“lo que me inspira son las personas que voy conociendo, siempre voy tomando nota de las cosas que dice la gente”
Fernanda Muslera nació en Montevideo pero su familia marchó a Buenos Aires antes de que ella cumpliera el primer año de edad. Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y luego hizo un Máster en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Luego de vivir en Buenos Aires, Wellington (Nueva Zelanda) y Madrid volvió a Montevideo en el 2011 para trabajar en El Observador como periodista cultural. En 2017 obtuvo una mención en el Premio Nacional de Letras con su obra teatral El amigo fantasma, que el Teatro Circular montó en 2018 convirtiéndose en su primer estreno, aunque antes había escrito Luz negra. En 2018 también se editó su libro Sin Maquillaje: Historias de la Comedia Nacional en el siglo XXI, monumental investigación sobre el teatro montevideano que ha presentado en Buenos Aires, Montevideo y varias localidades del interior de nuestro país. Aprovechando una nueva presentación de Sin Maquillaje, el próximo 14 de Setiembre en la Feria del Libro de San José, Voces conversó con la polifacética escritora.
Escribir parece estar en el ADN de Muslera, quien afirma que lo hace desde niña y es la razón que la llevó a estudiar Ciencias de la Comunicación. La Universidad le abrió un panorama “impensado” que se amplió con viajes hasta que decide especializarse como periodista. “Hice el Máster de periodismo y me gusta, pero también tenía ganas de otras cosas, aunque la ficción me empezó a gustar un poco más de grande. En realidad me considero una persona que escribe, y que puede disfrutar escribir periodismo o ficción, pero dentro de la ficción después me di cuenta que lo que me apasiona es escribir teatro. Escribí una novela, y estuvo bueno el proceso y todo, pero después, cuando escribí mi primera obra de teatro, que fue Luz negra, ya no pude parar. Y eso me continúa pasando hasta hoy. A mi me encanta el diálogo, me encanta el teatro. Capaz que el día de mañana escribo una novela, pero la verdad es que ahora siento que quiero escribir teatro, y quizá alguna cosa periodística, pero no escribir una novela”.
Te acercás de forma sistemática al teatro en tu rol de periodista, así que tu formación profesional y tu práctica periodística te llevaron a encontrar esa pasión por escribir teatro.
Eso es lindo ¿no? Para mi fue un camino que se fue dando naturalmente, siento que se dio como se tenía que dar, porque no es que yo a los 20 decía “quiero ser dramaturga”, todavía hoy me cuesta usar esa palabra, parece como muy grande. Yo desde niña sí siempre fui muy cinéfila, estudié crítica cinematográfica y escribía críticas, pero claro, estando en El Observador, cuando empiezo a cubrir teatro, a hacer entrevistas y conocer gente me sentí re identificada, como que encontré un mundo mágico ahí y empecé a explorar.
¿Te acordás de un momento puntual en que dijiste “voy a escribir una obra”?
Fue un proceso también, yo ya venía escribiendo cuentos, mandé algunos a algún concurso, había escrito esta novela… Mientras hacía periodismo venía escribiendo por ese lado, porque sentía que tenía algo para decir, entre los 20 y los 30 años me sentía más como una cronista, una narradora de las cosas que pasaban alrededor, y después empecé a sentir que tenía algo para decir, algo interior que quería que saliera. Y Luz negra (estrenada este año en La Cretina con dirección de Christian Zagía) la empecé a escribir cuando me iba a casar, con toda esa cosa del casamiento y ese show me empezó a venir a la cabeza la idea de hacer una obra en un casamiento. Además venía muy obsesionada por estas películas de Richard Linklater, mis influencias siempre son mucho más cinematográficas: Linklater, Woody Allen… Sentía que me gustaría ver en el teatro una comedia romántica pero con eso más existencialista, y me divertía hacerlo. La escribí rápido, en dos o tres meses, y se la mostré a (Jorge) Bolani, con quien había pegado buena onda después de una entrevista que le había hecho, y de caradura le pregunté “¿te puedo mandar esto para que lo leas?” Y él recopado creo que la leyó en un día y me dio una devolución increíble, y ahí dije “bueno, se puede hacer”. Después surgió lo de El amigo fantasma y ahí no paré.
Luz Negra, más allá de que es un universo que vale por sí mismo como toda ficción, también tiene bastante de la cronista si pensamos en el estudio de los personajes.
Es que hay un montón de puntos en común. Por ejemplo en El amigo fantasma, en que había un biólogo molecular, una abogada y un profesor de filosofía, entrevisté a gente que tenía esas profesiones para que lo que dijeran esos personajes fuera coherente, obviamente está la periodista ahí. Ahora mismo que estoy escribiendo una obra en que hay una psicóloga estoy investigando y leyendo sobre el tema, y además hay un montón de puntos en común entre la no ficción y la ficción en lo que es el periodismo narrativo.
Las dos protagonistas femeninas de Luz negra parecen vivir una tensión entre un “deber ser” impuesto y el discurso feminista del que intentan apropiarse.
Lo que yo pensaba trabajar es ese tema de la generación medio bisagra a la que pertenezco, me acuerdo lo que era el mandato social cuando yo crecí, era muy distinto a lo que es ahora, y esas mujeres están en esa bisagra, con el tema del feminismo, la posición de la mujer hoy, y por otro lado están todos esos mandatos sociales… y cómo dialoga todo eso, cómo una se posiciona ante eso es algo que me interesa. Y tiene que ver con cosas que las mujeres batallamos hoy en día, con nuestro interior, y con cómo vemos algunas cosas y cómo resignificamos otras.
¿Cómo fue el proceso de Luz negra? Hay mucha “verdad” en los personajes.
Todo se fue dando naturalmente, yo la veo a Elena (Delfino) en Gloria (obra de Branden Jacobs-Jenkins estrenada en 2018 bajo la dirección de Jorge Denevi) y me encantó. Le mostré otra obra en realidad, y ella me habló de Christian Zagía para dirigir. En El amigo fantasma yo no había asumido el rol de dirección, había ido a los ensayos a ver, pero no me sentía capaz de dirigir. Nos juntamos con Zagía y enseguida hubo mucha conexión, y empezamos a conversar sobre comedias románticas, que a los dos nos gustaban mucho, y le dije “yo tengo una comedia romántica escrita”: me pide que se la lea y le encantó, y me dice “vamos a hacer eso, y yo quiero ser el protagonista”. Ahí empezamos a armar toda la máquina, empezamos en Octubre y la estrenamos en Marzo. En este caso hice la asistencia de dirección, elegí a los actores. En Fernando (Amaral) ya estaba pensando cuando la escribía, y a Camila (Sanson) la había visto en Apenas el fin del mundo (de Jean Luc Lagarce, con dirección de Diego Arbelo) y me gustó mucho y lo comentamos y Fernando decía “es una genia”. Y en el proceso de ensayos siempre hablamos con Christian de trabajar una cosa así, de hiperrealismo para que el espectador se sintiera un voyeur, un invitado más a la fiesta. De hecho originalmente la quería hacer en un espacio con mesas, pero finalmente la hicimos en la sala, aunque la hicimos bifrontal para que la gente se sintiera que estaba más en una fiesta. Y la trabajamos desde ahí pero también con mucha libertad para que los actores aportaran cosas, de hecho el texto lo fui reescribiendo en el proceso, hay tres escenas creadas durante los ensayos.
Luz negra agotó sus funciones, más allá de que es una comedia que funciona, creo que eso también tiene que ver con la capacidad de ofrecer al público un espectáculo en el que se reconoce, algo que no es tan común en Montevideo, aunque con las nuevas generaciones parece ir cambiando.
De hecho cuando hice el libro de la Comedia leí una columna tuya que hablaba de eso y siempre lo pensé, que cuando vas a ver algo te puedas identificar, como por ejemplo en Snorkel (de Federico Guerra), y lo que me inspira son las personas que voy conociendo, siempre voy tomando nota de las cosas que dice la gente. Me parece que el enganche se dio también por ahí, la gente salía diciendo “a este tipo lo conozco” o “fui a una fiesta y pasó exactamente lo mismo”. La música también en ese sentido enganchaba, más que nada a gente de la generación de los ochenta y los noventa. Además la naturalidad de los actores hace muy cercanos a los personajes. Hay gente que no va mucho al teatro y tiene una idea de cosas declamativas, o viejas, y no estoy de acuerdo con esa visión, pero capaz iban a ver Luz negra con ese prejuicio y se sorprendían.
¿Cómo te sentiste recorriendo medios desde el lugar de creadora? Algo que también hiciste con el libro sobre la Comedia.
El libro me dio training, lo presenté en muchísimos lugares, quizá estaba un poco nerviosa la primera vez, cuando lo presenté en Buenos Aires, que estaban Mario Ferreira, (José Miguel) Onaíndia, el embajador, pero después no. A mi me gusta mucho la instancia de la entrevista, como periodista pero también como entrevistada, porque a mi me gusta básicamente conversar, entonces re disfruté.
¿Qué planes tenés para más adelante?
Vamos a reestrenar Luz negra en febrero, pero a la vez estoy incursionando en la producción teatral. En Julio la obra fue seleccionada para el MICA, (Mercado de Industrias Creativas) que se hizo en Argentina. No pudimos ir pero fui a la ronda de negocios, a reunirme con los programadores, y aproveché para ir a una sala llamada Espacio Sísmico, en Buenos Aires, y vi la obra Que todas las vaquitas de Argentina griten Mu, del Grupo Mínimo, que lleva treces años explorando un humor muy llevado al límite, como un grotesco siglo XXI. Quedé muy flasheada con un actor que se llama Emiliano Formia y a la salida hablando con él me enteré que tiene un unipersonal y va a hacer seis fechas en La cretina en diciembre. Para esas funciones estoy haciendo la producción pero también estoy escribiendo una escena. Él es de esos actores que se desdoblan, una onda Fabio Posca, Fernando Peña, y bueno, me metí un poco en esto de trabajar con el off de allá, estamos viendo la posibilidad de ir nosotros… Y estoy armando el elenco de mi tercera obra, que la idea es hacerla el año que viene y pienso dirigirla. También estoy escribiendo otras dos obras, otro libro, son muchas cosas.
SIN MAQUILLAJE
El libro sobre la Comedia termina siendo un recorrido por gran parte del teatro montevideano del siglo XXI a través de la vida de actores, diseñadores, técnicos…
Si, y también del siglo XX… cuando lo pensé me imaginaba un libro mucho más chiquito… Yo creo mucho en la herramienta periodística, y fui investigando y me fui encontrando con cosas que me parecían increíbles. Mi idea era hacer un libro de la Comedia Nacional pero que fuera también un libro del teatro uruguayo tomando como hilo conductor a la Comedia. Porque un actor que entra a la Comedia con 40 años, por ejemplo, tiene una trayectoria anterior, y me interesaba eso, como es dar el paso de entrar a un elenco que es el único que te permite, en este país, vivir exclusivamente de actuar.
Es interesante como te acercás a algunos momentos de crisis en que los distintos protagonistas tienen visiones distintas o directamente contradictorias. El enfrentamiento de Héctor Manuel Vidal con la Dirección de Cultura por ejemplo, o la polémica por la versión de Bodas de Sangre que realizara Mariana Percovich.
Si, la idea fue que se reflejara la visión que cada uno tenía, una puede estar de acuerdo o no, pero por ejemplo la polémica sobre Bodas de Sangre tiene que ver con el teatro, con el teatro que está vivo, cómo se relacionan las generaciones… Y me interesaba dar toda la variedad de puntos de vista para tener la historia lo más completa posible.
¿Cómo surge la idea de escribirlo?
Cuando renuncié a El Observador tenía ganas de escribir un libro de teatro y ahí vi que se estaban por cumplir los setenta años de la Comedia y empecé a investigar lo que había escrito, vi que lo que había era sobre los inicios, con fichas técnicas de las obras, pero nada del siglo XXI. Y también vi que en los libros de teatro había poca investigación periodística en el sentido de poner las voces de los artistas, había análisis, cosas más históricas, pero yo lo quería contar más desde un lugar de la experiencia humana de ser actor en Uruguay y como es ser parte de ese elenco estable. Y haciendo las entrevistas me encontré con historias que no tenía idea, como la de Miguel Güida, que vivió en el Teatro Solís. Y decidí, al ser un libro tan voluminoso y que es muy difícil que alguien lo lea todo de una, que cada capítulo fuera autosuficiente, y que si querías saber de Levón leías ese capítulo sin necesidad de leer todo el resto, aunque se lo mencione en otros lugares. Y bueno, a partir de las entrevistas fui armando el rompecabezas,algunas cosas están agrupadas por actores, otras por momentos, otras por espectáculos. Hay mucha gente que no conoce la Comedia Nacional, que no sabe quienes actúan, entonces lo pensé también como un trabajo que ayude a la difusión cultural. Para mi es importante que haya un elenco estatal, después se podrá discutir la forma en que funciona o se organiza, pero para mi es importante que exista. Como digo en el libro, a mi me hubiera gustado que en Argentina me hubieran llevado cuando estaba en el liceo a ver al elenco público, me parece que está bueno, que hay que dar esa posibilidad de acceder a un teatro más accesible y de calidad.
Sin Maquillaje se presenta el sábado14 de Setiembre a las 18:00 horas en la Sala Rafael Sienra del Teatro Macció de San José.
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