Leyendo un artículo del filósofo español Innerarity se me
despertaron las ganas de buscar similitudes a nivel local.
Y entré a revisar noticias y titulares de los últimos tiempos.
Desde los “frentistas retobados” que se juntaron en un comité
rindiendo homenaje al Frente del 71 en el día del Patrimonio.
Hasta los animalistas pidiendo más derechos para sus mascotas.
Sin dejar de mencionar a Sturla y sus amigos parlamentarios que
protestaron por todos los medios posibles contra la ley de eutanasia
Por supuesto que el conflicto entre Israel y Hamas no faltó a la cita.
Las venias a las embajadoras, el paro de la pesca y el puerto, el
triple asesino y sus Varones Unidos, las declaraciones de Negro y
sus Jefes de Policías, la menopausia de las personas con útero y
los comentarios de los gobernantes con el premio Nobel de la Paz.
Vaya que los uruguayos somos diversos con nuestras indignaciones
Parece que cada movimiento social toma su causa como la principal
haciendo todo lo demás subordinado al motivo de su protesta y
cobra vital importancia como se expresa y por lo tanto se buscan
consignas pegadizas: “los animales no son cosas”; “no es guerra es
genocidio”; “cultura de la muerte” “el puerto no es changa” “muerte
al macho”; “la reforma de la gente”, son solo algunos ejemplos.
Lo interesante es cada uno cree ser el representante del pueblo.
Las causas en general son monotemáticas y pocas veces plantean
un modelo alternativo, solamente manifiestan su posición contraria.
Muchas veces se desprecia a la política o muestran su decepción.
Paradójicamente en la izquierda se añora la década del 60, y en
la derecha en cambio, prima la nostalgia por el liberalismo de los 90
Es interesante como todos estos movimientos en definitiva y quizás
sin darse cuenta, fortalecen la democracia, a la que tanto denostan.
Una encuesta de estos días mostró que en nuestro país la ideología
vive y lucha y la gente no vacila en manifestarse de izquierda,
centro o derecha, cosa impensable en este último caso, porque
definirse de derecha era vergonzante, se temía la condena social.
Por suerte, la política, esa pobre maltratada, goza de buena salud.
Alfredo García
La política después de la indignación, Daniel Innerarity, 2011







