Punto de fuga

Las salas de espera siempre le han resultado complicadas. No importa qué aguarde, cada vez, mientras permanece sentado en esos “no lugares”, experimenta una marcada sensación de incomodidad.

Pero, en este caso ocurrió algo diferente. Tuvo que ver con el sitio de los acontecimientos. Una casona antigua, con habitaciones de paredes forradas de madera y vidrieras en puertas y ventanas.

En lugar de quedarse con la mirada perdida en el vacío o distraerse con el celular, se puso a recorrer con la vista los vitrales que tenía ante sí. Uno en particular atrapó su atención.

De pronto, estaba navegando por ignotos mares, entre islas de playas de arenas áureas y exuberante vegetación; enfrentó abordajes filibusteros; tempestades, huracanes y la temible calma chicha; descubrió tesoros enterrados en la jungla y comerció con gentes que vestían coloridos atuendos y hablaban lenguas ininteligibles…

–¡Morales!   

El viaje terminó abruptamente. La voz imperativa que lo llamaba por su apellido lo devolvió a la realidad.

(Ubicación: Sarmiento 2626)