“Éste libro es como un homenaje a un momento de la historia del Uruguay”
La escritora española María Tena acaba de presentar el libro “Nada que no sepas”, que obtuvo el premio XIV Tusquets Editores de Novela 2018. De paso por Montevideo, contó a Voces cómo dio vida a ésta historia que se ubica en el Montevideo de los 60.
María Tena (Madrid, 1953) pasó sus primeros años de vida en Dublín, Montevideo y Madrid rodeada de libros y escritores. Es licenciada en Filosofía y Letras, especialidad de Literatura Hispánica, y en Derecho. Hizo su tesis de licenciatura sobre Las revistas poéticas española de 1900 a 1936. Su vida profesional en la administración pública se ha movido siempre en torno a proyectos culturales o educativos. Es colaboradora habitual de revistas literarias, tanto en papel como en la red, donde ha publicado cuentos, artículos y entrevistas. Entre sus obras destacan Todavía tú y Tenemos que vernos (finalista del Premio Herralde de Novela 2002).
Respecto a “Nada que no sepas”, se dice que en plena crisis de pareja, la narradora de esta novela vuelve al episodio que marcó el final abrupto de su adolescencia y de los años más felices de su familia: la muerte inesperada de su madre en un desconocido Uruguay de finales de la década de los sesenta, cuando nada, aparentemente, turbaba una vida que transcurría entre fiestas elegantes al aire libre, días en la playa o animadas celebraciones. Obsesionada por aquel final, la protagonista regresa, muchos años después, al reencuentro con amigas de la infancia, con las mujeres que conocieron a su padre, fascinante y seductor, y con aquellos que puedan contarle por qué ella y su hermano tuvieron que partir para España apresuradamente tras el fallecimiento de la madre.
¿Cómo encontraste Montevideo en ésta visita?
Muy bien, la verdad. Encontré de bueno que está arreglándose, con las elecciones, preparándose. Democracia pura, con mucha expectativa por lo que va a pasar. Porque está en un momento interesante Uruguay, lleváis unos cuantos años de consolidación, de Derechos Humanos, de tranquilidad. Ojalá todo salga bien.
¿Cuáles son los cambios más radicales que notaste respecto a aquella infancia que supiste vivir en su momento, y que están en éste libro?
Lo que vivimos nosotros era un paraíso total en aquel Carrasco, éramos muy pequeños, no me acuerdo mucho de ello. Pero me han contado muchas cosas, yo vivía en medio de un grupo de artistas, de gente culta, con un buen pasar, con posibilidades económicas. En la novela al final la cosa cambia, pero esperemos que en Uruguay estos valores que tienen en este momento y las realidades que tiene en este momento, sean cada vez mayores y cada vez más estables. Yo estuve muchos años sin venir a Uruguay, cuarenta y tantos años, y de repente pensé que quería volver. Y lo que fue muy emocionante es que cuando volví me encontré que las personas, a las que recuerdo que eran niños. Fue como retomar una conversación, me recibieron con los brazos abiertos. Hicieron una fiesta con toda la gente que conocíamos entonces, con sus padres. Fue una cosa muy emocionante. He seguido volviendo. Cada vez que tengo un poco de dinero ahorrado vuelvo al Uruguay y me encuentro con esos amigos fantásticos. Y poco a poco me fui dando cuenta que los que habíamos estado en los años sesenta, estuvimos en algo excepcional, un ambiente culto. Y entonces pensé “esto puede ser una novela”. Empecé a darle vueltas y la novela fue saliendo poco a poco.
¿Cómo fuiste haciendo esa reconstrucción? ¿Basado en tus propios recuerdos?
Yo lo que tenía seguro, lo que funcionaba seguro, era el sitio, el lugar, o sea Carrasco y su ambiente. El ambiente de la gente que lo pasaba bien, que se reía, que siempre estaban contentos, que nunca se peleaban entre ellos. Todo eso eran cosas que yo sabía porque lo había vivido, y había muchísimas cosas que no sabía. Como el no saber de los niños, porque los niños a veces experimentan cosas pero no saben ponerlas en palabras. Lo que no sabía lo busqué, y con lo que me imaginé, con lo que me inventé, hice esta novela que de alguna manera tiene eso también que tenemos los escritores, que es que nos encanta indagar en los márgenes, en los sueños, en lo que pudo ser. Los escritores hablamos de una mezcla de sueños y deseos. Y aparece un Uruguay un poco idealizado quizás, pero que en la segunda parte del relato cambia un poco. Cambia mucho.
Cuando fuiste armando la historia, ¿pensaste en el posible lector uruguayo y su juicio de valor?
Yo pensaba que la novela le iba a gustar al lector uruguayo, sí pensé en el lector uruguayo. Éste libro es como un homenaje a un momento de la historia del Uruguay, que era la Suiza de América, que tenía un buen pasar económico, donde se montó una gente muy culta que vivió muy libremente. Hay muchos uruguayos a quienes les ha encantado la novela, me han escrito entusiasmados. Y hay otros a los que no les ha gustado nada. Se han quedado en la anécdota de quién era quién. Pero también es interesante que una novela cause algo de polémica, no pasa nada con eso. Lo admito y me parece también genial. Me parece muy bien que lo haya leído gente que está en contra. Hay gente que la ha leído dos o tres veces para ver qué podían encontrar. Y está bien, porque la novela es muy compacta, se escribió en cuatro años. Tiene muchas vueltas y tiene muchos niveles de veracidad, de credibilidad o de ficción. Está muy trabajada.
¿Qué significa a nivel de impulso de seguir escribiendo un reconocimiento como el que obtuvo este libro en particular?
Para mí es un honor y un paso adelante brutal, porque yo había empezado en Anagrama luego empecé a viajar, y ya era más difícil porque Anagrama tenía muchos autores. No coincidíamos. Yo quería una editorial puramente literaria y eso es lo que me ha dado este premio. Y también me ha dado una tremenda preocupación sobre si seré capaz de mantener éste nivel, eso me preocupa mucho y me tiene muy nerviosa (Risas).
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