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“…Además hay ciertas pamplinas jurídicas que están bien hechas en el contexto de una prevención liberal, de respeto a los derechos elementales de la gente, pero que, con una condición como ésta, se te vuelve en contra. Porque yo no puedo, no debo, tener potestades para agarrar un gurí y hacer lo que quiera; pero un gurí que está metido con la droga, es como un infectocontagioso, no lo puedo dejar al tipo en banda”.
“…Y la batalla empieza siendo jurídica, tenés que cambiar las cosas y después tenés que inventar mecanismos. Hay unos monjes por allá, por el Tibet, dónde van los europeos a sacarse el vicio. Le hacen tomar a los tipos un brebaje que les da vuelta las tripas y después los matan laburando, rompiendo piedras.
Voy acá nomás que hay canteras por todos lados. Tenés que gastar energía, tenés que agotar al tipo para evitar ese síndrome que le viene con la abstinencia”.
“…Ahora, si no le das una mano, el tipo no sale más”.
PEPE Coloquios (Pág. 19-20) 2009
Están por todos lados, se reproducen como hongos y al caer la
noche buscan refugio donde les cuadre, cualquier zaguan sirve.
En su mayoria hombres jóvenes, en edad productiva, carne de
prisión, con problemas de salud mental y también adicciones.
Zombies urbanos que se transforman en mobiliario citadino.
Las soluciones planteadas no han dado resultado, los refugios y
comedores son parches que no atacan el problema de fondo.
El discurso de los “derechos humanos” de la gente en situacion de
calle, suena lindo pero no resuelve nada con su lirismo diletante.
Aca se trata de tomar el toro por los cuernos y para salvar a estos
compatriotas hay que usar medidas radicales y que encaren toda la
problemática simultáneamente: salud, vivienda, educación y trabajo.
A fuerza de que nos acusen de “miliqueros”, nos parece que
tenemos que usar a los cuarteles, (muchas veces subutilizados) y a
las Fuerzas Armadas para ayudar a esta gente a recuperar su
dignidad, no podemos despreocuparnos y dejarlos tirados.
¿Tendrá este gobierno las agallas para encarar este tema?
Como dice el Pepe, si no le damos una mano, no salen más.
Alfredo García