El 8 y 9 de febrero Nenan Pelenur y Agösto Latino presentaron Miedo en el Teatro Stella. Un espectáculo de humor que reúne a los personajes más conocidos de ambos artistas pero que también explora las zonas más oscuras de nuestras patologías sociales.
Gabriela Pelenur nació a comienzos de los ochenta en Buenos Aires, y a comienzos de los noventa llegó a nuestra ciudad. La década que pasó en Buenos Aires es la década de la guerra de Las Malvinas, del fin de la dictadura y de la vuelta a la democracia, de los levantamientos carapintadas y de la hiperinflación que le abrió el camino a Menem. En ese contexto todavía pautado por una represión salvaje surgió una movida contra-cultural que pasada las décadas se ha convertido en leyenda. En espacios under como el Parakultural actuaban personalidades como Batato Barea, Humberto Tortonese o Alejandro Urdapilleta construyendo personajes atravesados por el dolor y que, inspirados en su propia experiencia, se mostraban excesivos y salvajes, sin tabúes para hablar de adicciones o de disidencias sexuales. Tres décadas después, y paradojalmente en tanto se han conquistado más derechos, se ha impuesto una nueva forma de “censura” que, por motivos distintos a los de los ochenta, persigue a artistas que no “controlan” su lenguaje. De este lado del Río de la Plata pocos espacios tolerarían un humor como el que habitaba el Parakultural. Habría que pensar en los espectáculos de Federico Guerra en La Cretina. O en shows como Miedo, un potente duelo de humor entre dos artistas que no dudan en mostrar la forma en que la sociedad obliga a ciertas personas a confinarse en un pozo desde donde intentan paliar su soledad. Lo interesante de Miedo es que Agösto Latino y Nenan Pelenur (como se conoce a Gabriela) llevaron sus funciones a una de las salas principales del medio montevideano, sin miedo y sin concesiones.
Sobre ese humor más border Pelenur nos cuenta que para ella: “es casi que natural trabajar las incomodidades del ser humano. Los miedos, las adrenalinas y las bajadas hasta la zanja desde un lugar que es casi como exprimir un trapo sucio para quitarle sus suciedades y que después lo puedas extender y te puedas reír de que es un trapo”. Sobre las referencias del universo under porteño de los ochenta indica: “Los amo, esos ochentas rioplatenses con Tortonese, Gasalla, Urdapilleta… por supuesto que me siento identificada con esa forma de humor tan grotesco, pero mi musa inspiradora sobre todo es Fernando Peña. La primera vez que lo vi fue en el Teatro Stella en el 2007 o 2008 y me partió la cabeza. Y trabajamos de forma consciente esa zona border desde el principio. Esta fue una idea original de Agösto que me la presentó durante la pandemia, en 2020. Él hablaba de que quería bucear en las profundidades del miedo, me mostró un borrador enorme y después juntos seleccionamos alguna de las piezas y quedaron las tres que están hoy. A partir de ahí yo empecé a enturbiar el texto, a analizarlo en conjunto con él y lo terminamos co escribiendo. Sabíamos que lo que estaba escrito era shockeante, que era políticamente incorrecto, incómodo, tan incómodo que nos llevó mucho tiempo llegar a un acuerdo en común sobre lo que se mostró finalmente”.
¿Y no tuvieron “miedo” de ese resultado, de cómo podía ser interpretado? La segunda escena por ejemplo tiene momentos muy fuertes para ciertos parámetros de corrección política.
Desde mí lugar de repente sí habían ciertos temores respecto a las temáticas que íbamos a trabajar, pero bueno, es un poco lo que me empuja también a hacerlo. La forma en que hablamos sí es cuestionada pero es una forma de hacer una denuncia. Hay un tema con el lenguaje hoy en día que está como censurado o extremamente cuidado y que hace que no puedas decir ciertas palabras porque quedás en un mal lugar ¿Y por qué quedás en un mal lugar? ¿Qué pasa con la palabra? La escena del submarino sobre todo, que es la que mencionás, me costó trabajarla un poco sí. A mí no me nace insultar a una persona como se insulta al gordo en un momento, pero sé que en la sociedad pasa y es una manera de mostrarlo. Y también está la cosificación de los cuerpos. Tanto el gordo como el musculoso están en el horno, los dos tienen dolencias profundas, psicológicas, de soledad, de marginalidad. Y se juntan en una situación de encierro y de falta de oxígeno que un poco es lo que pasa en la sociedad hoy. La escena del submarino nos moviliza, sí, y duele hacerla. Esos trajes espectaculares hablan mucho, esas corazas como armaduras que tienen y en el fondo son una piltrafa pidiendo ayuda a grito pelado.
El humor en tus espectáculos nace del dolor, no es gratuito, y eso está presente en Miedo ¿Cómo surge esa veta?
Sí, siempre me caractericé por eso. Tengo un humor ácido y el dolor, y el drama psicológico, como buena judía neurótica, son un poder que tengo desde chica. Tuvimos una infancia súper movida y entonces ya hubo un poco de drama desde el principio. Y cuando fui creciendo fui como usando todo ese material para mis obras. Mis memorias, mis registros audiovisuales que hizo mi viejo, todo eso está plasmado en los espectáculos de las gracielas (ciclos basados en el personaje Graciela que juega con la confusión sobre el nombre de pila de Pelenur) aparece ese material e interviene en audiovisuales, o como voces en off de mis padres, de mis abuelos… Y en todos los espectáculos que he hecho están estos dolores: el desamor, la soledad, la locura, las adicciones. Y en Miedo se nota, por supuesto, porque con Agösto compartimos esa veta de construir personajes muy grotescos y absurdos que trabajan el humor desde situaciones dramáticas. El impulso de Agös por investigar el miedo parte de que es una palabra gigante que nos abarca a todos. Y el miedo te genera bloqueo, y te genera adrenalina, y te genera inseguridad y te genera terror y te te genera emoción. Y todo eso está involucrado en cada uno de los mundos, el miedo está implícito en cada bloque.
¿Cómo vivieron las funciones a sala repleta en el Stella? ¿Piensan seguir con Miedo?
El balance que hacemos es muy bueno realmente, tener un teatro lleno hoy en día en Montevideo es súper difícil. Nos sentimos muy bien, estamos contentos pero con ganas de seguir mejorando. En principio tenemos una función más el 9 de marzo en el Stella y la idea es poder seguir explotando este espectáculo en Montevideo y hacer alguna gira en el interior. El trabajo que nos costó hacer Miedo fue inmenso y estamos emocionados. Mucha gente nos había dicho que teníamos que trabajar juntos y por eso colocamos a Alzira y a la Nury, que son nuestros personajes más conocidos. Y la
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