En el marco del ciclo Cuerdas, Carmen Pi se presenta el próximo 8 de agosto en Sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre. El espectáculo lleva como nombre “De espinas y flores. Músicas para desandar el tiempo”, un show donde confluyen la música renacentista con música contemporánea uruguaya. En entrevista con Voces la cantante y compositora cuenta cómo nació esta propuesta.
Carmen Pi estará acompañada por Gustavo Reyna en archilaúd, con quien interpretará canciones del renacimiento con músicas de artistas nacionales contemporáneos como Fernando Cabrera o Eduardo Mateo junto a Dowland, Purcell o Bach. También se subirán al escenario con ellos Isabel Barrios, Diego Carbonell, Gastón Gerónimo y Nicolás Ibarburu
¿Cómo te sumás a este ciclo “Cuerdas”?
En cuanto al ciclo, yo fui convidada. Es un ciclo precioso, en el que están grandes artistas, y fui invitada por las productoras a formar parte de él. Y muy contenta dije que sí.
¿Qué es lo que van a proponer con Gustavo Reyna?
Yo ya estaba armando este espectáculo con Gustavo cuando fui invitada y decidí presentarlo… Tenía la opción de hacer mis músicas y lo que más o menos vengo haciendo por otro lado. Estaba en un momento en el que no estaba creando música, así, canciones, y estaba un poco presionada por mí misma por esa situación. A su vez cuando me he presentado en los teatros siempre metí algún aria de música antigua y fue muy linda la respuesta. Entonces me había puesto a pensar que qué interesante sería hacer un espectáculo, combinando esos dos mundos. Llamé a Gustavo y tenía algunas músicas ya juntas previstas, pero otras las trabajamos juntos y él aportó todo lo que sabe. El espectáculo va a viajar, porque está armado en torno, primero, al instrumento que es el archilaúd, que es como un laúd pero un poco más grande con un mástil que tiene cuerdas al aire. Tiene una sonoridad hermosa; generalmente es usado para tocar música antigua del renacimiento y del barroco, así que la idea sería además de eso tocar también músicas populares, sobre todo de acá. Hacer como casamientos. Mi concepto era el siguiente: hay temáticas de canciones que siguen siendo las mismas hace cuatrocientos o seiscientos años atrás que las de ahora. Encontrar eso. Armamos el espectáculo en torno a hacer capítulos y cada uno tiene un nombre, «lágrimas», «los adioses», etc. Entonces hay una canción del renacimiento con, por ejemplo, una de Darnauchans o una barroca y una de Cabrera.
¿Y cómo fue el proceso de ensamblar una cosa con la otra?
La verdad es que nos llevó tiempo de trabajo, de buscar que esas cosas quedaran bien, que no fueran caprichosas y no quedara forzado. Algunas las descartamos y otras dejamos que fluyeran de una a la otra. Para nosotros ahora está bueno, hay que ver si eso realmente funciona cuando sea presentado en público. Si bien yo canté durante mucho tiempo ese tipo de música es un desafío cambiar en el momento, porque cuando yo estoy cantando una canción de Cabrera la canto como la canto yo, y acto seguido paso a cantarte un aria con la colocación que esa aria requiere. Entonces el instrumento vocal también está cambiando de un momento a otro. Es un desafío y me parece interesante. Y en cuanto al instrumento, yo lo veo a Gustavo muy suelto. Es un gran guitarrista y además toca el laúd hace mucho tiempo, domina cualquier instrumento de cuerda entonces él cuando toca alguna canción de Cabrera o de Darnauchans para mí es una maravilla. Él lo hace parecer fácil y lo toca con tal musicalidad que además la magia de esta propuesta pasa por eso; porque cuando vos escuchás esas dos músicas tan disímiles pasadas por esa misma sonoridad se genera la unidad. Y esa unidas es la que les da esa sonoridad como mágica y como esa cosa de universalidad de la música que trasciende las épocas.
¿Es un concierto donde la música de Cabrera o de Darnauchans se equilibra con estos tipos de música que mencionas?
Sí, aparecen equilibradas, de hecho, muchas veces son como pequeñas citas. No siempre hacemos las músicas ni las arias enteras ni tampoco las canciones enteras, porque se vuelve eterno. Son como pequeñas citas. Depende también de lo extenso que sea cada música, si el aria es medio larga la recortamos, hicimos como un timming me parece bastante como agradable, no una cosa que te vaya como a cansar. Por ejemplo, en el capítulo «Lágrimas» cantamos un pedacito de «La Llorona», serán dos estrofas, y eso deviene en un aria de John Dowland, del 1.600 pero no se hace entera. Es un segmento que se llama «Flow my tears». Entonces está hablando de lo mismo y culmina con dos estrofas más de «La Llorona», lograr una unidad entre las cosas. Hay alguna canción también de Darnauchans, o de Cabrera, donde no puse todos los versos porque eran largas. Mi idea es lograr ese viaje y que se perciba la esencia del encuentro. De con quién va a ir emparentado eso pero también dejar que el espectador entre en el clima, no puede ser ni muy corto ni muy largo.
Y el título «De espinas y flores. Música para saltar el tiempo», ¿a qué refiere?
Nos llevó un tiempo encontrarlo. Había canciones de dolor, de despedida o de desamor. También algunas más luminosas. Entonces yo pensé en el amor, el desamor, en ese juego, y eso nos llevó uno de los capítulos, que es justamente una canción de Darnauchans que se llama «Final». En el estribillo dice “la espina no, la flor, la flor, si es que hubo flor”, y eso enseguida va para un aria de Handel, barroco, que dice «Lascia la spina, cogli la rosa”, es decir “deja la espina y coge la rosa”. Están diciendo lo mismo, y es increíble. Entonces me pareció que eso sintetizaba también todo, de espinas y de flores, que de eso también se trata la vida, y este recital tiene un poco de eso.
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