El sábado 15 de febrero comenzó la 50.ª legislatura, inaugurando un nuevo escenario político y de gobernabilidad en el país. La configuración actual del Parlamento introduce una nueva correlación de fuerzas, con una oposición más fragmentada y una coalición republicana cuya unidad de acción está por verse. En este contexto, es posible que en la oposición, la política sectorial cobre mayor protagonismo sobre la partidaria. Además, la falta de mayorías en la Cámara de Diputados puede otorgar un rol clave a Identidad Soberana como actor de peso en las negociaciones.
En términos de gobernabilidad, el oficialismo cuenta con mayoría en el Senado, pero requiere al menos dos votos adicionales en Diputados para aprobar proyectos de ley. En este sentido, la Cámara de Diputados se perfila como el epicentro de las negociaciones, especialmente en sus comisiones, donde se debaten y modifican las iniciativas legislativas. La literatura al respecto indica que en gobiernos sin mayoría propia, estas modificaciones aumentan, ya que se convierten en moneda de cambio para obtener los apoyos necesarios. Sin ir más lejos mi tesis de licenciatura aportó evidencia en ese mismo sentido tomando como objeto de estudio el caso de Uruguay.
La composición de las comisiones refleja el nuevo equilibrio político: cinco tendrán mayoría del Frente Amplio, otras cinco contarán con predominio de la coalición republicana (en caso de que esta mantenga cohesión), y cinco quedarán sin mayorías definidas. Este inédito escenario refuerza la relevancia del llamado al diálogo y la convivencia democrática realizado por el presidente de la Cámara de Diputados, Sebastián Valdomir, en su discurso de apertura.
En sus palabras, evocó figuras históricas de los partidos tradicionales como lo fueron Héctor Gutiérrez Ruiz (presidente de la legislatura que dio inicio en febrero de 1972) y Manuel Flores Mora , en un claro mensaje de búsqueda de consensos.
Hasta aquí estamos hablando de actores políticos que negocian orientados a políticas públicas, es decir, al contenido de los proyectos de una agenda que controlará el Presidente. De todos modos, no podemos perder de vista que también este escenario, en particular en Diputados, puede dar lugar a un tipo de comportamiento habitual en la negociación, que en la literatura se encuentra como pork barrel (asignaciones presupuestales como forma de pago de favores políticos) y junto al ello el infaltable y viejo clientelismo político. Esto sería más probable si la negociación de X proyecto se realiza de forma individualizada, mientras que dentro de una dinámica de negociación entre bancadas podría resultar más complejo. Aun así, es un factor que no se puede descartar, ya que forma parte de las estrategias políticas utilizadas en situaciones donde los apoyos deben ser persuadidos de manera particular, al estilo quid pro quo.
El desarrollo de esta legislatura, que presenta una alta renovación, estará marcado por estas tensiones y desafíos. Lo que resta por ver es cómo los actores políticos navegarán este nuevo contexto, y cuáles serán las estrategias que definirán el rumbo del Parlamento en los próximos años.


15.02.25- Apertura L Legislatura.