Home Literatura Isabel Prieto Fernández : “La novela es ficción, pero tiene un ancla que la ata a la realidad”

Isabel Prieto Fernández : “La novela es ficción, pero tiene un ancla que la ata a la realidad”

Isabel Prieto Fernández : “La novela es ficción, pero tiene un ancla que la ata a la realidad”
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La escritora y periodista Isabel Prieto Fernández presenta la novela “La insurrección de la inocencia”. Tiene a protagonista a otra periodista – Amalia Gutiérrez – y la historia aborda abusos y crímenes.
Una periodista con muchos años en el oficio se ve envuelta en una trama
de crímenes y abusos que deberá sacar a la luz para que la inocencia
por fin se rebele. La vida de la periodista Amalia Gutiérrez transcurre con la normalidad que los años en el oficio le otorgan. Envuelta en un cierto halo de prestigio, no es extraño que un misterioso personaje, presuntamente vinculado al MLN, se le acerque para contratar sus servicios privados como investigadora. Mientras se debate entre tomar el caso o no, surge otra historia a partir de un viejo artículo que escribió, cuyo contenido desata otras narrativas en un cruce con el hilo principal del relato. Con un estilo atrapante, la autora crea personajes memorables, que irán tejiendo esta novela inscripta en la crónica roja, a un ritmo que obliga al lector a dejar todo para sumergirse en las páginas de este libro.
¿Cómo surgió la idea de esta novela?
Las ideas surgen, cómo no sé, pero están ahí, en un rincón de algún lado de la mente y de golpe se presentan. Yo tenía esa primera parte, la de la tortura, escrita desde hace años, más de una década. Estaba planteada para ser una novela que no sabía hacia dónde iba. Solo recuerdo que tenía mucho trabajo y carecía de tiempo para continuarla. Lo que salvó ese texto fue una colega que estaba haciendo una especialización en Barcelona. Por Messenger me preguntó si nunca se me había ocurrido escribir una novela. Le comenté que andaba en eso y se lo envié por mail. Luego de escribir ‘Identidades en juego’, comencé a pensar en un argumento. Entonces rescaté aquello, que terminó siendo el puntapié inicial para tratar el tema abusos en su acepción más amplia.
¿Cómo fue el trabajo de reconstruir aquella época?
Para empezar, estoy grande. Lo que quiero decir con eso es que crecí en dictadura, entonces para mí fueron, ante todo, recuerdos. Crecí en un hogar politizado y tengo muy vívidas las experiencias de mi niñez y adolescencia. A eso le sumo que personas de mi círculo íntimo fueron presas políticas, así que es una época con mucha presencia en mi vida. Sí quiero dejar claro que la escena de tortura no me la contó nadie, pero lo sabemos todos. Me explico: es público y notorio que en este país se torturó con golpes, pero también con picana, submarino, colgadas, etcétera. Imaginar esa escena no fue difícil, el tema es el resto, lo que podríamos llamar el contenido histórico de la novela. Para eso sí hubo un poquito de investigación: preguntar sobre El Collar a sobrevivientes de esa columna, averiguar si hubo intentos de ingreso al país por parte de personas que vivían y militaban en el exilio… La novela es ficción, pero tiene un ancla que la ata a la realidad. No es un disparatario, quiero decir.
¿Qué características tiene, como personaje, Amalia Gutiérrez?
Amalia es una periodista corajuda. Lo lindo de ella, al menos es lo que me atrapa de su personalidad, es que no es valiente ni se las va de tal. Es más, si se quiere se refugia un poco en sus afectos para superar los miedos y seguir adelante. También es una mujer que se interpela mucho y, sin tener gran confianza en sí misma, sigue adelante, aun pensando que va directo a la catástrofe. Tiene como una forma de ser de “lo hago, no lo hago; me meto, no me meto… Ta, ya está, me meto y que sea lo que Dios quiera”. Como trabajadora es buena compañera y no tiene problemas en ayudar con su experiencia; como esposa y madre, es independiente, aunque tiene lazos firmes; como amiga, es leal. Del resto de la humanidad parece que solo le preocuparan sus tragedias, ¿no?, porque se muestra bastante indiferente. En fin… creo que es una buena tipa.

¿Qué sentiste al terminar el libro?
Pah, no sé. Supongo que felicidad, ¿no? ¿Sabés qué pasa? Que durante todo el proceso estoy tan metida en la temática, que un día me aburro y me digo “basta, hay que terminar esto y pasar a otra cosa; ya no hay más nada que hacer ahí”. Y lo termino. Entonces, capaz que no fue felicidad, en una de esas fue alivio. Lo que te puedo decir es que estaba en Punta del Diablo y brindé con una copa de vino. ¿Qué se puede sentir con semejante final?

¿Cómo es tu proceso personal de escritura?
Me meto en la trama; soy una obsesiva. Lo que pasa que mi proceso es visual. Entendámonos: veo la película en mi cabeza y te la escribo. Soy hija del periodismo escrito. Treinta y cinco años de oficio periodístico, conectándome con el prójimo a través de la escritura. Entonces me digo “veamos en qué anda Amalia” y me siento frente a la computadora. Levanto la vista, veo y escribo. No me pidas más.

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