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El teatro en el ring

El teatro en el ring
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Una expresión característica de algunas críticas teatrales de hace algunos años era: “el director no entendió al autor”, sentencia que, como hemos señalado antes, implica al menos dos afirmaciones  más. La primera es que el crítico que realiza el juicio sí entiende al autor, y en ese caso quizá lo mejor que podría hacer es dirigir él mismo un espectáculo para que el “autor” llegue de forma transparente al público. La otra afirmación que se desprende del juicio inicial es en realidad la que resulta peligrosa, porque parece señalar que hay una sola forma de “entender” al “autor”, una forma que trasciende los tiempos históricos, las particularidades culturales, o las diferentes formas de interpretar un texto según las características del colectivo teatral que lo ponga en escena.

Pero que el texto en sí mismo contiene al espectáculo es algo que también han defendido muchos “autores”. El actor francés Serge Reggiani contaba que, durante los ensayos de Los secuestrados de Altona (de Jean Paul Sartre, estrenada en 1959 con dirección de François Darbon) el propio Sartre le decía al elenco mostrando un ejemplar de la pieza recién editado: “Esto es lo fundamental: el libro”.

El crítico, espectáculo de Fernando Rodríguez Compare sobre texto del español Juan Mayorga, nos presenta justamente un debate entre un autor (Scarpa, interpretado por Fernando Amaral) y un crítico (Volodia, a cargo de Ricardo Perdomo) momentos después del estreno de la última obra de Scarpa. El éxito del autor se plasmó en un prolongado aplauso del público, pero lo que le interesa a Scarpa es la opinión de Volodia, la única persona del medio teatral que, aparentemente, aún no se ha rendido a su talento. Si bien uno tiende a pensar que esta discusión resulta algo anacrónica, es el propio “crítico” de Mayorga el que se encarga de contextualizar el diálogo: “Me sobreestima, Scarpa. Mi poder se reduce a dar una opinión acerca de lo que veo. ¿Y a quién le importa mi opinión? (…) Obtener mi aprobación o mi rechazo no significa nada en eso que llaman “el mundo del espectáculo” (…) Si mi crítica dejara de publicarse, ¿quién lo notaría? ¿Quién lee mis críticas”. Es claro que no estamos ante un crítico de aquellos que determinaban la suerte o no de un espectáculo, aunque sí ante uno que puede hacer dudar de las convicciones del autor. En este punto Scarpa responde: “Todos (leen sus críticas). Quiero decir: todos los encausados, especialmente los que niegan leerlas. Autores, directores, actores, todos aseguran no leer sus críticas, o leerlas sólo para reírse de su incompetencia. En realidad, todos aguardan su crítica como escolares esperando que el maestro reparta las notas.”

Esta relación no biunívoca entre éxito de taquilla y evaluación crítica o valoración de un espectáculo teatral Mayorga la grafica en el cuaderno en que Volodia escribe sus críticas. Ese cuaderno era un viejo libro de contabilidad de la madre del crítico, quien contabilizaba la cantidad de entradas vendidas en el teatro “Metropolitan”. De un lado de las hojas hay números que expresan cantidad de entradas, en el reverso se escriben críticas que los valoran. Es claro que estamos ante una obra de teatro que habla sobre teatro, y para quitarle solemnidad al hecho Mayorga lo explicita, ironizando, al hacer que Volodia afirme: “Estoy harto de obras de teatro que tratan de teatro. Ya sé que Shakespeare escribió alguna, pero era Shakespeare, por lo general las obras sobre teatro sólo interesan a la gente que hace teatro”. Estamos ante una obra que tiene como objeto al propio teatro entonces, y en ese contexto se desarrolla una disputa entre formas de recibirlo o abordarlo. Ya los nombres de los personajes, Volodia y Scarpa, remiten a dos tradiciones poderosas del teatro occidental.

¿Cómo se acerca al hecho escénico el crítico Volodia? Él mismo responde: “A veces, la obra se me impone y desata una tormenta en mi interior. Otras veces, las más de las veces, la obra no consigue dominarme. En ese caso, lo que veo no es una obra acabada, sino un borrador, un esbozo. Entonces no acepto el camino que la obra me marca (…) Empiezo a imaginar los personajes interpretados de otro modo, el espectáculo dirigido de otra forma (…) Poco a poco, en mi cabeza crece una obra distinta de la que está en el escenario. Una obra mayor que la que está en el escenario.” El gesto creativo “autoral” del crítico ante la obra contrasta contra la expresión “crítica” que Scarpa, el autor, plantea sobre la versión que se acaba de poner en escena: “No toda la culpa es suya (Volodia). La puesta en escena ha contribuido a confundirlo. Una escenografía tan bonita, tan imbécilmente bonita… El director no ha comprendido nada, por eso ha llenado el escenario de cosas bonitas, para camuflar su falta de ideas. Y su falta de confianza en los espectadores, en los actores y en sí mismo.”

En el devenir de la obra los personajes se modifican, adquiriendo características de su rival. No se detienen en lo que ven sino que pretenden que haya algo más, algo que está implícito en la obra pero que el equipo específicamente “teatrista” (elenco, dirección, diseño) no supo o no pudo ver. Y en este gesto de buscar algo más allá de lo que aparece en el escenario, los personajes se hermanan. Volodia dirá, hablando de los personajes de Scarpa: “No es un hombre contra otro, son dos hombres contra el mundo, un solo cuerpo. Hombres de los que Dios ha apartado la mirada, que no soportan eso que hay entre el nacimiento y la muerte, hombres que odian vivir.” Y estas palabras se ajustan perfectamente a las que podríamos adjudicar Scarpa y Volodia. En definitiva son dos personajes que buscan en el teatro lo que no encuentran en la realidad.

La puesta de Rodríguez Compare apuesta a la idea de que los personajes de El crítico se corresponden con los boxeadores que protagonizan la obra de Scarpa, y para subrayarlo coloca un saco de boxeo en el escenario, en tanto que las escenas se pautarán a partir del típico sonido de la campana de un ring. El trabajo de Perdomo y Amaral se asemeja al de dos púgiles que al comienzo se estudian, y que luego irán ganando alternativamente el centro del ring, poniendo al rival contra las cuerdas o abrazándolo para conseguir un poco de aire. Quizá por las características de su personaje, más irascible y agresivo, se destaca la actuación de Amaral, quien arremete a golpes verbales por momento, mientras duda y se repliega por otros. Finalmente veremos brillar su rostro, como el de un boxeador imaginando un futuro exitoso, mientras, ya ocupando el rol de su rival, afirma: “al teatro le pedimos la verdad, toda la verdad. Por eso nos ha defraudado la obra que hemos visto esta noche.”

Pero El crítico no defrauda, esperemos pronto haya nuevas veladas que enfrenten a Scarpa y Volodia en el ring de la hermosa sala de Alejandría Café de las Artes.

El crítico.  Autor: Juan Mayorga. Dirección: Fernando Rodríguez Compare. Elenco: Fernando Amaral y Ricardo Perdomo.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.