Museos y donaciones por Nelson Di Maggio
En 1839 Juan Manuel Besnes e Irigoyen hizo donación al Estado de dos obras caligráficas, retratos de los presidentes Oribe y Rivera. El Gobierno agradeció en la Asamblea General y dictó la Ley 210 de 11 de julio de ese año, donde acepta y agradece al donante, proporcionando un local en que dichas obras se conserven al cuidado del donante, que las había generosamente ofrecido. Nació el museo de «bellas artes». Los cuadros fueron enviados a París para una exhibición que tuvo éxito de público, pero al volver se perdieron. Esos rudimentos de museo precursor de las galerías actuales tendieron a oficializar la colección del maestro. Los elogios no escasearon: «Besnes e Irigoyen fue una gloria artística en la República Oriental», escribió Isidoro de María. «Es, por excelencia, nuestro iconografista», afirmó Horacio Arredondo (h). Sobrevino la despreocupación sobre los museos durante varias décadas con algunas tentaciones esporádicas de retomar la idea durante la Guerra Grande (se inauguraron, nada menos, la Universidad, el Teatro Solís, la Comisión de Biblioteca y Museo). Décadas más tarde, en la Cámara de Diputados se desató un debate en torno a los museos y el representante Carreras señaló, el 25 de julio de 1862: «A la Biblioteca Pública se ha anexado el Museo. Si ha de haber Museo, si se ha de pagar para conserve y quien lo adelante. Porque, de cierto: decir que en nuestro país hoy hay un Museo, cuando no hay tal, cuando al concurrir los extranjeros inteligentes a estudiar las producciones especiales se encuentran con cuatro bichos mal conservados y apolillados, y cuatro o cinco piedras insignificantes con el título de Museo, es algo que incita a la burla ya la risa. Y, es cierto, yo haría moción para que se suprimiese el Museo y se depositase todo en una pieza y nos dejemos de Museo, o para que se señale una partida para que un hombre inteligente, se encargue especialmente él, de adelantarlo y aumentarlo.» El movimiento por la inquietud museística comenzó a partir de1868. Continúa hasta hoy. Por una de esas crueles ironías del destino, Besnes e Irigoyen, fundador del museo, no está representado con obra alguna en el Museo Nacional de Artes Visuales.
Si la mayoría de los museos del mundo se nutren de las donaciones o expropiaciones o simples robos como los colonialistas europeos, no siempre cuentan con el presupuesto adecuado. Contradicción permanente. El Museo Histórico Nacional posee ocho sedes (casas de Rivera, Lavalleja, Giró, Garibaldi, Batlle y Ordóñez, Herrera, Ximénez, Romántico) y 23 (veintitrés) funcionarios en su totalidad. Eso deriva en el cierre temporal de unos, la habilitación parcial de otros, las restricciones de horarios y de actividades abiertas al público. La situación actual derivada de la pandemia no se dirige a modificar sustancialmente la situación, contra toda precipitada esperanza.
Las donaciones no se interrumpen, a pesar de todo. El Museo Histórico recibe con regularidad publicaciones, cartas, documentos y objetos. Ahora, quien escribe, decidió donar dibujos y documentos pertenecientes a José Miguel Pallejá (1861-1887), uno de los representantes del estilo rozando el impresionismo, en la pintura al aire libre, la liviandad de la pincelada y las sutiles tonalidades de una dinámica interior intensa. Los dibujos se refieren al único mural que realizó y no terminó en la Quinta Lezama de Buenos Aires, hoy sede del Museo Histórico. Pallejá, vinculado a la alta sociedad porteña, tuvo relaciones que admiraron su talento y guapeza joven. La tuberculosis le impidió terminar la obra, pese al empeñoso esfuerzo en sus últimos días; dejó lo bocetos sobre papel tela referidos a distintas alegorías, dibujados con encanto y precisión formal. Nunca se exhibieron y ahora se agregan a las pinturas ya existentes en el museo y, en especial, su magistral autorretrato. Además, se incorporaron cartas y documentos, libros y un mechón de cabello del artista, nada frecuente entre los artistas nacionales. Una vez restaurados es probable que una exposición los presente al público para recuperar a otro de los artistas nacionales olvidados.
Si las donaciones estimulan más donaciones, no solo el donante se siente gratificado.
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