MILEI: ¿Una derrota exitosa? Por Hoenir Sarthou
Los resultados de la elección argentina pueden leerse de muchos modos.
Hay quienes destacan el nuevo triunfo del peronismo, agónico pero triunfo al fin. Otros señalan el predominio de la política profesional por sobre el papel de outsider milagroso asignado a Milei. Otros se preocupan –o se regocijan, depende de quien hable- por el alto nivel de abstención, voto en blanco y voto nulo.
En lo personal, me impacta mucho otro fenómeno.
Pocos días antes de las elecciones, hablando con argentinos, tanto partidarios como enemigos de Milei, la convicción generalizada era la del triunfo imparable de Milei.
¿De dónde salió esa convicción? ¿En qué estaba basada?
Parece obvio: en el diluvio de publicidad, encuestas, programas televisivos, memes y videos que exhibían los discursos más virulentos de Milei, sus actitudes rockeras y los detalles más íntimos de su vida privada.
Creo que, sin temor a equivocarse, puede asegurarse que la convicción de que Milei era imparable surgió de la actitud de los medios de comunicación, de las encuestas de opinión, y de cierta charlatanería politicológica que fue permeando la cabeza de los argentinos, aun contra toda lógica.
Es cierto que el candidato era mediáticamente llamativo, que su historia personal fue aderezada con toda clase de ingredientes como para generar curiosidad e incluso interés morboso. Su aspecto, sus actitudes, sus ideas revulsivas, sus perros, la clonación, su pelo, sus declaraciones sobre el sexo y las mujeres y hasta su extraña relación con sus padres predisponían a balconear morbosamente a ese ser inusual y al parecer inclasificable.
Pero ojo con creernos del todo el cuento. Gente excéntrica hay mucha. Economistas ultraliberales también. Críticos de la casta política abundan en todas las redes y boliches, virtuales y presenciales. ¿Por qué Milei adquirió esa difusión extraordinaria?
Para empezar, sin importar lo que declare o no declare sobre el costo de su campaña, es obvio que hubo mucho dinero detrás de la construcción del personaje. ¿A cuánto dinero equivale ser invitado a innúmeros programas de TV para ser interrogado sobre economía, sobre política, sobre los perros, sobre el corte de pelo, sobre la agenda de género, sobre el sexo tántrico y sobre cualquier tópico que a uno se le pase por la cabeza?
Está bien que el personaje era y es llamativo. Pero, ¿a quién se le ocurre que la dolarización de la economía, la eliminación del banco central, la apertura a toda clase de inversión extranjera y la reducción de políticas de seguridad social (todas esas cosas propuso Milei en algún momento) realmente beneficiarían al pobre laburante que se las ve negras para pucherear o al jovencito despolitizado que se enoja con una casta política a la que ve acomodada e indiferente?
Si algo confirma el fenómeno Milei es que la combinación de dinero y medios de comunicación puede obrar milagros. Por ejemplo, el de introducir en el debate político ideas profundamente contrarias a los intereses populares y presentarlas como bandera para los pobres y desesperanzados.
Sin embargo, la realidad suele volver por sus fueros. En este caso, el triunfo relativo y provisional de Massa nos recuerda que no siempre lo que vemos por televisión y lo que vaticinan las encuestas y los politólogos es verdad.
¿Eso es mejor para la Argentina y para el pueblo argentino?
Por principio, no hago esa clase de juicios sobre países en los que no vivo y cuya realidad profunda no conozco.
Lo que me interesa señalar es que tanto los argentinos como nosotros, gran parte del tiempo, vivimos hipnotizados por una visión de la realidad construida por la publicidad, el relato de los medios de comunicación, los diagnósticos de los expertos a sueldo y el chamuyo de las redes sociales, que suele reproducir todo lo anterior.
Cabe preguntarse también si este resultado es una derrota del fenómeno Milei.
¿El objetivo del “fenómeno Milei” era que Milei fuera presidente o que introdujera en el clima político argentino ciertas ideas y actitudes –el “efecto Milei”- convenientes para alguien más que el propio Milei?
Constato que la liberalización de los discursos económicos y el descrédito de la política convencional han sacado carta de ciudadanía. Si el peronismo del último gobierno entregó los recursos y la salud del pueblo argentino a inversores y organismos de crédito internacionales, ¿qué puede esperarse de un nuevo gobierno que tenga como opositor al ultra liberal Milei?
Es de sospechar que la derrota del candidato Milei, si se confirma en la segunda vuelta, será en realidad un triunfo del “efecto Milei” sobre la economía y la política argentina. ¿Sería otra la intención de quienes crearon y financiaron al “fenómeno”?
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