Con la sangre aun hirviendo y, todavía, alguna lágrima en los ojos, no es posible hacer un análisis totalmente racional o abarcativo sobre lo sucedido en las elecciones del pasado domingo.
Este próximo gobierno será un desafío para el Frente Amplio, quien gobernará en una coyuntura económica regional desfavorable, y deberá ser consistente y claro en esta materia, como también, en política internacional, políticas sociales, vivienda, seguridad. No les será fácil cumplir con muchas de sus promesas: la mejora de los salarios, la no suba de impuestos, la baja de los delitos, entre otros, si siguen la línea ideológica que plantean en su programa de gobierno. Por mi parte, deseo de todo corazón, y, por el bien de todos los uruguayos, que lo logren. También, deseo, por el bien de la Patria, que no se abracen con dictadores y condenen, y se opongan a todos los actos de terrorismo, y las expresiones de odio, sin pelos en la lengua.
Desde mi lado de la vereda, el Partido Nacional, hay un desafío aún mayor, y no es, únicamente, leer qué nos quiso decir el electorado el domingo pasado. Algo ya podemos identificar, y, con el paso de los días, va a ir decantando. Este desafío es, entre 2025 y 2029, renovar de verdad al Partido y hacerlo una opción real de gobierno; volver a ser representativos, sin tratar de ser cosas que no somos. Si hay algo que quedó claro en esta elección es que, lo que no es natural, lo que no es genuino, lo que no es consistente, dudosamente llegue a buen puerto. Debemos dejar de subestimar al votante.
¿Por qué no logramos comunicar el gran gobierno que hicimos, las reformas de la LUC y sus resultados positivos en el día a día de todos los uruguayos? Hoy, a unos pocos días de las elecciones, creo que la principal falla fue excederse con el palo al Frente Amplio, como si fuera 2015, y, principalmente, no haber presentado en las urnas un proyecto político que enamore al pueblo; eso que lograron Luis y Beatriz en 2019.
¡Si será rica la historia blanca en esperanza y justicia para poder enamorar al votante! La dirigencia no entendió los tiempos en los que vivimos y, por eso, nuestro gran desafío no es únicamente leer los resultados; sino, a partir de esa lectura, tomar acción. Es impostergable una renovación en la estructura del partido, que den un paso al costado quienes tengan que darlo para seguir construyendo este hermoso instrumento por 188 años más. Ya lo dijo Wilson: “el partido es cien veces mejor que sus dirigentes”. Tenemos grandes cuadros políticos y otros que han demostrado con creces sus credenciales, esos piden cancha y merecen tenerla.
Perdimos con un Frente Amplio desorganizado, señal que nos compete rearmarnos. Por la gobernabilidad nadie debe preocuparse, el Partido Nacional siempre ha estado al firme para votar lo que haya que votar y extenderle la mano al gobierno que sea, por el bien de la Patria.
Sin dudas, se vienen 5 años donde los blancos vamos a tener que volver a leer nuestros principios y aprender a materializarlos en un proyecto que enamore a todos los uruguayos, tanto como nos enamora a nosotros. Dejar un poco las vedetteadas de twitter y enfocarse en la militancia con los de carne y hueso.
Muchos compañeros, los nuevos cuadros políticos, miramos el futuro de nuestro partido con mucha ilusión y esperanza.
Con postes podridos no se hacen corrales. Viva los blancos y viva la Patria.

