La soledad y el teatro en tiempos de redes sociales

Federico Roca tuvo sus primeros acercamientos al teatro de forma lúdica durante su niñez, cuando con su primo Ramiro Perdomo en veranos de Salinas se disfrazaban para montar “numeritos y cobrábamos una entrada simbólica que después gastábamos en las maquinitas” (Voces N.º 564). Su formación estuvo más vinculada a la música, estudiando piano, guitarra, violín, violoncelo y flauta traversa. También integró por años coros como De Profundis con Cristina García Banegas, el Coro Universitario con Francisco Simaldoni o el coro Juventus con Dante Magnone.  Es promediando la década de los noventa que se acerca a un taller de teatro dirigido por Pilar de León, en principio para asesorar en el área vocal, en donde adquirirá sus primeras herramientas teatrales.

En 1997 escribe una adaptación de Salomé, de Oscar Wilde, que se estrenó en Puerto Luna y en el 99 estrenó en el Circular La danza de Terpsícore, texto en donde fusiona las personalidades de Isadora Duncan y Vaslav Nijinsky. Su capacidad para escribir libretos ágiles hacen que su carrera se vuelva prolífica escribiendo textos a pedido como Descaradas o Mujeres en oferta que se representan durante varias temporadas en nuestro país, Argentina y Chile. Pero es con Buscando a Copi, escrita para Pablo Robles y estrenada en La Candela bajo la dirección de Fernando Rodríguez Compare en 2009 que su obra tiene un giro. Buscando a Copi abre el volumen de la Colección Teatro del INAE dedicada a Roca, colección prologada por Yanina Vidal quien escribe: “Aunque la ficción trace los últimos días del dramaturgo (Copi) internado en París, la obra pretende, a través de la ironía y el humor cínico que caracterizaban a Copi, reírse de la propia muerte, entrar en el debate que toma como punto de partida el virus (del SIDA) y, a la vez, interpelar la hipocresía detrás de la medicina, la sexualidad y los buenos modales”. De alguna manera con Buscando a Copi comienza un camino de escritura que Vidal describe como “no una mera problemática de las disidencias, sino cómo esas disidencias entraban en juego en un contexto como el nuestro, que siempre se ha mirado a sí mismo como un paraíso de derechos humanos. A pesar de los avances en materia de dichos derechos, el paraíso no existe y las fisuras legales y de acceso igualitario son desmanteladas a través de esta escritura”.

Tiene particular valor en este marco el estreno en 2014 de Seis, todos somos culpables, sobre una serie de transfemicidios en nuestro país que aún permanecen impunes. Sobre esta obra, estrenada en el Circular con dirección de Rodríguez Compare, agrega Vidal: “Este texto problematiza los efectos del rechazo hacia un sector de la población que, ante el señalamiento de la sociedad y la condena familiar, queda sin amparo legal. Cuando el resultado es la muerte, el Estado tampoco se hace responsable”.

Luego de una serie de espectáculos en el que la denuncia de la injusticia estructural es clave, el trabajo de Roca tiene una inflexión con Tal vez tu sombra, estrenada en 2016  en el Teatro El Tinglado bajo la dirección de Lucho Ramírez. “Después de escribir Seis necesité escribir una historia donde los gays no sufrieran por ser gays -nos confesaba Roca en 2017- Y bueno, escribí Tal vez tu sombra (…) ahí lo que importaba es lo que sienten esas personas unas por otras, no lo que ocurre con el mundo”. En esta línea de trabajo podemos inscribir La desmesura, estrenada en La Escena en 2022 bajo dirección de Cecilia Caballero. La desmesura analiza la soledad y el hastío en el contexto de vínculos de pareja, y también es un punto de inflexión en la trayectoria del dramaturgo según confiesa él mismo al comienzo de Nunca Nadie Jamás, su último espectáculo, estrenado en La Escena el pasado 15 de marzo.

El autor comenta que al cumplir cincuenta años de edad, y casi treinta como dramaturgo, se dio cuenta que nunca había encarnado a uno de sus personajes, y decide que ya es momento de poner el cuerpo a una de sus criaturas. Partiendo de Inmóvil, texto aún por estrenar, Nunca Nadie Jamás se configura como una suerte de lectura dramatizada en la que la interacción con el director (Bruno Contenti) se explicita ante la platea. Nunca Nadie Jamás comienza con el dramaturgo-actor contando las motivaciones para interpretar la historia, una historia en la que la soledad es protagonista. Una soledad que tiene aspectos dolorosos, pero que siempre es tironeada por vínculos familiares que picanean, reclaman, y generan risas de la platea. El personaje siente el abandono, reflexiona sobre algunos momentos de su pasado, y se sumerge en un universo en que la mirada de los otros determina radicalmente sus acciones. En este sentido adquieren particular relevancia las redes sociales, que pueden generar una suerte de realidad “virtual” que finalmente potencie los “dolores del alma” para someter al personaje a los chalecos de fuerza mentales que llevan el nombre de psicofármacos. 

La puesta, paradojalmente, se nutre de referencias a las comunicaciones a distancia que hicieron posible el encuentro entre el director, que vive en Montevideo, y el actor-dramaturgo, que vive en Colonia. El diseño de luces también aprovecha esas referencias para que la silueta del actor doble al personaje y complemente algunos aspectos de su personalidad. Otro elemento clave de la puesta es la música. La vasta formación de Roca le ha permitido recorrer desde el universo lírico hasta la canción popular en sus trabajos. En este caso la principal protagonista es la chanson francesa, con interpretaciones que interactúan con las emociones del protagonista.

Finalmente descubriremos que la frontera entre intérprete y personaje se ha esfumado, y las emociones del protagonista han dominado el escenario y dejado de lado cualquier explicación del intérprete sobre cómo surge esta experiencia escénica. Experiencia disfrutable, y que nos devuelve una reflexión sobre la soledad de la mano de una interpretación sutil, que nos deja con ganas de seguir viendo a Roca encarnar a sus creaciones.

Nunca Nadie Jamás. Texto: Federico Roca. Dirección: Bruno Contenti Bello. En escena: Federico Roca, Bruno Contenti Bello, Federico Olmos.

Funciones: sábados 21:00 en La Escena (Rivera 2477)