La diversidad cultural y el territorio por Salvador Schelotto

Mariano Arana solía repetir que “la ciudad es una y múltiple a la vez”. Desde ese señalamiento, apuntaba a romper con las visiones homogeneizadoras propias de la modernización del siglo XX, negadoras de las diferencias y diversidades socio culturales, étnico-raciales y de todo tipo que coexisten en el espacio urbano, a reconocerlas y a valorizarlas. Ese mismo señalamiento vale para considerar la variedad de orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género que existen. La ciudad, toda ciudad, una y múltiple a la vez, debe reconocerlas e integrarlas en la medida en que contribuyen a enriquecer la convivencia y el buen vivir.

Por ese motivo las políticas culturales en los territorios deben apuntar a fortalecer y desarrollar las múltiples identidades que coexisten en los territorios. La promoción cultural es una responsabilidad inherente a los gobiernos locales, que debe asumir como una sus tareas centrales trabajar por el derecho a la producción cultural y al goce de la cultura para todas las personas.

Montevideo es y debe seguir siendo una ciudad multicultural. Para ello debe ponerse énfasis en la democratización del acceso a los bienes y servicios culturales a través de diversos dispositivos es instrumentos, tales como centros de formación  programas de capacitación para trabajadores de la cultura, el cuidado y promoción de nuestra cultura patrimonial, políticas de turismo cultural, creación de circuitos culturales y patrimoniales, innovación en el funcionamiento de las bibliotecas, fondos para residencias artísticas, fomento de las industrias culturales (destacando entre ellas la audiovisual) entre otros.

Además entiendo imprescindible sostener los actuales y apuntar a la creación de más espacios y complejos culturales de cogestión comunitaria.

Otro lineamiento que me parece imprescindible es la complementación y ampliación de sitios de memoria, conformando circuitos.

Todos estos aspectos confluyen en la cuestión de la identidad. A 300 años del inicio del proceso fundacional de Montevideo, es una clara prioridad la promoción y profundización de nuestra cultura patrimonial y de las identidades que componen ese mosaico cultural que es actualmente la sociedad montevideana, enriquecido recientemente por corrientes migratorias.

Otro gran referente, como es el escritor Mario Delgado Aparaín solía utilizar la imagen del “espejo hecho pedazos” para aludir a estar cuestiones. Citando de memoria sus palabras, Mario sostenía que (recuerdo más o menos aproximadamente esa metáfora): “toda comunidad es como un espejo roto, dividido en múltiples piezas; cada uno de nosotros es poseedor de una de ellas y capaz de reflejarse en ese fragmento, pero para poder vernos todos reflejados es necesario recomponer el total del objeto”. Las enseñanzas que se pueden obtener de esa bella imagen son muchas. Entre ellas, y esto es de mi personal cosecha, que todos poseemos una parte de ese “capital” identitario, pero que inevitablemente necesitamos a los demás para componer un panorama mayor. Así también, que cualquier composicion de esos fragmentos siempre será imperfecta e inacabada, faltará algún pedazo, o no encajará bien, y la imagen que se reciba será de esa bella imperfección que es la vida misma.

Quiero y defiendo a ese Montevideo diverso, plural, imperfecto, uno y múltiple al mismo tiempo.

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