraíso financiero, o más bien paraíso de las empresas financieras, en que se ha convertido el Uruguay.
¿Hasta cuándo?
Hasta que digamos “Basta”.
Cosa que debimos hacer hace muchísimo tiempo
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