Rafael Motaniz: Un fino instinto compositivo por Alejandra Waltes
En tiempos en los que la inmediatez y la vertiginosa velocidad de las comunicaciones nos llevan a estar permanentemente bombardeados por un aluvión de información e imágenes, que muchas veces no alcanzamos a decodificar ni analizar a tiempo, el arte, en tanto interpretación de la realidad, nos ayuda no sólo a expandir nuestra capacidad intelectual, sino que también nos genera un goce visual y espiritual, tan necesario en nuestra mercantilizada y banalizada sociedad actual.
Rafael Motaniz es un artista uruguayo de destacada trayectoria tanto dentro como fuera de fronteras. La primera manifestación de su deseo de modificar el entorno fue cuando ingreso al Instituto de Enseñanza de la Construcción (I.E.C.). Su pasaje por ese centro de enseñanza también marcó una forma y un particular orden de trabajo, que se caracteriza por largas horas de investigación de colores y formas. Estudiándolas, el artista fue encontrando un lenguaje propio que le permitió comunicarse a nivel sensorial. En el año 2004 Rafael Motaniz comenzó a transitar un nuevo camino, al comenzar sus estudios en el Foto Club Uruguayo. Esto le permitió encontrar otra alternativa de investigación, que le brindó más elementos para descubrir la esencia de su búsqueda. Allí conoció a Luis Alonso y Pablo Bielli, con quienes cursó el Taller de Iluminación; punto de partida para nuevas búsquedas expresivas y profesionales. Pero fue en el laboratorio analógico, revelando fotografías, en dónde descubrió que, cuando el registro de la realidad pasa por el ojo y la sensibilidad del artista, ese registro puede ser modificado mostrando otra percepción del entorno. Después de un rápido pasaje por el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes para estudiar Artes Gráficas, se interesó en las nuevas tendencias en el área digital y comenzó a elaborar la serie “Deconstructos” que dio origen a una nueva línea de trabajo. Entre los años 2015 y 2017 formalizó sus conocimientos en programas gráficos, si bien ya contaba con una amplia experiencia producto de la experimentación, que lo había llevado en el 2012 como expositor hispanoamericano a la muestra itinerante “Travelling Souls” exponiendo en ocho centros de arte en los EEUU (2012 – 2014) y a partir del año 2013, a publicar en las revistas de arte españolas “The Black Book Photography” y “Letras de Parnaso”. En el 2014 le fue otorgada la declaración de interés cultural expedida por el Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay. Buscando romper con lo figurativo, representado por la fotografía, Rafael Motaniz comenzó a incursionar en la abstracción, en la cual lo único real es la visión del espectador condicionada por su propia realidad. El artista define su trabajo como Expresionismo Abstracto Digital. Originalmente los artistas pertenecientes al Expresionismo Abstracto definían sus obras como reflejos de sus psiques individuales y, al hacerlo, intentaban acceder a fuentes internas universales. Estas obras no obedecen a un estilo unitario: el movimiento está definido por su afirmación del individuo y del carácter expresivo del arte. Como el Informalismo, el Expresionismo Abstracto agrupa búsquedas personales en torno al signo gráfico (trazo o mancha) y en torno a la materia. Con la irrupción de los softwares gráficos, la espontaneidad y la improvisación son dos características que desaparecen, ya no es un arte urgente. La misma técnica en la que se conjugan fractales, fotografías y pintura digital, hace que sea un arte reflexivo. El cuadro se convierte así en un espacio para la reflexión íntima y para la emoción. El proceso de investigación, experiencia y técnicas se conjugan en la obra y es en esa síntesis en la cual el artista construye su propia impronta. A lo largo de las series vemos que Motaniz experimenta diferentes tipos de Abstraccionismo o Arte Abstracto cómo el Curvilíneo (caracterizado por las líneas curvas, que se entrelazan, trazan espirales u otras formas semicirculares, como los nudos o el triskele o triskelion), el Cromático Visual (que es cuando predomina el impacto visual a partir del color, de manera más o menos caótica u ordenada), y el Intuicional (sin patrones visibles o reconocibles, que interpela al espectador y le exige que se aproxime a la obra desde la intuición y lo sensible, no de la lógica). El arte del creador uruguayo Rafael Motaniz constituye un goce estético y pretexta, además, una rica introspección intelectual y sensorial.
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