Pepe y Luis

Estamos a diez días del evento más importante de una república.
La apatía parece haber ganado a una gran parte de la ciudadanía.
Y no es para menos, se promocionan hechos totalmente ridículos.
Entretenimiento con inteligencia artificial como si fuera periodismo.
Denunciar un plan de conspiración de un ignoto fascista español.
Decir piropos desubicados a su compañera de fórmula en un acto.
Victimizarse como objetivo de una campaña sucia de noticias falsas
Parece mentira, pero los dos tipos que están marcando la cancha
política con mayor altura y contenidos, no son candidatos a nada.
Te podrá gustar o no, lo que dicen Lacalle Pou y Mujica, pero en
sus diversas manifestaciones públicas apuntan a su visión del futuro
Ni que hablar de sus reiteradas posturas muy claras en contra del
plebiscito sobre la seguridad social que impulsa la central sindical.
Pero quizás lo más importante es sobre la necesidad de mirar por
encima de banderas partidarias para construir juntos un mejor país.
Por supuesto que no dejan pasar la oportunidad de dar algún palo.
Pero en un momento donde todo parece centrarse en las personas
y las tomografías de los candidatos están a la orden del día, como
elementos centrales de las campañas partidarias, hay que ver lejos.
Tenemos una democracia plena con muchos años de existencia.
Y como bien dice Adolfo Garcé tiene un piso de acero en la
permanencia de partidos políticos fuertes y con solida historia.
Las campañas mediocres con ataques personales no rinden.
Las personas pesan en la vida política, pero son circunstancias.
Sobran muchos ejemplos de todos los partidos que lo demuestran.
No olvidar: en Uruguay, los candidatos pasan y los partidos quedan.
Alfredo García