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Los imperios se juran paz pero otros quieren guerra por Ruben Montedónico

Los imperios se juran paz pero otros quieren guerra  por  Ruben Montedónico
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La propaganda de EE.UU., intentando anticiparse, apostó por hacer creer en una severa reprimenda de su presidente al homólogo chino. Sin embargo, Joseph Biden -de acuerdo con trascendidos que las partes “filtraron” -tras la reunión (con todo y fotos) de tres horas y cuarto que mantuvo con Xi Liping- solo reiteró que su país sigue sin reconocer oficialmente a Taiwán pero la apoya, en tanto mantendrá con su interlocutor “las líneas de comunicación abiertas”, a lo que correspondió el presidente de China Popular con el compromiso de “gestionar las diferencias para evitar que la competencia se convierta en conflicto”.
Mientras Antony Blinken irá a China para continuar estos diálogos y repartos de áreas comerciales, las declaraciones que pueden entenderse como una “detente” no posponen que la vicepresidenta Kamala Harris visite esta semana una isla filipina cercana a aguas reclamadas por China.

Biden le aseguró a Xi no estar interesado en promover una nueva “guerra fría”- aunque fuese únicamente comercial- al tiempo que descartó una “inminente” invasión china a Taiwán. Recibió de su homólogo la admonición de que EE.UU. debe “encontrar la dirección correcta” en sus acciones en Oriente y, más tarde, en un comunicado apuntó los riesgos que supone alentar la “independencia” taiwanesa. En la reunión, Xi reiteró que la isla frente al territorio continental es “un asunto interno de China.” Agregó: “La independencia de Taiwán es incompatible con la paz y la estabilidad en el estrecho”.

Pekín ralentizó los discretos diálogos con Washington -que incluyeron cambio climático y cuestiones militares- después que la demócrata Nancy Pelosi estuvo en Taiwán en agosto. El comercio anual entre EE.UU. y China es importante y supera los 605 mil millones de dólares, afirmó la directora del FMI, Kristalina Georgieva.
La búlgara que dirige el Fondo manifestó que la economía mundial se está dividiendo en bloques adversarios debido a la rivalidad entre EE.UU. y China, lo que podría conducir a una nueva “guerra fría”, advirtió en una entrevista con el diario The Washington Post. Recordó los esfuerzos emprendidos por Washington y la Unión Europea para rediseñar las cadenas de suministro globales, eliminando la dependencia de un solo proveedor.
Un campo no abandonado pero en el que EE.UU. acepta de hecho estar en segundo lugar, en varios espacios, es África. Las inversiones chinas, el extractivismo, la adquisición de paquetes accionarios de empresas africanas, los préstamos bancarios y la adquisición de ciertos commodities han hecho de China -de forma oficial o privada- un actor sobresaliente en diversos países de África subsahariana. El crecimiento de la presencia de las empresas orientales puede entenderse mejor si tomamos por ejemplo el caso de las explotaciones mineras de Sudáfrica y consideramos que el 70 por ciento de lo exportado en un año por ese país fue a dar a China. El producto de la extracción es variado y puede ser hierro o piedras preciosas. En el caso de otras naciones la explotación se da en lo relativo al petróleo. a la construcción vial y férrea o a la pesca.
En la misma reunión, ambos presidentes -refiriéndose al conflicto en Ucrania- aseguraron el común convencimiento de que en esa confrontación no debían emplearse armas nucleares.
¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬Acerca del tema nuclear, capaz de producir la extinción de la especie humana en caso de una guerra con ese tipo de armas, la escritora australiana Caitlin Johnstone recopila una serie de editoriales que impulsan -hay de los que prácticamente indican cómo y casi exigen- que el presidente de EE.UU. dé su consentimiento para usarlas. Es así que la autora cita los casos de Thomas G. Mahnken, en Foreign Affairs, quien pone la firma a su opinión a la que titula “¿Podría Estados Unidos ganar una nueva guerra mundial? Lo que haría falta para derrotar tanto a China como a Rusia”.

Continúa la australiana citando otras notas; “Los escépticos se equivocan: Estados Unidos puede enfrentarse tanto a China como a Rusia”, de Josh Rogin, en The Washington Post. En el mismo tono lo hace Robert Farley en 19FortyFive, “¿Podría el ejército estadunidense luchar contra Rusia y China al mismo tiempo?”, respondiéndose que “EE.UU. puede luchar contra Rusia y China a la vez… durante un tiempo y con la ayuda de algunos amigos”: este es un optimista total que cree que habrá tras un ataque inicial “… un tiempo”.

La compilación sigue con un señor de Bloomberg que incorpora lanzamientos contra Irán, aunque previamente aconseja hacer más repartos (supongo que nucleares) de armamento que involucren a Ucrania y a Israel. De este mismo estilo es lo escrito por Matthew Kroenig en Foreign Policy, quien pretende adelantarse a un presunto enfrentamiento entre lo que llama “democracias” (EE.UU., los europeos de la OTAN, sus aliados Japón, Surcorea y Australia) y que titula su nota en New Yorker, en idéntico tono beligerante, “¿Y si ya estamos luchando en la Tercera Guerra Mundial con Rusia?”.

Sobre un cohete que cayó en Polonia y mató a dos granjeros, Biden zanjó el tema de forma por demás diplomática, al sostener que no creía que el disparo hubiese sido efectuado por Rusia. De esta manera contradijo la premura de Zelenski y parte de la UE, que de inmediato culparon a Moscú de haber agredido a un país de la OTAN. El veloz comentario del anciano acerca de la autoría, me hace recordar la letra de un tango cantado por Carlos Roldán, Garras, de 1945: “No pude más y en mi afán por llegar/era un duende errabundo/ que se perdió sin poderte encontrar/ por las calles del mundo…”. La agilidad correctiva del estadunidense se acomoda (para Zelenski y otros): “Y me he quedado como un pájaro sin nido,/ como un niño abandonado, con mis penas que se agarran como garras/ y desgarran a mi corazón”.

El tema de la guerra ruso-ucraniana no parece hacer sido tratado con profundidad, aunque entiendo que las partes abogan por un final en que los enfrentados den el paso de acallar las armas. La cuestión es quién y a qué costo da ese primer paso.

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