Sísifo es un personaje de la mitología griega condenado a empujar una piedra hacia la cima de una montaña, piedra que inevitablemente volverá a caer justo cuando Sísifo esté a punto de alcanzar la meta. Esta circularidad que le quita sentido a la actividad misma es fuente de una de las reflexiones filosóficas más peculiares de Albert Camus (1937-1960) volcada en el ensayo El Mito de Sísifo. Así como la rutina incambiada del personaje mitológico parece carecer de sentido, Camus se preguntaba por el sentido de la rutina diaria de un ser humano occidental del siglo XX. No es este ensayo el que Carlos Muñoz adapta al teatro en La Candela, pero tanto al comienzo como al final el espectador puede ver a los actores intentando trepar a las paredes de piedra de la sala, trepan, caen y vuelven a empezar. La referencia parece clara, y tiene lógica si pensamos en que en la obra de Camus “campean las mismas preocupaciones” como se ha afirmado: “el hombre ‘extranjero al mundo’, la angustia de la condición humana”.
Camus nació en Argelia, su padre murió en la guerra en 1914. En medio de grandes dificultades económicas realiza sus primeros estudios en Argel, donde realizará el bachillerato y obtendrá el grado de licenciado en filosofía. Cercano desde siempre al medio obrero en el que vivió desde su infancia, adhiere al Partido Comunista pero se aleja por diferencias respecto al pacto germano soviético y a la autonomía que consideraba debía tener el partido de Argelia respecto al francés. Organizó un grupo teatral que presentó como primera obra una adaptación de Tiempo de desprecio, de Malraux, seguido de obras de Esquilo, Shakespeare, etcétera. En 1938 ingresa al periodismo y luego se traslada a París. La tuberculosis le impide intervenir en la Segunda Guerra, pero participa del movimiento clandestino y se hace cargo de la publicación Combat. Antes había empezado a publicar escritos de diversa índole: obras de teatro, ensayos filosóficos, novelas. El extranjero es una novela de 1942, mismo año en que se edita El mito de Sísifo, mientras que otras de sus obras son: El malentendido (teatro, 1944), La peste (novela, 1947) o El hombre rebelde (ensayo, 1951). En 1957 obtiene el Premio Nobel de Literatura y muere tres años después en un accidente de tránsito.
Como se ha escrito, no es posible desvincular El extranjero de El mito de Sísifo en que Camus establece el absurdo de la relación del hombre con el mundo dando el ejemplo con la vida diaria de un hombre cualquiera, el homo absurdos, que en El extranjero es representado por el protagonista Meursault (Marsol en la adaptación de Mariana Trujillo y Carlos Muñoz). Marsol aparece en la novela justamente como alguien no adaptado del todo al mundo, como un “extranjero” que vive lo inmediato, atendiendo a las necesidades del momento, respondiendo a los estímulos de los sentidos. Todo parece ser indiferente y nada tiene valor especial. Por una circunstancia fortuita dispara a un árabe con el que ha tenido una pelea en la playa, y en un estado no muy claro, dispara varios tiros más, hecho que dividirá en dos su existencia.
La indiferencia hacia el mundo es descrita en detalle a partir de varios gestos y acciones en la novela, pero en la adaptación de Trujillo-Muñoz la obra comienza con Marsol narrando los hechos que derivan en el asesinato. La decisión es teatralmente efectiva, porque a partir de los hechos consumados la obra se centra en un juicio en que parece más importante juzgar, flashbacks mediante, la moral de Marsol que los hechos en sí. Nadie intenta fijarse en lo sucedido, sino en la incapacidad del protagonista de “empatizar” con el mundo, de “sufrir” ante la muerte de su madre, o de entender la “necesidad de la fe”. Ni siquiera el vínculo con su novia parece ser más que una necesidad social que Marsol cumple con desapego. Todo cambiará con la certeza de la muerte, que enfrentará a Marsol con la hipocresía de la sociedad en que vive, pero que le permitirá por primera vez reflexionar sobre el sentido de su vida, rechazando violentamente la misericordia que le ofrecen.
La adaptación dialoga con otros momentos de una obra general de Camus atravesada por las mismas inquietudes. La pena de muerte en sí y la ejecución es motivo de una reflexión que se continuará en La Peste con particular detalle. Pero lo más eficaz de la versión es la presentación del juicio como espectáculo, y el énfasis en la necesidad de “actuar” que se le impone a Marsol para lograr que no se le condene. La falsedad del tránsito por la vida parece ser un hecho que le interesaba destacar particularmente a los creadores de esta versión teatral, quizá con algunos subrayados “espectaculares” que acercan este clásico de Camus al presente.
La música, con armonías que remiten al mundo árabe, y un diseño del espacio despojado, en que un puñado de sillas sirve para marcar los diversos espacios de la obra, ponen coordenadas para que el elenco nos muestre esta reflexión acerca del hombre encadenado a repetirse en el mundo, o a despegarse de esa repetición asumiendo la falta de sentido pero sin desesperar, en una particular elaboración del ser para la muerte heideggeriano. La puesta es tradicional, pero eficaz, en particular con una actuación de Álvaro Pozzolo que encuentra el encuadre para que la extrañeza del personaje respecto al mundo sea trasladad al espectador.
El extranjero. Autor: Albert Camus (adaptación de Mariana Trujillo y Carlos Muñoz). Dirección: Carlos Muñoz. Elenco: Álvaro Pozzolo, Karina Molinaro Acebo, Diego González Savoia y Fernando Gallego. Funciones: sábado 21:00. Teatro La Candela
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