El profesor Nuccio Ordine, fallecido en junio de 2023, fue un reconocido especialista en historia, literatura y arte del Renacimiento, especialmente en el pensamiento de Giordano Bruno. Considerado el ensayista italiano más influyente de las últimas décadas, les recomiendo su libro “la utilidad de lo inútil, publicado en español por primera vez en 2013 e intentaré hacer una breve reseña. En dicha obra deja claro que la cultura clásica, el saber humanista es lo más útil a lo que podemos y debemos aspirar y no debemos dejar que la lógica utilitarista y economicista nos lo arrebaten o lo conviertan en un producto más de consumo y descarte. La obra se divide en tres partes: La útil inutilidad de la literatura, la universidad-empresa y los estudiantes-clientes y Poseer mata: “Dignitas hominis”, amor verdad, finalizando con un ensayo de Abraham Flexner titulado “La utilidad de los conocimientos inútiles” de 1937.
Hacer más humana la humanidad
El libro comienza de un modo provocador para ir directo a la cuestión que interesa subrayar durante toda la obra: “El oxímoron evocado por el título La utilidad de lo inútil merece una aclaración. La paradójica utilidad a la que me refiero no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficios. En una acepción muy distinta y mucho más amplia, he querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. Existen saberes que son fines por sí mismos y que – precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial- pueden ejercer un papel fundamental en le cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad. En este contexto, considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores. […] Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espíritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad”.
En la primera parte sobre la «útil inutilidad de la literatura», esgrime argumentos que toma prestados de diversos escritores y filósofos, desde Aristóteles y Platón, hasta Dante, Shakespeare y Victor Hugo, para mostrar su preocupación sobre lo que implica sabotear la cultura y la enseñanza, olvidando los clásicos y la gratuidad del saber. Para Ordine sabotear las humanidades no es otra cosa que “sabotear el futuro del a humanidad”.
Pero es en la segunda parte donde con claridad hace una dura crítica a las universidades y a las derivas que ha tomado la educación en una cultura marcada por el utilitarismo y la reducción economicista del conocimiento.
El descenso del nivel de exigencia
Ordine afirma que no hay nada que objetar que las universidades desde una lógica empresarial se limiten a suprimir los despilfarros y a rechazar gestiones “demasiado alegres de los presupuestos públicos”. Pero le preocupa cuando la lógica empresarial coloniza todo el ámbito del conocimiento, orientándolo solo desde una mentalidad productiva y resultadista. Sobre su crítica al sometimiento de las universidades a lógicas que desnaturalizan su misión y empobrecen a la sociedad culturalmente, solo me limito a tomar tres páginas centrales de la obra.
“Casi todos los países europeos parecen orientarse hacia el descenso de los niveles de exigencia para permitir que los estudiantes superen los exámenes con más facilidad, en un intento (ilusorio) de resolver el problema de los que pierden el curso. Para lograr que los estudiantes se gradúen en los plazos establecidos por la ley y para hacer más agradable el aprendizaje no se piden más sacrificios sino, al contrario, se busca atraerlos mediante la perversa reducción progresiva de los programas y la transformación de las clases en un juego interactivo superficial, basado también en la proyección de diapositivas y el suministro de cuestionarios de respuesta múltiple…” (p. 78)
“Contrariamente a lo que pretenden enseñarnos las leyes dominantes del mercado y del comercio, la esencia de la cultura se funda exclusivamente en la gratuidad… El estudio es en primer lugar adquisición de conocimientos que, sin vínculo utilitarista alguno, nos hacen crecer y nos vuelven más autónomos” (P. 81).
«…Privilegiar de manera exclusiva la profesionalización de los estudiantes significa perder de vista la dimensión universal de la función educativa de la enseñanza: ningún oficio puede ejercerse de manera consciente si las competencias técnicas que exige no se subordinan a una formación cultural más amplia, capaz de animar a los alumnos a cultivar su espíritu con autonomía y dar libre curso a su curiositas. Identificar al ser humano con su mera profesión constituye un error gravísimo: en cualquier hombre hay algo esencial que va mucho más allá del oficio que ejerce. Sin esta dimensión pedagógica, completamente ajena a toda forma de utilitarismo, sería muy difícil, ante el futuro, continuar imaginando ciudadanos responsables, capaces de abandonar los propios egoísmos para abrazar el bien común, para expresar solidaridad, para defender la tolerancia, para reivindicar la libertad, para proteger la naturaleza, para apoyar la justicia…» (p. 82)
El valor de las humanidades en la formación profesional
La formación en filosofía, historia, literatura y arte, no es un lujo o un saber decorativo, sino los fundamentos de toda formación profesional, para que los profesionales no se reduzcan a ser meros técnicos que aplican conocimientos, sino que sean conscientes del bien intrínseco de su profesión y del sentido de lo que hacen. La unidad del saber requiere articular las diferentes actividades humanas desde el cultivo de la formación integral, no de una merca instrucción técnica.
La lectura del ensayo de Ordine es provocadora, y al mismo tiempo un manifiesto por recuperar el valor de las raíces de nuestra cultura. Está convencido de que el futuro de la civilización dependerá de que no dinamitemos el mismo suelo de donde hemos edificado lo que somos.
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