“Éste fue el gran romance de Argentina”
La escritora y sicóloga Cynthia Wila acaba de publicar la novela “Eva y Juan. La historia de una pasión jamás contada”. Se basa en la intensa relación que mantuvieron Juan Domingo Perón y Eva Duarte. La autora contó a Voces cómo dio forma a ésta historia que cruza investigación con ficción.
Eva Duarte y Juan Domingo Perón son la pareja más intensa y famosa de la historia argentina. Aunque fueron amados y odiados con igual fervor por sucesivas generaciones, sin embargo el relato íntimo de su pasión permanece en sombras. También es poco lo que se sabe de ellos antes de que se encontraran, se enamoraran y llegaran a la vida pública para cambiar el rumbo de la política y convertirse en mitos universales.
Con audacia y talento, pero basada en una sólida investigación, Cynthia Wila se anima en “Eva uy Juan” a imaginarlos desde la infancia y seguir los hilos de sus vidas hasta que confluyen en una trama común. Colmada de detalles que transportan al lector a otras épocas y ciudades, esta subyugante novela revela el lado más humano y pasional de esta unión, donde sexo y poder se mezclaron para engendrar un amor con destino de leyenda.
Cynthia Wila nació en Brasil, en 1971. Tras vivir en los Estados Unidos y en Uruguay, se radicó en la Argentina. Se recibió como abogada en la Universidad de Buenos Aires y como licenciada en Psicología en la Universidad Argentina John F. Kennedy. Participó en numerosos seminarios y ha sido disertante en diversas jornadas de estudios psicoanalíticos. Junto con el licenciado Gabriel Rolón, ha dictado conferencias sobre el amor y las pasiones en diferentes localidades de la Argentina. Además de dedicarse a la escritura, trabaja como abogada y psicóloga clínica. Su primera novela, Pasiones en guerra (Emecé, 2014), fue un éxito de ventas.
¿Por qué elegiste retratar estos dos personajes que suelen generar sentimientos y pasiones encontradas en Argentina? ¿Es un acto de osadía, un acto de provocación?
No tiene que ver con la provocación. Es un acto de valentía se podría decir. Fue una propuesta de la editorial, porque en mi novela anterior uno de los personajes había tenido una amistad con Evita, y entonces le interesó abrir esa veta. Y me propuso que contara la historia de amor y de pasión, justamente porque era una historia que nadie había contado hasta el momento.
¿Por qué crees que nadie se había animado a dar ese paso después de tantos años?
No tengo mucha idea; era algo difícil de construir porque no había mucha data respecto a eso. Había más información acerca de quiénes eran como personajes públicos o políticos; pero no sé por qué nadie lo hizo. Hubo sí algunas películas que si bien no se centraron en el amor de ellos, lo tocaron de soslayo. Pero siempre en el contexto histórico como personajes políticos y yo no quería ir por ahí. Yo escribo novela histórica romántica y este fue un gran romance, quizás EL romance de la Argentina, independientemente de lo que pasó después. Y más allá de los amores o los odios que pudiesen despertar estos dos personajes, que antes de ser personajes fueron personas. Entonces me interesó contar qué pasaba en su intimidad, con sus emociones, en sus huesos, su sangre, con el amor. Y por dónde les pasaba la pasión.
¿Y de qué te nutriste para reconstruir esto, de lo que poco o nada se sabe?
El libro es un entretejido entre ficción y realidad todo el tiempo. Investigué muchísimo acerca de lo que había para armar y sobre lo que faltaba. Me nutrí de lo que había y luego de mi imaginación, la creación de la intuición. Estuve leyendo mucho, leí mucha historia, a historiadores clásicos, revisionistas, de un lado y del otro. También vi muchos documentales, observé lo puntual, los silencios, la cadencia de la voz, los tonos al hablar. Tuve la oportunidad de entrevistarme con gente que los ha conocido, que ha sabido de ellos, que me han contado anécdotas. Me entrevisté con Lorenzo Pepe, el presidente del Instituto Perón, un señor ya grande, amigo de Perón. Estuvo con él en España y es el guardián de todo lo que tenga que ver con la documentación del peronismo. También tuve una hermosa charla con la sobrina nieta de Perón. Digamos que tuve la naranja y el jugo lo exprimí yo (Risas).
¿Cuánto duró ese proceso?
Dos años de investigación. Hubo muchas cosas que nadie sabe, y no todas las conté. Algunas me las guardé y algunas las conté a mi manera, les puse mi imaginación al escribir- Lo que más me sorprendió fueron las similitudes o las huellas quizás dolorosas que pude encontrar con relación a la historia genealógica de Perón y la historia de Eva. En la historia de Perón también hay mujeres que han tenido relaciones con hombres y han tenido hijos con esos hombres sin casarse, en momentos en los que estaba mal visto. Estuvo rodeado de mujeres, primero por una mamá muy presente, muy buena, muy sensible, descendiente de tehuelches. Y luego por dos tías y una abuela con mucho carácter, una abuela uruguaya que fue la que lo crio cuando lo mandan los padres a Buenos Aires. La abuela vivía en un colegio y estas dos tías lo marcaban de cerca, fue un hombre criado entre mujeres. Y en principio con la sensibilidad que le habían enseñado de niño, porque sus padres eran muy sensibles a la cuestión social, a las injusticias. Su papá era un juez de paz, un administrador de estancias, y él se crio entre peones. Su padre le recitaba los versos del gaucho Martín Fierro.
¿Y con respecto a Eva? ¿Cómo fue el camino de reconstrucción de su vida?
En realidad en Eva lo que quedó fue la marca más fuerte que puede sentir un ser humano que es la falta de reconocimiento. El papá no le dio su apellido ella era una hija ilegítima; se les decía “bastardos” en esos tiempos. Era una época cruel en donde la sociedad los segregaba, entonces ese dolor por la falta de nombre paterno se traduce en «no me quisieron», «no soy, no puedo tener un nombre propio». Es el dolor más fuerte que puede tener un ser humano y entiendo yo que este dolor simuló el deseo de ser actriz. Y digo simuló porque creo que el deseo de ser actriz encubría un deseo mucho más profundo que era el de ser reconocida, que la nombraran, el tener una voz, que alguien la mirara, la escuchara, la aplaudiera , ser vista. Y me parece que ese deseo lo superó con creces porque no solo la reconoce Perón, porque se casa con ella y le da un nombre, le da el nombre que le faltaba, sino que luego es adorada por un pueblo entero.
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