La palabra “casa” denota un significado en teoría tan obvio que se asume como dado, hasta un buscador como google. Si se google “casa”, lo primero que se obtiene de la búsqueda es un sinnúmero de ofertas de venta y alquiler de inmuebles entremezcladas con anuncios de casas culturales, casas mutuales, etcétera. Ni siquiera una entrada de la popular wikipedia aparece como una de las primeras opciones de la búsqueda.
Intentando afinar la pesquisa podemos preguntar por una definición, y allí nos topamos con las de la Real Academia Española. Así nos enteramos que “casa” es una palabra que ya existía en latín, y que su significado en la lengua de Ovidio era “choza” o “cabaña”. En 1729 aparece la primera definición de “casa” de la RAE, allí se entendía por esta palabra: “Edificio hecho para habitar en él, y estar defendidos de las inclemencias del tiempo, que consta de paredes, techos y tejados, y tiene sus divisiones, salas y apartamientos para comodidad de los moradores.” A esta primera definición se suceden en la actualidad definiciones como “edificio para habitar” o “grupo de personas que viven juntas” pasando por “descendencia o linaje que tiene un mismo apellido y vienen del mismo origen” o incluso “conjunto de estados, vasallos y rentas que poseía un señor”.
Es claro que hay una combinación de espacio en el que refugiarse, en el que “habitar”, con acepciones vinculadas a la vida familiar o de casta vinculadas a ese espacio. Era común escuchar hace no mucho tiempo a personas con una familia ya formada que cuando decían “en casa” se remitían en realidad a la casa familiar en que crecieron. Tan arraigado está ese ámbito al lugar en que se tienen las primeras experiencias vitales y afectivas. En esa línea Ana Pañella plantea en su espectáculo “¿Dónde está tu casa?” que, por ejemplo, para una persona de 20 años que se va de su casa familiar: “dejar tu casa es sobre todo dejar tu cuarto. Aunque también está la mascota que es de la familia y sufriría al cambiar de casa…Está tu lugar en la mesa. Tu rincón preferido del patio y esa planta antigua que ya no se consigue. Ese aroma de la cocina , que nunca podrás emular aunque te esmeres usando los mismos ingredientes… Pero sobre todo es dejar tu cuarto. (…) Te despedís de vivir allí pero es una casa que seguirás visitando, incluido ese tu cuarto que, al menos por un tiempo, es probable tu familia lo conserve casi intacto.”
El título de la obra es una pregunta que apunta justamente a estimular la indagación individual, muchas personas que asisten al teatro se sentirán tentadas a identificarse con esa descripción de una muchacha de 20 años que abandona su hogar. Pero inmediatamente escucharán la historia de Mayra, quien vivió casi toda su vida en una villa y al ir a la casa de una amiga de la escuela descubre el bidé “y pensó que era el inodoro para el pis. Y pasó un montón de tiempo creyendo que los bidés eran los inodoros del pis. Un montón de tiempo. No quiso decirnos cuánto.”
Una de las cosas más interesantes de ¿Dónde está tu casa? es justamente el planteo abierto que permite descubrir como el concepto cambia en virtud de la experiencia individual o del contexto social o histórico. La historia de Draupadi, esposa de un noble hindú que la perdió en una apuesta, ilustra la definición de casa como “conjunto de propiedades, incluidas personas, que poseía un señor”. En particular se subraya la diferencia de la noción de casa en distintos momentos históricos según el género de la persona. Un personaje puede afirmar que abandonó la casa paterna para no seguir subordinado a su padre, pero que en ese momento pasó a habitar la de su marido. Recién tuvo su casa cuando su esposo se fue.
Las distintas experiencias no olvidan que si bien la vivienda es un derecho humano consagrado en leyes y constituciones millones de personas viven en las calles. Y que un refugio es exactamente la antítesis de una casa, como se señala: “Al refugio no voy porque me roban, al refugio no voy porque no puedo entrar con mi perro, al refugio no voy porque…somos todos juntos en una habitación”.
Otro leitmotiv de la obra es la expresión “ochenta millones” que escucharemos en varios momentos. Refiere a los casi ochenta millones de refugiados que se han visto desplazados de sus hogares por guerras y genocidios. También podremos entender “casa” como la lengua materna de un migrante que siente el desarraigo, o como una persona que da sentido al momento presente, sea la maestra, el padre o la abuela.
Ana Pañella construye una obra que es una propuesta para la reflexión, no hay ninguna cierre a la pregunta del título. Salimos de la sala teatral preguntándonos en qué se parece nuestra experiencia a la de algunas de las historias compartidas, y en qué se diferencia también. Hay aspectos culturales, de clase y de género que delimitan claramente lo que cada persona entiende por su “casa”, por su “hogar”.
El texto recoge una investigación en que las fuentes pueden ser noticias reales, informes de Naciones Unidas, obras literarias o testimonios individuales. Todo se funde en un texto que hacen vivir la propia Pañella y Fernando Amaral en un desempeño actoral que tiene mucho de lúdico. Son dos personajes que hacen presente en el escenario esas historias diversas, a veces antagónicas, mediante el juego. Personajes que aparecen como viajeros aparentemente desarraigados, que pierden en el transcurso de la obra la guía hacia su “hogar”. Las experiencias compartidas deberán convertirse en la nueva guía de búsqueda. Por eso mismo pensamos que este espectáculo es ideal para presentarse en barrios o centros de estudio y que dispare un debate posterior. La propia obra puede enriquecerse de esos debates.
¿Dónde está tu casa? Se presentó en 2020 en el Circular y este mes de marzo vuelve a los escenarios en la Sala Cero de El Galpón. Esperemos que pueda seguir girando y planteando la interrogante en otros ámbitos. La pregunta, que parece obvia, es sin embargo cada ves más necesaria.
¿Dónde está tu casa?. Texto y dirección: Ana Pañella. Elenco. Ana Pañella y Fernando Amaral.
Funciones: sábados 21:00, domingos 20:00. Sala Cero del teatro El Galpón.
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