El viernes 21 de marzo el actor y director argentino Luciano Cáceres se presenta en Montevideo con Muerde, unipersonal escrito y dirigido por Francisco Lumerman.
Descrito como un “thriller en solitario” el espectáculo cuenta la historia de René, quien se descubre manchado de sangre sin recordar las razones. Buscando una explicación, el personaje irá buceando en su memoria y reconstruyendo un pasado marcado por el abandono.
Cáceres es conocido por su trabajo en cine y televisión, pero también tiene una amplia trayectoria en el medio teatral independiente de Buenos Aires. Muerde es su primer unipersonal, y luego de su estreno hace cinco años en el Moscú Teatro de la capital argentina ha girado por varios escenarios de su país, España y Estados Unidos. El sábado 8 de marzo, por ejemplo, se presentó en una función a beneficio en Abbott, localidad de la Provincia de Buenos Aires. Cuando atiende a Voces para conversar sobre su presentación en El Galpón no puede dejar de compartir el entusiasmo por esa función del pasado sábado: “fue increíble como resistió la obra en un espacio al aire libre, mucha gente vio teatro por primera vez y fue hermoso. Soy un actor conocido por la tele, por el cine, y de golpe por ahí van a ver a ese actor de la tele y se encuentran con una experiencia teatral que va mucho más allá. Como que revaloriza la tarea de uno. Fuimos temprano con Ricardo Sica, que es mi iluminador, para hacer el cableado, armar todo en un espacio no convencional, poner sillas, inventar gradas, y estuvo buenísimo”.
Muerde llega a Montevideo por primera vez el 21 de marzo, pero Cáceres ya estuvo en El Galpón hace algunos años dirigiendo El Ardor, de Alfredo Staffolani. Sobre lo que significa ahora actuar en ese escenario el actor comparte: “Estoy feliz, es un teatro con 75 años de historia, donde se formó una cantidad de gente. Son miles de años de historia si contás a cada uno de los que pasó por ahí sumando su talento, su trayectoria, su oficio. Y además me encanta ir a Montevideo, tuve la suerte de ir muchas veces a filmar, y cada viaje es un amigo nuevo, un diálogo para compartir”.
Francisco Lumerman ha contado que el disparador de Muerde es un hecho real ¿Cómo fue para vos construir ese personaje, marcado por el abandono desde niño?
El personaje fue abandonado por su madre al nacer y después por su padre a los diez años. Así que se queda solo desde esa edad en un taller de carpintería de ataúdes en un pueblo de la Argentina profunda. Y se queda suspendido en los diez años intelectualmente hablando. Crece físicamente y se vuelve hombre pero en su mirada y su mente está la inocencia de un niño. Y eso en el pueblo lo vuelve el raro, el diferente. Y la pasa bastante mal. La obra habla del abandono, de la relación particular de René con el amor, con la sensualidad, con lo que es ser un distinto. Con momentos de mucha luminosidad, de ternura y de inocencia, y momentos muy oscuros, cargados de violencia y de mucha tristeza. En lo personal como actor es un desafío gigante que me pone a prueba en cada función.
Y con Fer Lumerman nos conocemos hace mucho. Nos formamos en los años noventa en Andamio 90 con Alejandra Boero. Nos conocemos desde esa época, queríamos trabajar juntos y salió esta propuesta. Él venía hablando de la violencia súbita, de esta cosa de manada y de las diferencias, y apareció esta noticia en donde matan a un pibe que robó un celular entre treinta personas. Y eso pone la vara en los puntos de vista. Obviamente este pibe no estuvo bien, pero matarlo entre treinta por un celular… Quizá tener información sobre las demás personas modifica lo que pensás.
Comentaste que la experiencia de acompañar a tu madre en su trabajo cuando eras niños te ayudó a conectar con el personaje.
Mi mamá era trabajadora social y trabajó en barrios carenciados toda su vida. Así que los días que no había clase o los fines de semana, cuando hacía horas extra, había que acompañarla porque no teníamos con quién quedarnos. Y tengo esa imagen de ver a los pibitos de mi misma edad con moco colgando. Le preguntaba a mi mamá porqué tenían moco y yo no y ahí mi vieja me dijo: “porque vos tenés una mamá presente que está con el pañuelito limpiándote todo el tiempo”. Y esa fue la primera imagen que se me apareció de René, un chico con moco. Ese abandono naturalizado que obviamente se magnifica en la pieza en muchos aspectos. Y sí, me marcó la particularidad de mi madre, como marca a cualquiera la crianza. Obviamente fue motivador y me dieron ganas de hablar de estas cosas.
En El Galpón se está haciendo una versión de Ricardo III que me hizo pensar en personajes como El pingüino de Tim Burton, marcado por el abandono o el desprecio familiar, al igual que René. Y pareciera que cada vez hay más condiciones para que se generen ese tipo de personajes
Si, o como el Joker, sin duda. Nosotros pensamos esta obra en Argentina, donde ya estamos medio acostumbrados a vivir con gente en la calle, con gente que no tiene las mismas posibilidades, ni hablar del destrato a quienes tienen problemas psiquiátricos. Pero esta cosa que parecía tan argentina a la hora de laburarla cuando fuimos a Estados Unidos cobró otros sentidos. Allá tienen otros problemas, es increíble lo que está haciendo el fentanilo, o los problemas psiquiátricos pos pandémicos en megaciudades como Nueva York o Los Ángeles. Y las políticas tienden a estas cosas más individualistas y confusas con respecto a que por algo están ahí y que no hay solución. Esta obra invita también a reflexionar sobre eso. También hicimos Muerde en pueblos de la Provincia de Buenos Aires donde nos decían: “este es el Johnny, el chico que vivía en la calle con un retraso mental y otros chicos para hacerse los graciosos lo ataron en un poste un día de invierno. Y todos se reían de eso”. Al otro día amaneció muerto por el frío y no pasó nada. Hay cantidad de NNs todos los días muriendo en los hospitales. Y nadie pregunta por ellos ni reclama sus cuerpos. En los cementerios está lleno de muertos que son anónimos. Es muy duro.
Muerde. Autor y director: Francisco Lumerman. Actúa: Luciano Cáceres. Viernes 21 de marzo a las 21:00. Sala César Campodónico de El Galpón.