Los resultados electorales del año 2019 en Uruguay configuraron un escenario político diferente, hubo rotación en el gobierno y se conformó una coalición de partidos, electoral primero para la instancia de balotaje y luego, para gobernar.
Dicha coalición es inédita, por la cantidad de socios que la componen, por su posicionamiento político y por el formato del acuerdo.
El gobierno de coalición está plantado en el centro ideológico. Si bien sus socios van desde una centro-izquierda republicana y liberal hasta una derecha nacionalista y conservadora, el gobierno desarrolla políticas públicas que representan el centro político e ideológico.
Es así por varios motivos, primero, los dos partidos históricos tuvieron corrimientos ideológicos hacia el centro. Una prueba de ello es que dejaron libre un espacio de derecha tradicional y conservadora, que lo ocupó un nuevo partido. En segundo lugar, la participación del Partido Independiente hizo, necesariamente, que no se volcara a la derecha. Su presencia ha tenido una incidencia importante en las políticas públicas, debido a su experticia técnica, a la calidad en sus propuestas y a la idoneidad sus dirigentes. El tercer motivo es que el Presidente de la República tiene que mantener el equilibrio entre los distintos socios. Es por eso que, la presencia del Partido Independiente en la coalición ejerce como contrapeso y evita un vuelco a la derecha.
Por su lado, la oposición está escorada fuertemente hacia una izquierda ortodoxa, con déficit republicano y en varios asuntos, anclada en el siglo XX. Hoy entre el MPP, comunistas, socialistas y otros pequeños sectores adyacentes, tienen más del 80% de la bancada parlamentaria. Es un partido que funciona como coalición durante las campañas electorales y como partido fuertemente centralizado en su actuación parlamentaria y de gobierno. Aplica una férrea disciplina partidaria que fuerza la unidad de acción. Es por eso que las concepciones más moderadas no tienen lugar.
Al mismo tiempo, intenta construir un relato que no se condice con la realidad de los hechos. No hay elementos para decir que el gobierno es de derecha, neoliberal o conservador, cuando mantiene negociaciones colectivas tripartitas en el ámbito laboral, logra niveles de empleo y salarios mejores a los preexistentes, afronta un proceso de cambios en la educación para que sea más equitativa y con mayor calidad, construye y refacciona hospitales públicos que acercan los servicios de salud a la gente de bajos recursos, instala un centro estatal de políticas sociales en el corazón del territorio que tiene más población vulnerable y, entre otras cosas, baja y mantiene controlada la inflación, que es un impuesto oculto que, proporcionalmente, afecta más a los que menos tienen.
Tempranamente, afrontó un inesperado desafío al instalarse la pandemia por Covid-19 y allí demostró capacidad de adaptación, buena gestión, creatividad y liderazgo para asumir las responsabilidades.
Además, en este tiempo, no se ha perdido ni afectado ningún derecho adquirido, ninguno. Afirmar lo contrario es una falacia y una irresponsabilidad política.
Pero, aún falta mucho por hacer, mucho por mejorar y por afrontar.
Algunas reformas están en proceso y es necesario profundizarlas, como en educación, que es la herramienta fundamental para mejorar la equidad, la integración social y tener un desarrollo económico sostenido y sostenible en el tiempo. También, la reforma del estado, que solo pudo avanzar en la carrera funcional.
Otras, necesitan ser abordadas. Tenemos un problema estructural con la pobreza infantil que se debe solucionar sin demoras. Lo bueno es que se puede revertir a través de una adecuada reestructura de la inversión social del estado, focalizando las políticas, evaluándolas permanentemente y reajustándolas. También es imprescindible continuar afianzando las políticas de empleo y salarios, incluyendo la mejora de la productividad y la evaluación, así como tener una acción proactiva en cuanto a los desafíos que imponen la automatización y la inteligencia artificial sobre el futuro del trabajo. Asimismo, es necesario reforzar los recursos y fortalecer la institucionalidad de los organismos de control, de transparencia y ética pública, junto con el sistema de justicia, porque son parte esencial en una democracia de calidad. Estos son solo algunos de los temas pendientes y en los que el Partido Independiente tiene propuestas concretas y realizables.
El país necesita continuidad en el rumbo de gobierno para sostener y profundizar las reformas iniciadas y abordar otras con énfasis en los valores republicanos y de justicia social. Para eso es esencial que el Partido Independiente esté presente con mayor potencial, ya demostró su compromiso con el país y su capacidad de gestión en diferentes áreas de gobierno. Todo hecho con diálogo, propuestas y transparencia.
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