Múltiple final de temporada por Nelson Di Maggio
El cierre de la temporada 2019 adquirió un repentino dinamismo. La intensidad de las sucesivas inauguraciones no admite el reposo ni el tiempo necesario para visitar la variedad de propuestas.
El arte indígena en Australia, en el Museo de Arte Precolombino e Indígena (mapi), de conocido prestigio en muestras internacionales; Rita Fischer (Galería Xippas), pintora y videasta, de larga estadía en París y numerosas individuales; Miguel A. Battegazzore (Estrellas del Sur), Premio Figari, de energía experimental incansable; nueva revisión de Cabrerita: Javiel Raúl Cabrera. Entre el olvido y la memoria (Museo Nacional de Artes Visuales), ya celebrado el año pasado; antología de Julio Alpuy en su centenario en el mismo museo del Parque Rodó para diciembre; Colección Rodolfo López Rey (Museo Gurvich); la inminente antología de Carlos Carvalho (Sala del Sodre); Nitrato oriental. Pre-cine y cine silente en Uruguay (1850-1932) (Teatro Solís); S’il vous Play, charlas sobre videojuegos con Gonzalo Frasca, Eva Correa y Federico Márquez, en la mediateca de la Alianza Francesa, y en sala de exposiciones, Confluencia; y las nuevas y renovadas muestras en espacios callejeros de la ciudad del Centro de Fotografía ponen a prueba la resistencia física de los entusiastas aficionados montevideanos. La variedad de catálogos acorta el tiempo disponible, además del excelente e inteligente libro innovador a tener en cuenta: Diego Focaccio. Rapsodia: proyecciones desde el espacio de la geometría, edición bilingüe de 200 copias, diseño de i+D, 2019.
Rugendas y la Nueva Troya (Cabildo de Montevideo), habilitada desde el sábado pasado con permanencia hasta mayo 2020, es una muestra necesaria. Con curaduría de Rosana Carrete y Carolina Porley, recoge las obras existentes en la colección del museo municipal —dibujos, grabados, pintura, libros— de un artista viajero alemán (1802-1858), con estudios en la Academia de Bellas Artes de Munich. En 1821, acompañó una expedición científica y llegó a Brasil. Volvió a Europa y en 1831 regresó para quedarse 16 años en varios países latinoamericanos, incluyendo Uruguay. Registró paisajes y costumbres de los diferentes lugares en clave romántica, en oposición al neoclasicismo dominante, comprometido con los sucesos contemporáneos. Regresó definitivamente a Alemania y se convirtió en pintor de la corte de los reyes Luis I y Maximiliano II de Baviera.
Recaló en Montevideo el 26 de marzo de 1845, durante la extensa Guerra Grande (1839-1852) que el escritor Alejandro Dumas llamó la Nueva Troya. Adhirió al gobierno de la ciudad sitiada; mantuvo una intensa actividad social y cultural; alternó con el naciente patriciado oriental, los exiliados porteños del rosismo, los diplomáticos extranjeros —en su mayoría franceses, españoles e italianos que trepaban a 19.000 mil, mientras los orientales apenas eran 11.000—. El conflicto no impidió que se construyera el Teatro Solís y la visita de compañías del exterior.
Rugendas conoció y simpatizó con el revolucionario Garibaldi, dejó una pintura inconclusa —Retorno de Garibaldi después del combate de San Antonio—, registro grupal de los legionarios, incluida la aguerrida compañera y enfermera Anita Garibaldi. Si las bondades expresivas de esa pintura son reveladoras, los dibujos, en el dominio del trazo y su capacidad para escudriñar rostros y vestimentas con una línea sobria y significativa, confirman un talento mayor (Autorretrato, litografía; Catedral de Montevideo, litografía; Retrato del General Don Fructuoso Rivera, presidente de la República oriental, que conoció en su destierro en Río de Janeiro, grafito sobre papel, demasiado joven a sus 62 años. Otros dibujos de Melchor Pacheco y Obes y Rivera fueron publicados en el suplemento dominical de El Día. Se agrega una «instalación» de las siete ediciones en francés, italiano y español del célebre libro de Alejandro Dumas. Una pequeña gran exposición iluminadora de la historia del pasado nacional.
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