La inteligencia artificial y la creación artística por Ignacio Martínez

La IA tiene acceso a una enorme cantidad de datos y archivos que le permiten, como está demostrado, generar contenidos novedosos, pero siempre sujeta a esas fuentes inagotables de datos cuya infinita combinación puede dar esos resultados.

Está en condiciones de generar músicas, textos, videos, imágenes y respuestas “como hechas por un ser humano”, pero recogiendo millones de datos almacenados en sus “fuentes inspiradoras” que están en constante movimiento y adaptándose y adecuándose a las respuestas que se le solicitan.

La Inteligencia Artificial (al igual que la humana) son dos conceptos complejísimos que no tienen aún definiciones definitivas a nivel global, aceptadas por la comunidad internacional. Lo que sí podemos decir es que la IA es una herramienta formidable, pero, a diferencia de la humana, no tiene conciencia, por lo tanto, no es consciente de lo que realiza, no experimenta emociones ni sentimientos ni es capaz de definir objetivos o planes de trabajo autónomos e independientes de la inteligencia humana. Ella depende exclusivamente de los pedidos que se le formulan, de las respuestas que se le plantean y de las poderosas bases de datos que la nutren, pero no tiene pensamiento crítico sobre lo que ella misma produce. Lo demás son los resultados a los que llega gracias a la aplicación de algoritmos y modelos matemáticos para emplear los millones de datos que poseen sus bases nutrientes, utilizando patrones y reglas establecidas a través de aprendizajes automáticos. En resumen, la IA produce resultados según las probabilidades que maneja en sus fuentes de archivos para los que fue adiestrada. Tampoco puede investigar fuera del mundo de informaciones que se le han suministrado. La IA no tiene pensamiento independiente ni autónomo de los datos que la nutren. Tampoco posee resultados de experiencias propias. Todas las experiencias son las que conforman sus bases de datos hechas por personas y no cuenta con capacidad autónoma como para colegir si sus conclusiones son verdaderas o falsas, correctas o equivocadas. Por eso la IA admite todo lo que se le incorpore, porque debe aceptar y contar con esos datos como un elemento de probabilidad a la hora de construir sus respuestas.

¿La IA es adquirente de Derechos de Autor? Creo que no. Es una herramienta. Yo no le doy regalías al martillo. Le pago al carpintero que lo usa. No debería darle compensaciones a la máquina, ni siquiera al inventor de la máquina, sino al ser humano que está detrás, al que creó la información y los datos que la máquina utiliza en cada caso. ¿Es dificilísimo hoy saber qué fuentes usa para tal obra? Sí, lo es, como lo fueron tantos emprendimientos de la humanidad que parecían imposibles.

La titularidad de tales derechos deberá recaer sobre una persona física, jurídica y no sobre la IA en sí misma, la que no es, definitivamente, sujeto de derecho.

Lo que produce la IA es una generación, derivación o resultado, no una creación.

Todos estos temas estarán abiertos por mucho tiempo para ser debatidos. Debemos juntarnos para reflexionar juntos y aprender. Para eso, el próximo lunes 13 de octubre, a las 19 horas, convocados por el Departamento de Cultura del PIT-CNT, los invito a encontrarnos en la central, Jackson 1283, con la Dra Martha Caviglia, el músico y secretario general de AGADU, Diego Drexler, la periodista Ana Laura Pérez y el ingeniero y artista plástico Pablo Musé, para hablar de los creadores, la IA y las industrias creativas.

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