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La verdadera lucha por la enseñanza por Ruben Díaz

La verdadera lucha por la enseñanza por Ruben Díaz
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El país quiere cambiar la educación. Por una razón fundamental, sino lo hace no tiene futuro.
Hace cuarenta años que lo intenta. Cada gobierno, incluso los del Frente Amplio, se plantearon una reforma educativa y fracasaron.
Parece mentira que nadie se haya planteado la pregunta de porque sucedió esto. En mi concepto, porque pensaron más en el Estado que otra cosa. Porque intentaron siempre hacerlo desde la educación pública. Allí se encontraron con el corporativismo de maestros y profesores y no pudieron. Han gastado dinero de los ciudadanos durante todo este tiempo con consecuencias terribles. Cada vez es peor la educación. Y se paga más a los educadores. Por eso estos no quieren cambiar nada.
En los niveles de educación primaria en los sectores de menos ingresos, ha surgido una presencia del sector privado, cumpliendo una labor excelente pero claro, no tienen recursos para ampliar esa acción y entonces todo queda limitado. Es el gobierno el que tiene que brindar esos fondos. Con mucho menos de lo que gasta en pagar salarios a quienes no están en la actitud espiritual y funcional de mejorar su gestión, puede lograr resultados excelentes.
Porque no invertir en el sector educativo privado y darle a los padres la oportunidad de que elijan libremente a que colegio en cada barrio prefieren enviar a sus hijos. Eso sí que sería una verdadera revolución educativa. Porque esos sectores podrían enviar a los niños a una Escuela con otro nivel, a la no tienen la posibilidad de acceder hoy en día. Eso a su vez, pondría a la Educación Pública y sus docentes, en la disyuntiva de desaparecer o mejorar. Por supuesto que el concepto se aplica para el nivel secundario.
Y lo mismo ocurre en la Educación Universitaria. Mientras más del setenta por ciento de los estudiantes de ese nivel se encuentren en una sola Universidad, la estatal, no se registrará el cambio que estamos necesitando. No alcanzo con terminar el monopolio de la Educación Universitaria en el Estado. Hay que ayudar al sector privado a que pueda crecer en lo cuantitativo. Porque eso va a redundar en lo cualitativo.
El país además tiene que convertirse, así como lo está haciendo en lo financiero y otros sectores, en un lugar donde piense en afincarse lo mejor de la sociedad global. En la Educación. Harvard parece que ya tiene fecha para instalarse en nuestro país. Y tendrá una filial que considera más importante que la de Buenos Aires y México. Es un gran logro para Uruguay. Que tenemos que festejar y apoyar como corresponde.
El Uruguay se planteó en el siglo XIX el futuro de su educación. Y lo soluciono en forma esplendida para entonces. A través del Estado y la laicidad. Pero ciento cincuenta años después la realidad es otra. Nadie pensaba entonces en la posibilidad de que el Estado, a través del corporativismo podría convertirse en un opresor de la vida y el pensamiento de la gente. Pero eso sucedió, fue a través del Estado que se impusieron comunistas y nazis en el siglo XX. Mientras tanto, la democracia y la libertad, florecieron en los sitios donde la vanguardia no solo en lo económico, sino también en lo intelectual, estuvo marcado por el desarrollo del capitalismo.
Es hora de propiciar una oferta mayor de educación privada. La laicidad siempre trato de crear libertad. Cuando se dieron las circunstancias, lo hizo desde el Estado. Pero ahora no es el caso. Ahora hay que hacerlo desde la libertad. Que todas las religiones, todas las filosofías, pueden hacer su oferta educativa y que padres y alumnos tengan la posibilidad de elegir. Esa es la laicidad del siglo XXI. No el monopolio estatal, para que los docentes impongan su parecer al margen de la sociedad. Y allí el Estado tiene también un gran rol que cumplir. Desde el control de calidad hasta el financiamiento de toda la Educación. Nadie dice que la Educación publica tiene que desaparecer. Tiene que competir.
En el Uruguay estamos teniendo en el sector comercial e industrial una experiencia en la que nadie piensa, pero está ahí. No privatizamos empresas públicas, pero en algunos sectores abrimos el mercado. Hoy nos encontramos que en materia telefónica la gente prefiere Antel. No se fundió el Banco de Seguros. El Banco República no solo compite, sino que también es el elegido. La oferta en materia de generación de energía pudo mejorar en eficiencia y también defender el medio ambiente. En la salud se complementan de otra manera el sector publico y privado. Algo parecido ocurrió con las AFAP, en materia pensional.
Mientras tanto, donde no se hizo nada en los Institucional, como en agua, o se hizo al revés, estamos atrasados. El ferrocarril en los hechos desapareció. El sector petrolero es un sobre costo para la sociedad y el crecimiento.
Claro que la Educación es diferente. Pero el concepto tiene que ser uno. Brindar una oferta pública y también ayudar a mejorar la privada. Y para ello hay que invertir. No solo en lo económico. También en esfuerzo, creatividad y carácter.
Por supuesto que estoy sosteniendo cosas que para mucha gente será considerada como un disparate. Porque no se animan ni siquiera a planteárselo. Pero los cambios importantes en la historia, se plantean cuando los sueños marcan el rumbo. La monotonía de la mediocridad es el peor enemigo de todos.

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