Laura Rivero, presidenta del Sindicato Único de Trabajadoras Domésticas: El sindicato tiene que ser apolítico

Pocos oficios tienen tantas denominaciones. “La muchacha que me ayuda con la limpieza”, empleada, sirvienta, doméstica, mucama son algunas de ellas.  Son mujeres, muchas mujeres que se encargan de todas las tareas que otros no hacemos. Son importantes en la economía y la vida de la sociedad, pero parecen invisibles. Ni el sindicalismo ni los movimientos feministas se preocupan demasiado de su situación. Son la prueba viviente de todo lo que falta para lograr la igualdad en nuestro país.

Por Nicolás Martínez y Alfredo García  / Fotos: Rodrigo López

PERFIL

Nació en Melo, hace 43 años. Su madre fue doméstica toda la vida. Su padre, albañil y trabajador rural. Son ocho hermanos en total. Fue a la escuela y al liceo en Melo. Es madre soltera y tiene dos hijos.

El varón tiene 24 años y la chica, 19. El hijo trabaja y la hija está estudiando Derecho en la facultad.

¿Cuándo te viniste a Montevideo?

Hace dos años y medio. Estuve trabajando en Melo y trabajo acá en Montevideo.

¿Actualmente trabajás?

Es algo importante que hay que decir. Yo soy trabajadora doméstica y sigo trabajando, a pesar de ser dirigente sindical.

Cosa poco frecuente últimamente.

No me tiren mucho de la lengua. Nosotros no tenemos fuero sindical, es algo que venimos peleando hace mucho tiempo. De mi parte lo dejo bastante de lado porque yo trabajo de noche, entonces tengo tiempo. Sabemos que es importante para la militancia sindical el tener el fuero sindical, pero también creo que tenemos que dar el ejemplo de trabajar para que las compañeras vean que nosotros estamos en actividad.

Y que no sos una burócrata.

Y… por ahí va la cosa, me parece. Es mi opinión.

Los viejos sindicalistas decían que el dirigente sindical debe ser el mejor trabajador.

Como lo dice Richard Read. Yo trabajo de noche en una casa acompañando a una persona mayor. Pero salgo a las ocho de la mañana, trabajo doce horas.

Vengo, descanso un rato, si no tengo alguna actividad sindical, y a las tres abro acá. Atiendo acá hasta las seis y media. Después me doy una ducha y a las siete y media arranco de nuevo para el trabajo. No me sentiría bien sin hacer nada, diciéndole a la compañera: vos tenés que luchar por esto y por lo otro, o exigir esto, si yo no lo estoy exigiendo. Me parece que yo tengo que dar el ejemplo.

Tu vida no es fácil.

Y bueno, es bastante complicado porque de hecho cuando yo me vine tuve que dejar a mis hijos, ya estaban grandecitos, pero los tuve que dejar en Melo para venir a trabajar porque la señora que yo cuidaba había muerto. Y justo habíamos hecho elecciones en el sindicato y me tocaba hacerme cargo. Digo: bueno, voy a probar suerte en Montevideo, a pesar de que no me gusta mucho.

¿No te gusta vivir en Montevideo?

No me gusta mucho. Soy bien del interior, pero había que hacerse cargo del sindicato. Y la verdad que nunca tuve problema, desde que me vine el 15 de febrero y el 17 ya estaba trabajando. Por una compañera me enteré de un trabajo, me llamaron y quedé enseguida.

¿Cómo llegás al sindicato?

Me enteré del sindicato en 2011. Este sindicato tiene muchísimos años, data de la década del sesenta, según los estudios que se han hecho. Se presentó el Sindicato Único de Trabajadores Domésticos en la Dirección General de Registros en el 87. Pero tenemos historia. Desde la década del sesenta se juntaban compañeras en la iglesia del Cordón. Después vino todo lo de la dictadura. Se volvieron a juntar en la época del 80, fue cuando presentaron el primer sindicato, después se disolvió de nuevo. En 2005, cuando el gobierno de izquierda, el PIT-CNT hizo un llamado por el tema de la Ley de Trabajo Doméstico y ahí volvieron a reabrir el sindicato y desde entonces no ha parado.

¿Y vos cómo te vinculás?

En Melo, porque teníamos una compañera que se llamaba Siria Tiscornia. Ella tengo entendido que desde mucho antes de que se refundara en 2005 el sindicato ya participaba de las reuniones en el PIT-CNT. Y bueno, Siria logró reunirse medio a escondidas allá en Melo, porque en Melo es bastante complicado también. Cuando yo llegué era todo el boom de las viviendas sindicales en aquel tiempo.

Entonces éramos cien y pico de trabajadoras domésticas en un saloncito del sindicato de los maestros en que nos reuníamos. Alcanzamos a ser como ciento setenta trabajadoras domésticas.

Eso es mucho.

Es demasiado. Y Melo, yo siempre lo digo, y no pueden creérmelo, es una de las filiales más grandes que hay dentro del sindicato, hoy por hoy. Y ha sido por mucho tiempo. Nunca dejamos de militar desde Melo y en 2014 empezamos a trabajar activamente a nivel nacional. Siempre veníamos a las asambleas con varias compañeras.

¿Qué te motivó a acercarte al sindicato?

Bueno, yo me uní por el tema de las viviendas sindicales y aparte porque me gusta. Siempre fui de reclamar un poco los derechos. Yo trabajo desde antes de la ley del 2006, y cuando me enteré me gustó porque era darme argumentos para ir a reclamarles a los empleadores que me estaban pagando recontra mal en aquel entonces. Creo que me pagaron 1.200 pesos por quince horas que trabajaba. Pero en realidad creo que fue un poco de conciencia sindical que tuve. Después el tema de las viviendas no salió para muchas de nosotras igual seguimos afiliadas al sindicato allá.

Has estado trabajando en diferentes casas.

Sí, claro, estuve en varias. Siempre que dejaba era por mejorar el salario. En 2005, estaba embarazada y después que tuve a mi hija conseguí un trabajo mejor remunerado. Trabajé unos tres años ahí, no me pagaban BPS ni nada. Iba conociendo personas que me ofrecían mejor salario y me iba. La última allá en Melo estuve ocho años cuidando unos adultos mayores, de noche, mi hermana hacía treinta y cuatro años que trabajaba en esa casa.

¿Es muy difícil que los patrones acepten que la empleada se sindicalice?

Yo lo hablo por mí y por la ciudad de Melo, que en realidad trabajamos con empleadores de todos los sectores. O sea, con gente de plata y gente que no tiene plata. Y la verdad que en Melo siempre tuvimos buena recepción de parte de los empleadores. Nosotros hacíamos beneficios para el sindicato para poder viajar a veces, y los empleadores eran los que colaboraban con nosotros comprándonos ñoquis, por ejemplo. Era raro, porque yo lo cuento y a las compañeras les cuesta creerlo. De todos los sectores, además, porque nosotros si algo tenemos en claro, y lo hemos dejado en claro en todos estos años, es que este sindicato tiene que ser apolítico en el tema partidario. Entonces, creo que eso es lo que ayuda a que las compañeras también se acerquen más al sindicato.

¿Lo han logrado?

Sí, lo hemos logrado y lo estamos logrando.

¿Cuánta gente tienen hoy afiliada?

Nosotros no decimos la cifra porque el padrón en realidad es chico. Hay compañeras que vienen acá, pasan miles y miles por año por el sindicato, tanto en Montevideo como en el interior. El tema de las compañeras en Montevideo es que tienen muchas casas, no tienen tiempo de venir a las reuniones. Vienen, se afilian, de repente resuelven el problema y después pasan unos meses y no vienen. Entonces en el PIT-CNT hay que darles la baja. Nosotros tenemos un estatuto que si durante seis meses no pagás la afiliación o no te comunicás hay que darte la baja, porque si no ¿de dónde sacamos la plata para pagar?

Claro.

Entonces el tema es que el padrón nuestro es chico, pero nosotros atendemos a muchísimas trabajadoras y sabemos que, en la práctica y cuando nosotros necesitamos, están para apoyar.

¿Cuántas trabajadoras domésticas se calcula que hay en Uruguay?

Según el INE, noventa y nueve mil. Pero nosotras creemos que hay muchas más. Yo siempre manejé la cifra de ciento veinte mil, no sé dónde la saqué. Creo que en un momento se manejó eso. Pero nosotros, que conocemos el interior profundo, digamos, sabemos que hay compañeras que a veces no dicen que trabajan en tal casa. Sabemos que hay empleadores que no te permiten decir que estás trabajando ahí. Nosotros creemos que hay muchas más.

¿Y formales en el BPS?

Formales hay cincuenta y cinco mil y setenta y cinco mil puestos cotizantes. Eso quiere decir que hay trabajadoras que tienen multiempleo.

Eso es muy común acá.

Sí, más que nada que aportan por más de un hogar. El tema es que estamos muy por debajo de la mitad de la informalidad.

¿Las tareas son iguales o están diferenciadas?

Nosotros estamos luchando por las categorías hace más de trece años, en los Consejos de Salarios. Nosotros entramos a una casa y tenemos que hacer todas las tareas por un mismo salario. O sea, desde limpiar, cocinar, cuidar a una persona mayor, cuidar a un niño, todo por el mismo salario, no están diferenciadas las tareas. Y esa es la lucha que tenemos. En 2013 se empezaron a presentar las plataformas con las categorías.

¿Qué categorías piden ustedes?

Bueno, en esta última pedíamos cinco. Habíamos puesto el cuidado, en realidad todo detallado el cuidado que es: niños, adultos y personas con discapacidad. Si la cocina es elaborada o cocina sencilla, porque hay personas que comen sencillo y

otras personas que no. La limpieza diaria y la limpieza profunda. Digamos que es cuando nos contratan para ir una o dos veces por semana, que sería hacer limpiezas como lo decimos nosotros. Después el mantenimiento de exteriores y mascotas. Porque también te piden que cuides a los perros y los gatos.  Y lavado y planchado. Pero en realidad, si nos ponemos a desglosar por categorías, hay muchísimas más, claro, pero más o menos presentamos esas. Y para negociar, obviamente que estábamos dispuestas a bajar a tres categorías, que serían las básicas: limpieza, cuidado y cocina. Hoy justo tuvimos Consejo de Salarios y estamos avanzando un poquito. Por lo menos pusieron sobre la mesa el tema de las categorías de parte de la patronal.

¿Qué sueldos se ponen como piso en esas categorías?

En realidad nosotros tenemos un salario mínimo de 29.400 pesos nominales; en la mano nos quedan 23.000 pesos. Ellos van por los lineamientos del gobierno. Y hoy lo volvieron a decir. Nosotros habíamos propuesto, como en la ronda anterior, sin categorías, 40.000 pesos, para presionar, y con categorías 35.000 pesos. Pero bueno, van por los lineamientos del gobierno. O sea que el piso va a quedar en 30.000 pesos, más o menos. Si salen las categorías, que van a salir, se iría aumentando por porcentaje.

¿Quién es la contraparte de ustedes?

La Liga de Amas de Casa. Se les llama así porque es la Liga de Amas de Casa y Consumidores. Se encargan también de los comercios cuando se quejan por la atención al consumidor. Aparentemente se hizo un llamado al sector empleador en aquel entonces, en 2005, 2006, y nadie se presentaba. Entonces parece que se presentó la Liga de Amas de Casa, que en realidad son un grupo de señoras que en ese entonces luchaban por una jubilación para las amas de casa. De hecho, ellas dicen que merecen un salario, pero no nos quieren dar un salario mejor a nosotras, que sí somos las que realizamos las tareas.

¿Y son representativas?

No sabemos absolutamente nada. Mabel Lorenzo es la presidenta. Lo que sabemos es que en 2018 se hicieron las últimas elecciones, y de las personas que figuran ahí, a la única que conocemos es a Mabel.

¿Es la que participa en la negociación?

Sí, pero Mabel, hace dos años más o menos, se fracturó una vértebra y se fue a vivir a un hogar. O sea, no es empleadora, pero la acompaña su sobrina, que vendría a ser la vocera de la Liga, porque no es parte de la directiva. Cristina Novello se llama, y el abogado que las acompaña es Diego Yarza, que es representante de la Cámara de Comercio. De lo demás, no sabemos absolutamente nada.

¿Son duros negociando? ¿Ustedes tienen abogado del sindicato?

Nosotras vamos con el Cuesta Duarte, con Alejandra Pico, desde que empezamos. Y Vanessa Bustamante se incorporó en la ronda anterior y está yendo con nosotras. Son espectaculares. En realidad nosotros siempre tuvimos un excelente trato con la Liga, con Mabel, principalmente. Ahora, después que están Diego y esta otra señora, se ha complicado porque en realidad tienen otra visión y otro trato. Solamente al escucharlos hablar y dirigirse a las empleadas domésticas, nosotros decimos trabajadoras pero ellos no, dicen empleadas, con un tono despectivo.

No dicen sirvientas, es un avance. (Risas)

Pero uno se da cuenta cuando están diciendo empleadas bien y empleadas con tono despectivo.

Entonces se ha hecho más duro, y nosotros también endurecimos. A partir del 19 de agosto, que dimos el discurso en el Ministerio, que fue bastante duro, desde ahí las compañeras como que se sienten más representadas por el sindicato.

¿Hay conciencia de las trabajadoras domésticas, de exigir estar en caja o todavía no?

Hay conciencia en cierta parte. Pero cuando la necesidad es grande, la conciencia se pierde o se esconde. A mí me pasó, en los años que no estaba ni en el sindicato, de no tener ni siquiera conciencia, porque tenía mis gurises chicos y tenía que criarlos y no había manera de que te pagaran BPS ni nada. Creo que pasa con las inmigrantes y pasa con las compañeras que vienen del interior profundo, que no saben.

¿Qué tan frecuente es la empleada con cama?

Bueno, acá en Montevideo, mucho. Porque son las migrantes o son las compañeras que vienen del interior, que están trabajando con cama, que no tienen dónde quedarse. Y esas compañeras son las que sufren más discriminación, maltrato y los salarios muy sumergidos.

¿Al tener casa y comida les dan menos salario?

Hay compañeras que están ganando relativamente un salario normal, como si estuviera trabajando cuarenta y cuatro horas semanales, y sabemos que las trabajadoras con cama no trabajan cuarenta y cuatro horas semanales. Presentamos en los Consejos Salarios para armar algo que quedara en el convenio, que por lo menos se pusiera un salario específico para las trabajadoras con cama. Dijeron que no, porque ellos les decían a los empleadores que la trabajadora con cama tiene que trabajar ocho horas. Y esto está en la ley, está en el papel pero en la práctica no es así. La compañera a las seis de la mañana se levanta y hasta las doce y pico de la noche no para. Y muchas veces pasa que la compañera no se toma las dos horas de descanso. Para salir, por ejemplo, le complican muchísimo y hay compañeras que han venido acá con un salario de 22.000 pesos trabajando con cama y eso es un disparate. Ni siquiera el salario mínimo.

¿Cuántos días de descanso tienen por semana?

Un día y medio. Más las dos horas diarias que tenemos por ley. Pero en realidad la mayoría no se toma tampoco esas dos horas, porque siempre está en la casa. Claro, entonces no es tampoco el descanso.

¿Hay un perfil de los empleadores que contratan trabajadoras con cama?

En Carrasco, Punta Gorda y Malvín es donde hay más trabajadoras con cama. En el barrio privado de La Tahona también hay más trabajadoras con cama. Y sí, son empleadores relativamente jóvenes, con hijos pequeños o en edad escolar. O trabajadoras que cuidan personas mayores, más en el Centro.

¿Se acercan gurisas jóvenes al sindicato?

No. Hay de todas las edades. Pero, en realidad, las que se han acercado más al sindicato son de 35 para arriba. Hay gurisas jóvenes que están en el sector doméstico, pero lo usan al trabajo doméstico como para tener una fuente laboral para seguir estudiando, por ejemplo.

¿Hay muchas que estudian?

Hay muchas que estudian. Aunque digan que nosotras somos analfabetas, hay muchas trabajadoras domésticas que tienen estudios, incluso terciarios, que terminan en el sector doméstico porque no han tenido oportunidades de trabajar en otra cosa. Pero hay muchas compañeras que están estudiando y que quieren salir adelante con los estudios.

Eso es interesante, porque no se sabe.

Exacto. Además, nosotras como sindicato también hemos tratado siempre de incentivar a las compañeras. En 2017 solicitamos en un Consejo de Ministros, educación para las trabajadoras domésticas: cursos de culminación de ciclos. Hubo un grupo muy grande de compañeras trabajadoras domésticas que culminó el Ciclo Básico. Y hubo compañeras que incluso terminaron el Bachillerato, que para nosotros fue espectacular.

¿Con qué otros prejuicios cargan?

De todo. Dentro del sector doméstico se nos denigra de todas formas. Ayer filmamos una serie de videos para largarlos a las redes. No es una parodia para reírse, sino que estamos mostrando la realidad de la trabajadora doméstica y lo que vive. Una de las compañeras hacía de empleador y la otra de trabajadora. No nos salió muy bien porque la trabajadora que teníamos era muy cocorita.

No es representativa.

Es una compañera afro, pero no se dejaba pisotear. Pero hoy lo que pasa es que hay compañeras que agachan la cabeza y el empleador aprovecha eso para decirle que no hace nada, que no sabe nada. Y de eso se aprovecha para no pagarle lo que corresponde. Muchas veces no cobran aguinaldo o salario vacacional, cosas que las tenemos hace muchos años. Esto tampoco lo reclaman, porque hay muchas compañeras que están necesitando el salario.

¿Y tienen miedo de reclamar?

Tienen miedo de reclamar y quedarse sin trabajo. Y es lamentable porque quedan sin trabajo. Si reclamás, te echan. En muchos casos te echan.

¿Hay hombres trabajando en el sector doméstico?

Tenemos muy pocos, pero hay hombres trabajando. De hecho, caseros también, porque los caseros son parte. Pero sí hay hombres. No están muy afiliados al sindicato. Hacen alguna consulta, pero como que no se quieren mostrar mucho con nosotras. Nosotros hicimos el 7 de setiembre en Salto un foro y una asamblea y participó un trabajador doméstico de Bella Unión que es afiliado al sindicato. Tenemos algunos afiliados.

¿Qué cantidad de población afro hay en las trabajadoras domésticas?

No tenemos un porcentaje estimado, pero hay muchas trabajadoras afro.

¿Sufren más discriminación?

Y ahora como que están más empoderadas, pero sí se sufre mucha discriminación. De hecho, la trabajadora doméstica en sí la sufre por ser trabajadora doméstica, porque se piensan que nosotras no tenemos estudios, como lo decía. Porque todavía sigue el estigma. No sé si piensan que no somos trabajadoras, que estamos en la época de la esclavitud, o que somos sirvientas, porque en realidad nos tratan como sirvientas. Pero, de verdad, se sigue con la discriminación.

¿Hay abuso sexual?

Ha habido casos. Pero más acoso sexual. Se ha denunciado donde se debe. Y algunas compañeras solo vienen y cuentan qué es lo que pasa, nosotras obviamente las asesoramos, las pasamos a la abogada y muchas compañeras igual no hacen la denuncia porque no quieren perder el trabajo. Y cuando hablamos de feminismo, cuando hablamos de que la mujer tiene que defender a la otra mujer, es lamentable que cuando una trabajadora va a decirle a la empleadora, la empleadora no le cree.

O toma partido por el acosador, que puede ser el hijo o el marido.

Exacto. Y es lamentable también lo que siempre decimos: que nosotras estamos solas frente al patrón. No tenemos cómo demostrar absolutamente nada. Entonces siempre va a ser la palabra de ellos contra la nuestra, y salimos perdiendo siempre. Lo mismo pasa con las horas extra cuando nos toca reclamar.

Por ejemplo, en los trabajos con cama es muy difícil, porque es la palabra de ellos contra la de la trabajadora, y ellos nos dicen: “Ella trabaja ocho horas por día”.

Ahora que lo mencionaste, ¿han tenido apoyo del movimiento feminista?

En realidad, nosotros trabajamos prácticamente solas.

¿Por qué? ¿Son mujeres de segunda categoría las trabajadoras domésticas?

Nosotros no nos consideramos de segunda categoría.

No sé cómo explicar. Cuando me preguntan por el apoyo del PIT-CNT y eso, nos apoyan con el Instituto Cuesta Duarte, que es el que nos apoya continuamente. En cada filial que hay un sindicato de domésticas en el interior del país, nosotras somos activas en los plenarios sindicales y pueden preguntarlo en todos los plenarios. Ahora, a la hora de que nosotros lo necesitamos, me parece que no encontramos ese apoyo. Ahora nomás, nosotras estamos en pie de guerra con la patronal y sin embargo poco y nada hemos tenido de apoyo. La otra vez teníamos una asamblea y un foro y no encontramos ese apoyo que necesitamos de la Central.

¿Y la Comisión de Género de la Central no se ha comunicado?

En realidad, no se ha comunicado. Nosotros tampoco estamos yendo permanentemente. Vamos si hay alguna reunión por los Consejos de Salarios. Si hay una reunión y nosotros nos enteramos, vamos. Pero no porque nos inviten específicamente.

Son un sindicato de segunda categoría.

Aparentemente, sí.

¿Tienen acceso a los cursos del Cuesta Duarte?

Nos pasan invitación. Hay compañeras que han hecho los cursos. El Cuesta Duarte sí nos apoya porque ya les digo: Alejandra y Vanessa, siempre impecables con nosotras. En realidad, lo que pasa es que yo también he tenido un poquito de problemas ahí con la dirección, porque no me callo.

¿Tiene que ver con el tema de no tomar partido político?

Yo creo que sí.

¿Si no son de una línea dentro del PIT-CNT, las ningunean?

En realidad, en este último congreso, estuve en una línea, en un en un sector que fue el que me apoyó, porque yo tuve problemas hace unos cuantos años dentro del sindicato. No sé si están enterados o no.

¿Qué hiciste?

No, yo no hice nada. Qué me hicieron a mí. Me expulsaron y todo.

¿Te expulsaron por díscola?

A mí primero me sancionaron, y después me expulsaron, en realidad, porque vine a revolucionar el sindicato. Era una canaria del interior y molestábamos mucho. Nos empezamos a organizar y a soñar a lo grande con hacer una lista del interior. Porque sentíamos que no se nos escuchaba. Logramos sacar en 2017 la lista del interior y le ganamos por dos votos a la otra lista, que fue apoyada por un sector muy fuerte dentro del PIT-CNT.

El Partido Comunista. (Risas)

Un mes pasó para que nos entregaran el mando. Era una lucha interna. Nos pusieron a alguien a mediar ahí, del Partido Comunista, que en realidad lo que hizo más que nada fue destruir el sindicato. En aquel entonces el secretario general que era Marcelo Abdala, le daba una mano al otro sector y Fernando Pereira, que era el presidente, mediaba con nosotros y nos exigía que le diéramos la Secretaría General a la otra lista. Nosotros le decíamos que no, porque habíamos ganado en buena ley por dos votos. Eran dos votos, pero teníamos cuatro secretarías y tres tenían ellos.

¿Qué pasó?

La primera asamblea, la hicimos en Durazno. Porque la idea era descentralizar un poco el sindicato. Metieron mujeres del SUNCA en un ómnibus y las llevaron para hacer relajo. En esa asamblea yo pedí una auditoría de las finanzas del sindicato.

Algo normal.

Bueno, pero eso estaba prohibido. A partir de ahí, empezó la guerra. Fue una sanción por seis meses primero y tenía prohibido entrar al apartamento que tenía el sindicato. Yo me había llevado los libros del sindicato, porque estábamos haciendo una auditoria con la escribana de Melo, que cobraba mucho más barato. Y miraba los libros y no coincidían cosas. Entonces, obviamente, fue la sanción. Después esta persona que estaba intentando mediar ahí, que para nosotros no medió nada, al revés, destrozó más el sindicato…

¿Quién era?  

Laura Alberti. La que está siendo investigada por lo del SUNCA. Ella fue a Melo a pedirme los libros de mala manera y le dije que no se los iba a entregar porque ya estaba en manos de abogados.

¿A vos quién te suspendió?

La otra parte.

¿Y cómo hicieron, si eran minoría?

Sí, pero igual. Habían hecho una dictadura dentro del sindicato. No sabés lo que fue lo que padecimos nosotras. Porque además tengo los correos electrónicos con todo lo que nosotros pedíamos. Porque ni siquiera se me dio derecho a réplica, a defenderme. Nada. Cuatro filiales pidiendo asambleas y asambleas para poder venir a Montevideo, pero no, teníamos prohibida la entrada.

¿Qué hicieron?

Obviamente que presenté todos los papeles en el Ministerio de Educación y Cultura. Eso fue en 2018. En 2019 hicieron una asamblea y vinimos. A mí siempre me tildaron de que yo era blanca, que esta lista del interior era blanca.

Y más siendo de Melo.

Claro, aparte, en Melo, algo que pasa, que es medio raro, es que siempre se consiguió pasajes para venir a militar, increíblemente, con la Intendencia de Cerro Largo. Siempre, si había veinte compañeras en una asamblea acá en Montevideo, once o doce éramos de Melo porque veníamos en un micro de la Intendencia.

Lo cuento y…

No te lo cree nadie.

Entonces empezaron a decir dentro de la Central y todo que yo era blanca. Pero de verdad que ni ahí.

Pero aparte de lo que votara, yo estaba trabajando por mis compañeras. En 2019 vinimos con dos micros llenos de compañeras. Vino un micro de Bella Unión. También de Tacuarembó y Paysandú y no nos dejaron entrar al PIT-CNT. Quedamos afuera y salió en el diario. Llamamos al presidente, que en ese entonces era Fernando, y no se hizo presente. No nos dejaron entrar y en esa asamblea con diecisiete personas –nosotras afuera éramos unas treinta y pico–, decidieron mi expulsión definitiva del sindicato.

¿No hubo una instancia previa por el Comité de Ética?

Nada. Absolutamente nada. Y bueno, eso pasó todo a manos del ministerio. Hasta que, en 2021, el ministerio, viendo todos los libros, exigió mi restitución dentro del sindicato. Pero en realidad como que se hizo una  dictadura dentro del sindicato.

No solo no respetaron el fallo electoral, sino que te echaron.

Sí, exacto.

Qué interesante cómo se tapó todo eso.

El único que sacaba información era El Observador, que sacó varias notas. El presidente del PIT-CNT decía que eran cosas internas del sindicato, no sé qué. De hecho, me mandaron barrer para abajo de la alfombra porque una de las veces fui a la cabeza del PIT-CNT y dije: “Mirá, yo quiero una auditoría del sindicato porque nosotros agarramos y las cuentas no dan”. Uno me dijo: “Compañera, lo que hay que hacer acá es barrer para abajo la alfombra”.

¿O sea que a partir de 2021 te restituyen?

Nosotros igual nos seguíamos reuniendo con compañeras del interior y ya estábamos medio armadas, como esperando eso. Nos presentamos, nos dieron unos estados de cuenta que ni siquiera estaban bien hechos y exigimos que había que hacer las elecciones. Y en 2022 fueron las elecciones.

Y volviste a ganar.

Fue la única lista que se presentó, porque nosotros exigimos que, para integrar la lista, todas seamos trabajadoras domésticas con más de seis meses en actividad registrada en el BPS. Entonces, de la otra parte me parece que no había nadie. Porque en realidad sabemos que había muchas que estaban al frente del sindicato, que no eran trabajadoras domésticas.

Qué interesante.

Es una preciosa historia lo que pasamos, pero la verdad que en lo personal a mí me pegó muy fuerte, porque en esa época yo estaba con mi abuela con cáncer. Mi abuela veía que en la tele a veces me nombraban y a ella eso la mataba.

¿Estuviste en el último congreso del PIT-CNT?

Estuve, sí.

¿Tenés problemas con el PIT-CNT hoy?

No tengo problema. Lo que pasa es que nosotros no participamos activamente. Si nos llaman o nos invitan para algo, obviamente que vamos.

Pero no están en el Secretariado ni en la Mesa Representativa.

No. Estuvimos integrando una lista, pero no nos dio para llegar justito. Creo que eran quince puestos para ellos y yo estaba en el dieciséis.

Bueno, hay que juntar más afiliados.

Y sí, se trata de eso. Exacto.

¿Cómo es la situación de los migrantes?

Y… es complicada. Tenemos unas cuantas migrantes afiliadas al sindicato de Venezuela. La mayoría son venezolanas. Hay cubanas pero no están dentro del sector doméstico. Hay una compañera venezolana que es arquitecta, trabaja como doméstica y cobra el salario mínimo acá en Montevideo.

En algún momento hubo peruanas, que eran casi esclavas en Carrasco.

Nosotros ahora no hemos sabido de nada con esos problemas. El año pasado tuvimos una argentina que había venido sin cédula, estaba trabajando con cama y el salario era 22.000 pesos. Pero no fue como en esa época de las peruanas. No ha venido gente así a denunciar este tipo de cosas; si no, ya estarían escrachados en la tele.

¿Qué relación tenés con los medios?

Sí, ahora estoy famosa. Pero calculo que por todo lo del 19, porque no nos quedamos más calladas. Yo siempre soy una agradecida con la prensa del interior, en Melo ni que hablar, porque soy de ahí, pero en Melo, siempre, todos los periodistas son espectaculares. Acá en Montevideo tenía mucha dificultad. Este año, creo que porque estamos en pie de guerra mismo con el tema de las categorías. Pero si no, no nos dan mucha pelota.

¿Por qué se tienen que afiliar las empleadas domésticas al sindicato?

Y… porque es la única herramienta que tenemos. El padrón es chico y nosotras no las obligamos. Vienen acá las compañeras y nosotras las asesoramos gratis, obviamente, porque aparte esto es un trabajo honorario. A mí no me pagan un sueldo, eso también hay que dejarlo bien clarito. Porque aparte somos un sindicato pobre. Las compañeras vienen, las asesoramos, y si hay que sacarles la cuenta, lo hacemos o las pasamos con la abogada. Después tenemos convenio con un psicólogo, tenemos una abogada que cobra muchísimo menos de lo que cobran los abogados comunes. Tenemos convenio con una óptica, que nos hace un buen descuento para las trabajadoras. Estamos buscando colaboraciones, y si te acercás, puede que nos ayudes a conseguir mejores logros para el sindicato.

¿Obtienen resultados?

A muchas compañeras las convencés por ese lado. En Melo, por ejemplo, la forma de arrimar a las compañeras era diciéndoles: “Bueno, el sábado nos juntamos, hacemos una chorizada o algo”, y las compañeras, impecable. Acá también nos juntamos y tomamos un chocolate de tarde. Y es la forma, porque las compañeras pasan trabajando y decirles: vamos a hacer una reunión formal… No te vienen.

Entonces la forma de arrimarlas es hacer algo para confraternizar y las compañeras te vienen.

¿Cuáles son los problemas más comunes que tienen cuando vienen acá?

La falta del cobro del aguinaldo. Los aguinaldos son tremendos, o las licencias. Nosotros tenemos un 15 por ciento adicional al salario vacacional, que eso salió en 2016, y hay muchas compañeras que ni siquiera lo saben.

¿Cuántos días de licencia tienen al año?

Son veinte días, las mensuales. Pero aparte tenemos ese plus del 15 por ciento, que la mayoría no lo cobra.

El presentismo es una lucha que tiene la trabajadora con el empleador, porque el presentismo es cada seis meses, conjuntamente con el aguinaldo. Ahora lo vamos a cambiar, por suerte, porque solicitamos eso. Si nosotros faltamos un día en esos seis meses, se nos descontaba todo el presentismo.

¿Lo van a cambiar ahora?

Pusimos, que si tenemos una falta, que se descuente una parte del presentismo. Y bueno, en eso la patronal está aceptando, y cosas así: el presentismo, las horas extra, el salario. Me acuerdo que siempre se decía en el interior: “Se van para Montevideo a trabajar porque se paga mucho más”. Claro, porque el costo de vida es muy elevado acá. No vas a comparar. Cuando vine, me quería morir, un frasco de café que lo compraba a 150 pesos allá valía 500 pesos acá. Y las compañeras están cobrando el salario mínimo, hoy por hoy. Hay compañeras que están cobrando 10.000 pesos en el interior, y a veces menos.

¿Eso es por falta de control?

Es falta de control del BPS, del Ministerio, incluso capaz que falta trabajo de nosotros también.

¿Cómo las trata el Ministerio?

Aparentemente, muchas compañeras se han quejado mucho acá del Ministerio. Sí, se han quejado, como que las tratan medio mal. Y en el interior no nos tratan mal, pero una trabajadora sale de la oficina y al rato el patrón se enteró que estuvo allí. Cosas raras que pasan en el interior del país. Pueblo chico, infierno grande, como se dice.

¡Qué difícil es el reclamo cuando sos el único empleado de un patrón!

Totalmente. Por eso te digo, nosotros estamos muy en desventaja al lado del empleador.

Me quedé pensando en las gurisas del interior, que vienen y no tienen ni idea de los derechos que tienen.

No, para nada. Y agarran porque necesitan, y hay gurisas que quieren terminar los estudios y dicen: “No, pero yo no les voy a estar pidiendo a mis padres que me estén mandando”, que de repente son de clase media baja. Agarran lo que sea, aunque sea sin aportes. Es lamentable, pero es así, y de eso se abusan los empleadores porque saben la situación de las gurisas.

Faltan grandes campañas de información, de difusión de los derechos de las trabajadoras domésticas.

Sí, totalmente. Hubo un tiempo que había campañas fuertes. Me acuerdo en la televisión cuando yo estaba en Melo.

Eso logró quizás la afiliación al BPS, que subió muchísimo, pero falta.

Falta mucho. De un tiempo para acá no hay nada.

En un tiempo había folletería en el Ministerio y el BPS sobre el trabajo doméstico. Ahora no existe.

Fundamentalmente son mujeres las que hacen este trabajo, ¿no?

 Sí, el 98 por ciento.

¿Por qué las organizaciones feministas no le dan más bola al tema de las trabajadoras domésticas?

La verdad que no sé. No sabría decirte. Me acuerdo que nosotros hicimos un plenario del grupo del 8M de Cerro Largo. Y teníamos que llevar una consigna. Y bueno, yo puse que mientras las patronas salían en la marcha tenían a las trabajadoras domésticas cuidándoles los hijos allí y no salían las trabajadoras el 8 de marzo.

Claro, no les gustó mucho.

Palo y palo. Pero yo dije la verdad y es lo que pasa.

En Uruguay el trabajo doméstico es una regla general. Todo el mundo tiene que tener a alguien que le ayude en la casa.

Aunque no tengas plata. Eso hablábamos con las compañeras, y a veces nos pasa a nosotras. Los empleadores que pagan bien son los que realmente tienen, pero los empleadores que son unos piojos resucitados son los que peor nos tratan, y eso que son trabajadores también y nos deberían de tratar un poco mejor.

Pero hay ciertas cosas que no se hacen, que las tiene que hacer otro.

Sí, sí, totalmente. Por eso nosotros decimos, cuando la Liga sale a decir que se toca el bolsillo del jubilado y del trabajador, que no se fijan en las trabajadoras jubiladas, que las agarran y las hacen trabajar jubiladas. Las contratan y después las tienen bajo amenaza. Y les dicen: “Vos no te podés presentar, porque si te presentás, te van a sacar la jubilación”.

Muchos de los empleadores cobran una muy buena jubilación, pero las nuestras, que tienen que salir a trabajar igual… Es gravísimo.

Cuando les tocan el bolsillo, saltan como pelota.

Hace dos años, más o menos, una compañera, con muchísimos pero muchísimos años de militancia sindical, despidió a la trabajadora doméstica. Y no le quería pagar el despido. ¡Es bravo!

¿Qué promedio de edad tenés en las afiliadas?

Son veteranas. O sea, de 38 para arriba. Hay varias jubiladas, que son las que nos dan una mano importantísima. Porque las compañeras que están activas principalmente trabajan y dependemos mucho de las jubiladas.

¿Hay mucho multiempleo?

Hay mucho multiempleo, principalmente acá en Montevideo. Es impresionante lo que trabajan en diferentes casas, siete días a la semana. Yo, por ejemplo, ahora estoy con una sola, pero el año pasado entraba a las 4 de la tarde y salía al otro día. De 4 a 9 tenía uno y después entraba a las 11 y salía a las 7 y media de la mañana.

¿Cuándo dormías?

Un rato de mañana y después atendía acá.

Cuando laburan en diferentes casas, ¿trabajan por horas?

Sí. Es por hora. Por la hora de la trabajadora doméstica, el mínimo son 155 pesos. Pero acá en Montevideo siempre es más, porque es todo mucho más caro. Entonces cobran 250 pesos o 300 pesos la hora.

¿Les corresponde el boleto?

No está dentro del salario. Ahora hay muchos que no lo pagan, pero la mayoría, sí. Las compañeras arreglan: “Te cobro 300 pesos más el boleto”. Y aceptan.

¿Y la comida?

No, la comida no, olvidate. Si van tres horas; y si van ocho, tampoco.

No tiene mucha lógica.

Cuando somos con retiro, la ley no dice que la comida está incluida, cuando es por ocho horas o cuarenta y cuatro horas semanales. O sea, entramos a las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Tenemos que tener la media hora. Pero hay empleadores que sí. Ojo, no estoy diciendo todos. Hay empleadores que incluso te sentás a la mesa con ellos. Pero si no, no. La comida la tenemos que llevar nosotros. Y con cama, en realidad, también.

Explicame eso.

Nosotros estamos golpeando todas las puertas explicando que queremos una modificación en la ley, además del tema de las categorías. Porque además de querer que haya un salario estipulado para el trabajo con cama, también en la ley que salió en 2006 dice que hay que descontarle a la trabajadora con cama un 10 por ciento por concepto de casa y comida. Entonces es medio ilógico, porque vamos a trabajar con cama, nos pagan una miseria y todavía nos descuentan un 10 por ciento. Es lamentable.

¿Qué pasa con los que trabajan de limpiadores para empresas?

No pertenecen al sector doméstico. Nosotros somos solamente las que vamos a trabajar dentro de un hogar particular. Somos del Grupo 21. Nos contratan y ellos tienen que ponernos en el BPS.

¿No estás arrepentida de haberte ido de Melo?

Sí, en realidad a mí no me gusta Montevideo, pero es lo que hay. Allá me sentaba con el termo y el mate afuera, acá si te sentás afuera, se llevan todo.

¿Extrañás el Carnaval de Melo?

Es lo que más extraño, pero en Carnaval me voy igual. Ya la tengo amaestrada a mi patrona, le dije: “Mire que en Carnaval nos tenemos que ir para allá”.

Ella me ha aceptado muy bien. Aparte me ve en las entrevistas y ella me da consejos y eso. O sea, bien, me tiene legal y todo.

¿Dónde vivís?

Yo vivo acá, porque hay un apartamento al fondo. Entonces me puedo quedar acá. Las compañeras decían: “Hay que pagar un sereno para que esté acá cuidando la casa”, y en vez de pagar un sereno, estoy yo. Y atiendo la casa sindical porque a mí nadie me paga nada. Sí, me hago cargo de la luz y el agua.

No tenés licencia sindical, o sea que vas a las reuniones en tu tiempo libre.

Exacto. Pero hay compañeras que sí lo necesitan. Yo entiendo que se necesita el fuero sindical pero tampoco es una cosa que me desgarre las vestiduras por conseguirlo, porque todas sabemos que es muy complicado en nuestro sector. Es difícil, porque la mayoría de las que estamos en la directiva somos del interior. En Montevideo las compañeras se pasan trabajando y la mayoría no te viene a militar. Como que tenemos más conciencia sindical en el interior del país.

¿En qué lugares es fuerte el sindicato?

Melo, Bella Unión. No Artigas, Bella Unión, increíblemente. En las elecciones anteriores había en el padrón de Montevideo treinta y seis afiliados y Melo tenía unas cuarenta y cinco. Y después tenemos en Tacuarembó. Maldonado no está nada fuerte.

Ahí debe haber muchas trabajadoras domésticas.

Ahí hay una cantidad impresionante. Nosotros hemos ido, pero hubo problemas internos en el sindicato, ahí también, entonces estuvo medio complicado. Ahora hay varias compañeras que están acercándose y nos llaman. Y a las que no quieren estar allá las tenemos afiliadas acá en Montevideo. Entonces vamos a Maldonado, damos unas charlas ahí. Nos están llamando de Durazno y de Lavalleja, que no teníamos filial. En Tacuarembó hay una filial que tiene muchísimos años. En Rivera es de terror. No hay cómo levantar aquello. Es impresionante porque al estar en la frontera las compañeras tienen muchísimo más miedo todavía. Después abrimos el año pasado la filial en Salto, que hacía más de diez años que no funcionaba. Después tenemos en Dolores. Tenemos poquitas compañeras en todas las filiales, pero por lo menos se están moviendo bastante.

¿Qué precisan ustedes para desarrollar más el sindicato?

Necesitamos el apoyo de todos los trabajadores, de todos los que dicen que son compañeros. De los demás sindicatos, que nos den una mano también.

Necesitamos publicidad. Estamos tratando de hacer todo lo posible porque manejamos una página en el Facebook que a veces le ponemos publicidad y eso. Pero claro, a veces no nos da el tiempo. Nuestro trabajo en sí es difícil.

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