La princesa de la savia por Pablo Galante
“Yo era la princesa de la savia, la princesa más débil , torcida hacia el palacio del crepúsculo”.
Así parece celebrarse y representarse en el poema La Magnolia (Poema 1946), la poeta montevideana, hoy centenaria, Orfila Bardesio (1922-2009), de hermosa infancia en el departamento de Treinta y Tres. Era tan sólo un poema, pero no se trataba de su primer libro, que fue presentado por el insigne intelectual Alberto Zum Felde (1889-1976), en 1939, cuando apenas contaba con diecisiete años. Se la puede imaginar leyendo al lado de su presentador en esa sesión del Paraninfo de la Universidad de La República. Cincuenta años después, la poeta Teresa Amy (Montevideo 1950), solo espiritualmente presente en tantos lectores de poesía uruguayos, me invitó a organizar juntos un recital que reuniera a poetas relevantes que no habían sido suficientemente escuchados. La reunión y recital se realizó a fines de 1996.Me sentí como el personaje del cuento de Onetti Un Sueño Realizado, ayudando a alguien a cumplir su sueño. Me encargué de la producción general del evento que tuvo como título Siete Poetas Capitales, que terminaron siendo seis porque el poeta Alfredo Fressia (1948-2021) no pudo en esa fecha regresar desde Brasil. Así en orden cronológico leyeron juntos, con un amplio público Idea Vilariño (1920), Orfila Bardesio (1922), Marosa Di Giorgio (1932), Roberto Echavarren (1944), Elías Uriarte (1945) y Roberto Appratto(1950).Participaron gentilmente realizando retratos de los presentes, los artistas Fermín Hontou (Ombú) y Domingo Ferreira (Mingo). No hubo ningún medio de prensa presente ni escrito, ni radial, ni televisivo. Orfila se limitó a aceptar el compromiso de la lectura amablemente. Recién termino de leer POESÍA-Orfila Bardesio (Yaugurú 2019), que reúne en exhaustivo y humilde trabajo casi toda la obra de Bardesio escrita entre 1939-2009 en dos tomos. Han sido dejados de lado dos libros: (Voy de 1939-poesía y prosa) y La muerte de la Luna (1942) lo que es una lástima inexplicable.El poeta y crítico literario Luis Bravo (1957) y el poeta radicado en España Héctor Rosales (1958) junto a los familiares de Orfila fueron los responsables de este insustituible libro-objeto, donde Maca se destaca nuevamente como diseñador gráfico.Orfila perteneció a la llamada generación del 45 que marcó, hizo nacer y morir muchas cosas.Una forma de muerte fue la indiferencia hacia muchos que también escribían. Se trató, sin duda, de una generación rigurosa, prolifica, reflexiva, pero feroz. Así Orfila fue elogiada por Idea Vilariño en sus primeros pasos aunque luego otros asuntos la distanciaron de ella. El peso que la personalidad tenía sobre la propia obra valiosa o no, eterna o perenne, subjetivamente hablando, sigue pesando: en la aldea chica, el infierno es grande. No obstante eso, Orfila desarrolla en su obra, su mundo sensible y esperanzador, místico, panteísta, con varias referencias cristianas aunque, no por ello poco cuestionador del papel del ser, llamado humano, en este milenario planeta. Cabe destacar su amistad con el poeta y escritor Jules Supervielle (1884-1960) y el escritor y pianista Felisberto Hernández (1902-1964) .A modo de ejemplo: Dioses. “Ven conmigo a mirar a los niños /y si uno nos sonríe/ya podemos volver con un trofeo/a los dioses confiados”.
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