En mis clases repito algo que ya muchos autores han postulado: a las ciudades se las conoce caminando. En esta segunda columna haré un alegato por la caminabilidad en Montevideo, no solamente para conocerla, sino por sobre todo para vivir plenamente nuestra ciudad. La caminabilidad es fundamental en la calidad de vida de las personas en cualquier ciudad. La calle es el principal espacio público y no debe ser reducida a un simple canal para desplazar vehículos. Es un lugar de convivencia donde debe ser posible desarrollar múltiples actividades, así como también moverse de un lugar a otro.
La movilidad sostenible implica modos activos de desplazarse evitando innecesarios desplazamientos en vehículos, aprendiendo que caminando muchas veces ganamos tiempo. En ocasiones erramos a las prioridades y priorizamos facilitar el desplazamiento de unos pocos vehículos (a veces con un único pasajero) frente a estimular la seguridad y comodidad de la movilidad de numerosos caminantes.
Un ejemplo: un público específico de “caminantes” lo son las decenas de miles de niñas, niños y adolescentes que asisten a centros educativos y en pocos días comenzarán el nuevo año lectivo. Ellos tienen el derecho no solamente a un camino seguro para ir y volver de su casa a la escuela; también a un camino que les haga disfrutar de sus amigos y el barrio y así empoderarse como habitantes de la ciudad.
En la actualidad, intentar caminar en algunos barrios o calles de la ciudad es quizás una empresa difícil o azarosa. En parte por el (mal) estado de las veredas, en parte por su inexistencia en algunos lugares y en algún caso por obstáculos o elementos hostiles que dificultan el pasaje de peatones. Estacionar autos en las veredas es una pésima costumbre. Es peligroso que las veredas estén rotas o en mal estado, que estén ocupadas por vehículos u otros obstáculos. También es peligroso cuando no existen y los peatones compartimos el espacio vial con vehículos, como sucede en muchos barrios de nuestra periferia.
Por eso propongo un plan masivo de construcción y reconstrucción de veredas y sendas peatonales para Montevideo.
El plan requiere asignar un monto de inversión significativo para tres grandes tipos de acciones: 1.- En las áreas periféricas donde no existen veredas o sendas peatonales, construcción masiva, en etapas, cumpliendo un programa que incluya los 4 municipios de la corona exterior (A, D, F, G) y parte del E. 2.- En las áreas centrales e intermedias, donde existen y están en mal estado, su reconstrucción, solucionando problemas de interferencias con servicios públicos y raíces. Esto incluyed los municipios B, C, Ch y parte del E. 3.- Proyectos de detalle en los entornos de escuelas, centros educativos, de salud y servicios. Para ello se requieren una serie de instrumentos y modos de intervención. Por lo pronto, es ineludible promover la modificación del decreto departamental que regula la construcción y mantenimiento de veredas, actualizando aspectos que determinan las responsabilidades de la Intendencia y los propietarios y también de diseño y materialidad, modernizando las formas de construcción, mediante pavimentos continuos de fácil construcción, mantenimiento y reparación.
Hay razones sociales, económicas y ambientales y de salud humana que hacen esto imprescindible.

