Por gracia de Dios (Grâce à Dieu), Francia 2018. Dirección y libreto: François Ozon. Con Melvil Poupaud, Denis Ménochet, Swann Arlaud, Eric Caravaca, François Marthouret, Bernard Verley, Josiane Balasko. Estreno: 28 de noviembre. Calificación: Buena.
En 2018 François Ozon encendió la mecha del escándalo con su película Por gracia de Dios. El director al principio pensó hacer un documental sobre los casos de pedofilia protagonizados por la iglesia católica en Francia durante los años 80 y 90. Sin embargo en 2015 decidió dirigir la mirada hacia las víctimas, cuando la asociación La Palabra Liberada comenzó a revelar testimonios de un grupo de personas de Lyon que habían sido víctimas de abusos por parte del sacerdote Bernard Preynat. Para enfocar entonces la situación que habían atravesado esas personas y sus familiares, Ozon decidió hacer un “registro de ficción basado en hechos reales”, como reza un cartel al inicio del film.
Para entonces el caso no sólo había tomado estado público y concitado gran indignación en Francia, sino que el padre Preynat y su superior, el cardenal Philippe Barbarin, se debatían en medio de una verdadera tempestad. Al conocerse las denuncias efectuadas por La Palabra Liberada, Preynat fue imputado (enero 2016) por acusaciones de 85 ex boy scouts que aseguraban haber sido abusados por él. Preynat no negó esas denuncias, pero añadió que durante todos esos años fue apoyado por sus superiores, que estaban al corriente de lo sucedido. Eso llevó a que el cardenal Barbarin fuera procesado por no haber denunciado el abuso sexual por parte de un sacerdote bajo su directa autoridad. Los hechos tomaron mayor mediaticidad porque se produjeron en pleno contexto de lucha del papa Francisco por restaurar la fe en la Iglesia, tras una serie de escándalos de abusos extendidos a lo largo y ancho del planeta. Sin ir más lejos, una semana después de la condena de Barbarin, el ex nº 3 del Vaticano, el cardenal australiano George Pell, era condenado a seis años de prisión en Melbourne por el reiterado abuso sexual de dos niños del coro. Hay que decir además que Barbarin es ultraconservador, gran opositor al matrimonio igualitario y se considera inocente de los cargos que se le imputan.
Los escándalos se reavivaron cuando Por gracia de Dios estuvo lista para ser estrenada, porque los sacerdotes involucrados son retratados aquí con nombre propio, mientras que las víctimas conservan su nombre de pila pero llevan apellidos ficticios. Este recurso no sólo preserva la intimidad de los agredidos en el pasado, sino que otorga al director la licencia de ingresar a la experiencia de las víctimas y recrear sus emociones con mayor libertad. Debido a eso, y pese a que Preynat reconoció desde el inicio ser culpable, su abogado presentó una solicitud que no apuntaba a prohibir la película, sino a aplazar su estreno hasta que los casos de su cliente y de Barbarin estuvieran cerrados.
Como siempre sucede en los enfrentamientos de victimarios todopoderosos y víctimas débiles, la Justicia intentó complacer a todas las partes. Por un lado, las investigaciones se cerraron sin cargos para el cardenal Barbarin, aunque fue condenado a seis meses de prisión en libertad condicional y apartado del cargo de su diócesis. Empero, no le fue retirado el estatus de arzobispo de Lyon. El padre Bernard Preynat por su parte fue declarado culpable de abuso sexual de menores y destituido del estado clerical. En la actualidad espera un juicio civil que podría llevarlo a prisión. Gracias a sus denuncias, La Palabra Liberada logró que la data de prescripción de los delitos por abuso de menores en Francia pase de 20 a 30 años. Por último, Ozon pudo estrenar su película en Francia en febrero de 2019, aunque días antes la había exhibido en el Festival de Berlín logrando el previsible escándalo y alzándose con el Oso de Plata del Jurado.
La película comienza con la historia de Alexandre Guérin (Melvil Poupaud), y eso es un gran acierto porque la hace arrancar desde una familia católica practicante. Esta primera trama, que servirá de hilo argumental para toda la película, nos sitúa en el planteamiento de Ozon. Como él mismo aseguró a los medios, “no quería hacer una película política, sino plantear preguntas”. Y cualquier persona se hará muchas tras ver el film, porque “no es en contra de la Iglesia, sino por la Iglesia”, como sentencia un personaje. La segunda historia se cuenta desde la perspectiva atea del personaje de Dénis Menochet, que aporta un tono más combativo. Por último, aunque el tercer protagonista (Swann Arlaud) llega algo tarde, lo hace con mucha fuerza, y es el personaje con más secuelas físicas y psicológicas de todos. Esos tres puntos de vista tan diferentes colman la trama de gran riqueza de perspectivas. En palabras de su director “se unen por un combate común, pero son muy diferentes, y esas diferencias posibilitan su asociación”.
Ozon plantea uno de sus films más comedidos en el plano técnico y decide intervenir lo mínimo posible. Adapta la fotografía a la historia, y en ella la protagonista es la palabra. Pero si Por gracia de Dios peca de algo es por el exceso en su uso. En muchas escenas los personajes caminan de un lado para otro mientras escuchamos en off el contenido de innumerables cartas. Como compensación a ese descuento la película brinda secuencias en las que guión, dirección y actuación consiguen una intensidad dramática inusual, como la tensa comida familiar de Menochet, los diversos encuentros con el padre Preynat (Bernard Verley) o el incómodo rezo, mano con mano, del Padrenuestro. Por gracia de Dios es arriesgada, pero está presentada con rigor y delicadeza. Merece que le prestemos toda nuestra atención.
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