Los fabricantes de traumas por Pablo Galante
A veces, encontrar un libro, es una experiencia única y fascinante, a veces también implica gratitud hacia el autor del mismo. En este caso, el libro PSICOPATOLOGIA DE LA VIOLENCIA COLECTIVA de François Sironi (2008) conmueve por su compromiso con el mundo actual y hace recordar los libros esperanzadores y muy anteriores de Erich Fromm, Bruno Bethelheim, Luis Pérez Aguirre y León Rozitchner por citar algunos. A pesar de haber sido escrito hace quince años, la autora tuvo la necesidad de comprometerse con esta disciplina nueva denominada Psicología Geopolítica Clínica. Sironi, que nació en Francia un 18 de febrero de 1958, es una arriesgada psiquiatra que como tal ha transitado por zonas del planeta en constante conflicto, intentando sanar a sus desvalidos habitantes. Una cita del antropólogo Patrick Schmoll abre el libro y plantea la urgencia del tema: “Si los psicólogos no cultivan también lo político, lo político un día prescindirá de los psicólogos y hará imposible un trabajo que supone el diálogo entre sujetos capaces y libres de hablar…”. Este trabajo, es una tarea apasionada por tratar de entender (una vez más: tratar) la terrible “humanidad”. La Psicología Geopolítica Clínica, que proviene de la etnopsiquiatría, estudia la fabricación de traumas y desculturizaciones aplicadas en ciertos países de este globalizado mundo. Los Fabricantes De Traumas, tienen un objetivo concreto: los provocan para modificar nuestra identidad, para ponerla al servicio de un objetivo económico, militar o religioso. Quien lea esto, pensará en las dictaduras militares que oscurecieron Latinoamérica en la década de los setenta, ochenta y aún ahora, en los regímenes democráticos con medidas autoritarias, que impiden la expresión de matices y diferencias. En este ensayo, se alterna la teoría y la argumentación, con aterradores casos de la experiencia como terapeuta de Sironi, para mostrar el entramado de intereses, que propicia el horror, tan cerca de nuestras casas. Indaga el modo de prestar ayuda a las víctimas y propiciar el esclarecimiento de la verdad, la abolición de la impunidad de los verdugos, la prevención de la venganza de las víctimas, la importancia esencial del perdón, y la necesidad de actualizar la concepción del derecho de asilo. Así, al invadir, al perseguir, al reprimir, se trata de desculturizar al “enemigo elegido”: La violencia, la tortura psicológica, el lavado de cerebros, es práctica frecuente de la “humanidad”. A pesar de los avances tecnológicos y científicos, la universalización de los derechos de la mujer, de los derechos de todas las identidades sexuales, el ser humano se sigue comportando como lobo del propio hombre. La pandemia (cada vez parecida más a una plandemia, véase sino el film y la novela El Jardinero Fiel anterior a la misma) parecía al menos con su paralización de vidas y comunidades, la oportunidad de que se repensara el camino del homo sapiens o homo ludens para con sus propios congéneres. Pero no. De inmediato llegó nuevamente la impetuosa y demente invasión de Ucrania. Muchos temas tiene este comprometido libro que, escrito siete años después del derribo de las torres gemelas, hace un pormenorizado estudio para analizar y rechazar el sentido de la violencia. Hay autocrítica en sus páginas: “El no reconocimiento por parte del clínico, de la existencia de un trauma intencional, surgido por una fuerza externa al mismo y no creado, fabricado por el propio individuo, puede generar auténticas paranoias. Sucede en el caso de clínicos que establecen distancias y silencios dogmáticos con el pretexto de la neutralidad”. François Sironi, deja bien claro, que no se puede tratar a la victima de violaciones y torturas, como si se tratara de una persona que no ha sufrido esas crueldades. No solo habla de la empatía que tiene que tener para con el paciente, sino de que el padeciente ya no es él mismo, sino que ha internalizado al otro, el impune agresor. En la víctima conviven, la personalidad que sobrevino luego de la degradación junto a la internalización del demonio que la perpetró. Es así que Sironi clasifica las reacciones del padeciente: estudia los síntomas: los síntomas ligados a la fractura psíquica, los síntomas que muestran la presencia interiorizada del agresor, los síntomas que surgen de la lucha del paciente contra la influencia del agresor interiorizado y el síntoma de cambio de personalidad de la persona perpetrada. Las mujeres y los hombres víctimas de estos atropellos, han tenido que asimilar la lengua del agresor y se sienten perseguidos y sufren crisis de pánico si se les solicita hablen en su propia lengua, ya que el asesino o los verdugos han transferido a él, su desprecio a la lengua materna. Cuando el paciente comienza a hablar en su propia lengua empieza
lentamente, el proceso terapéutico que tratara al menos de aliviar su vivencia ya sufrida__________________________________________________________________________
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