Aproximadamente un año atrás saltó una denuncia en contra del
entonces candidato de la coalición de izquierda a la presidencia.
No fue una situación nada fácil para el involucrado y su familia.
Mi reacción como la de muchos, fue reclamarle que hiciera
inmediatamente un desmentido público y la denuncia en la justicia.
El hombre se mantuvo firme, en silencio; y esperó el desarrollo final
de los acontecimientos que terminó mostrando su total inocencia.
Mostró un aplomo poco frecuente frente a la infamia que sufrió.
Después, vino la campaña electoral y allí le dijeron de todo un poco.
Que se escondía, que no sabía hablar, que lo manejaban como un
títere y que no tenía ninguna capacidad para ocupar la Presidencia.
Lo demás ya es historia conocida y la mayoría ciudadana lo eligió.
Designó rápidamente a su gabinete y a muchos de los jerarcas del
Gobierno, con algunas gratas sorpresas y algunas desilusiones.
Pero acá lo interesante es cómo actuó en los últimos días, frente a
la crisis que le estalló con la Ministra de Vivienda, Cecilia Cairo.
Ante la noticia, hubo una defensa corporativa de muchos dirigentes
del MPP, del presidente del Frente Amplio y personas de izquierda.
En cierta medida nos hizo acordar a la declaración del Plenario
del Frente respaldando a Raúl Sendic hijo, por su título falso.
Por supuesto que la oposición, legítimamente, entró a reclamar por
una decisión drástica y rápida frente la situación de la ministra.
Las explicaciones fueron variadas y poco serias, yendo desde la
victimización de la implicada hasta la ignorancia de normas y leyes.
No era una decisión fácil, porque Cecilia es una persona muy
querible y con una trayectoria de años de militancia compartida.
No era sencillo contradecir a compañeros de primera línea de la
organización política que lo impulsó a la primera magistratura.
No era simple enfrentar a solo cuarenta y cinco días de asumir el
gobierno, la decisión de cambiar sin más, un miembro del gabinete.
Se tomó su tiempo, no lo corrieron con el poncho opositor ni con la
solidaridad con la interna, y definió por sí mismo lo que hacer.
Con su estilo, sin apuro, mostró su talante y que le sobra paño,
duerman tranquilos, la Presidencia está en buenas manos.
Alfredo García