Hablar de la tensión entre capital y trabajo para muchas personas tiene un tufillo anacrónico, “sesentista”, producto de quienes ven las cosas con un “sesgo ideológico”. Pero es exactamente al revés. Es producto de la “ideología” capitalista dominante que no vemos como las relaciones sociales cotidianas están determinadas por esa tensión entre capital y trabajo, tensión que en situaciones puntuales rompe los velos ideológicos y se deja ver con claridad. La obra teatral 7 minutos, que bajo dirección de Fernando Toja va en la Sala Atahualpa de El Galpón, es un ejemplo de una configuración particular del conflicto entre capital y trabajo en el siglo XXI. La obra se centra en el debate que mantienen once trabajadoras, representantes sindicales de una fábrica textil, sobre si aceptar o no una propuesta de los nuevos dueños de la fábrica. La historia original fue elaborada teatralmente por el dramaturgo italiano Stefano Massini en 2013 y fue llevada al cine por Michele Placido en 2016. El director de la adaptación cinematográfica ha comentado que Massini, quien también escribió el guion de la película, se inspiró en el filme de Sidney Lumet 12 hombres en pugna, donde doce hombres que integran un jurado deben decidir si un joven acusado es culpable o inocente de asesinato. Y si las pruebas hacen que casi todos piensen en la culpabilidad del acusado, uno de los hombres plantea una “duda razonable” que convence a parte de sus compañeros de jurado. Esa es la estructura con la que Massini también construye su Consejo de Fábrica, en este caso integrado por 11 mujeres en representación de doscientas obreras, que debe decidir si aceptar o no la propuesta de la nueva patronal. El director de la película termina afirmando “Me inspiré en un hecho que aconteció realmente en Francia hace unos años y es un tema realmente candente. Hay que volver a humanizar el trabajo porque no es justo ser esclavos de él”.
Más allá de cierta idealización implícita del trabajo alienado (es dudoso que el trabajo fabril sea trabajo “humanizado”) lo que adelanta Placido da pistas de lo que acontece en su película y en el espectáculo teatral. Hay un deterioro de la situación laboral, que en este caso se concreta en una propuesta de los nuevos dueños de la fábrica de reducir 7 minutos los quince minutos de descanso para almorzar. Ante la inestabilidad laboral que viven las trabajadoras, la propuesta es recibida en primer lugar como un alivio. No solo que no cierra la fábrica, sino que no despiden a nadie ni les rebajan el salario. Pero Blanca, una de las obreras (justo la que tuvo que negociar con la patronal) tiene dudas ¿Qué alcance real tiene esa propuesta? ¿Qué implican esos 7 minutos en producción que se apropia la empresa? ¿Y sí la propuesta siguiente es no tener ya descanso? Las dudas en principio son rechazadas agresivamente por la mayor parte de sus compañeras, pero lentamente el debate irá modificando algunas posturas, y la votación final no tendrá resultado claro.
La estructura de la película de Lumet es una referencia formalmente clara de la obra teatral, pero en el debate que mantienen las trabajadoras las referencias cinematográficas que se nos aparecen son otras. Películas como El empelo del tiempo o Recursos humanos de Laurent Cantet, o Dos días, una noche, de los hermanos Dardenne, también abordan conceptualmente algunas de las ideas que aparecen en 7 minutos. Y es que por un lado las trabajadoras, que solo tienen su capacidad de trabajar para subsistir, dependen de su trabajo, de estar en esa fábrica textil que pasa a manos de un capital global que va perdiendo rostro como objetivación de la explotación. Por eso son lógicos los argumentos de quienes, atemorizadas previamente por la posibilidad de perder el trabajo, relativizan lo que les pide la empresa. Los argumentos para negarse a la propuesta en principio son más bien intuitivos. Hay algo, dice Blanca, que no cierra. Ellas no pueden recibir la posibilidad de trabajar como un regalo de los dueños de la empresa, como un acto de buena voluntad. La empresa gana dinero con lo que las obreras producen, con su tiempo. Y ese tiempo que les quitan no es un favor tampoco, será más ganancias para el capital que se reproduce. Y peor aún, lo que hagan con ellas lo harán con otras trabajadoras en otras fábricas. El velo ideológico se levanta, y la tensión entre capital y trabajo queda expuesta.
Si es interesante la forma en que los argumentos van apareciendo en el transcurso del debate -lo que es un argumento en sí mismo a favor de la discusión y del intercambio que puede clarificar ideas y modificar posiciones- la obra no romantiza a las obreras. El debate está atravesado por señalamientos racistas hacia las migrantes, tensiones entre administrativas y obreras, desconfianzas generacionales y otras mezquindades. Y esas contradicciones se van enredando con la discusión central, que las envuelve en esa dinámica capitalista en la que parece no haber alternativas. There is no alternative era el eslogan con el que Margaret Thatcher justificó la etapa de desregulación neoliberal del capitalismo de la que estas obreras, décadas después, son víctimas. Pero sí hay alternativas, y eso es lo que surge del debate entre las trabajadoras. Pero no porque la obra de una respuesta. Es que la alternativa simplemente está allí, surge de ese debate si se está dispuesto a verla. Ese parece ser el centro del espectáculo, lo que se entrevé a partir del debate sobre qué hacer con el tiempo, ese tiempo sobre el que el capital avanza siempre insatisfecho.
El diseño escenográfico propone un espacio fabril reconocible, donde las trabajadoras debaten, y Fernando Toja hace un gran trabajo haciendo que los personajes transiten por ese espacio que los enreda en el discurso de que “no hay alternativa”. El elenco es sólido en la manifestación de las singularidades que ven de forma diversa la situación y desde esa diversidad aportan sus argumentos. Pero se destaca, por el rol que encarna, Anael Bazterrica interpretando a Blanca, el personaje clave para fisurar las certeza de que se vive la mejor situación posible.
7 minutos, Consejo de Fábrica. Texto: Stefano Massini. Dirección: Fernando Toja. Elenco: Anael Bazterrica, Alicia Alfonso, Marina Rodríguez, Gisella Marsiglio, Lila García, Anaclara Alexandrino, Lucil Cáceres, Cemila Durán. Lucía Rossini, Micaela Larroca y Constanza Ripoll.
Funciones: sábados 20:30, domingos 19:30. Sala Atahualpa de El Galpón.
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