Perfume con olor a basura por Nicolás Martinelli

El próximo domingo son las elecciones departamentales. Montevideo está en crisis. Hace 35 años que nuestra capital está gobernada por la misma fuerza política que sin dudas presenta enormes síntomas de desgaste y ha demostrado ser incapaz de solucionar los problemas más básicos que nos aquejan a todos los montevideanos. Las promesas de solucionar la recolección de residuos, de mejorar la limpieza de nuestros barrios, de agilizar el transporte público se repiten cada cinco años, pero rápidamente esas promesas caen presas de una enorme burocracia que se devora todo recurso sin dejar margen para generar los cambios positivos que nuestra ciudad necesita.

Nos hemos acostumbrado, casi resignados a creer que Montevideo es lo que vemos todos los días al salir de casa; contenedores desbordados, veredas rotas, plazas y calles sucias, barrios oscuros y el abrazo de un perfume con olor a basura. Estoy convencido que otro Montevideo es posible. Se puede tener una ciudad limpia, con veredas sanas, con parques y plazas disfrutables, con un sistema trasporte público ágil, amigable para el turismo, atractiva para las inversiones y seductora para los emprendedores. Se puede tener una ciudad accesible para la cultura, abierta al deporte, cuidadosa de nuestro patrimonio histórico y solidaria con los más vulnerables.

Llegar a eso posible, pero requiere planificación, visión de futuro y una buena administración de los recursos económicos. Es cierto que la Intendencia esta en una muy mala situación económica, -casi fundida se podría decir- pero no hace falta crear nuevos impuestos ni aumentar los existentes para salir adelante. La clave esta en mejorar la gestión. Mejorando la gestión se pueden generar ahorros significativos para invertir en las cosas que sí importan.  

Y ¿cuáles son las cosas que importan? El primer paso debería ser un Montevideo limpio para que nuestras calles, playas, parques y plazas vuelvan a ser entornos agradables y saludables. Una ciudad limpia también tiene que ver con el cuidado de la salud y la higiene. Tiene que ver con nuestra cultura de respeto y cuidado por los espacios que compartimos porque una ciudad culta es una ciudad limpia.

Ordenar el tránsito debería ser otra prioridad. El tiempo no se recupera y todos los días miles de montevideanos pierden mucho de ese tiempo en las congestionadas y mal ordenadas calles de la capital. Todos sabemos que es muy poco lo que la Intendencia destina a inversiones y por eso la ciudad tiene enormes problemas por falta de obras viales. Se puede avanzar priorizando zonas para el transporte publico y otras para el transporte particular con un importante soporte en la tecnología.

Es triste ver como Montevideo se ha convertido en una ciudad de veredas rotas o simplemente en una ciudad de no veredas. Recuperarlas y construir nuevas en aquellos barrios de la capital donde no hay debería ser otra prioridad y la responsabilidad debería dejar de ser de los vecinos y pasar a ser exclusiva de la Intendencia.

Siempre he dicho que los gobiernos departamentales tienen mucho para aportar en materia de seguridad y convivencia y que es tiempo de que dejen de mirar para el costado. Controlar la Ley de Faltas; fiscalizar a los cuidacoches; fiscalizar vehículos en situaciones irregulares; tener un proactivo programa de podas y limpieza de basurales; calles iluminadas son apenas algunos ejemplos de todo en lo que la comuna puede contribuir.  

Montevideo necesita soluciones. No son mágicas, pero sí posibles. No es un tema de camisetas partidarias, es sentido común.

Para que Montevideo crezca necesitamos poner nuestra casa en orden. Para poner la casa en orden hay que cambiar y para cambiar Montevideo hay que cambiar la gestión. Y si el cambio no convence, el pueblo siempre puede volver a elegir.

Hoy Montevideo merece una oportunidad.

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