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Resilio por Luis Nieto

Resilio por Luis Nieto
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Efraín Martínez Platero tenía 20 años al tener que pasar a la semiclandestinidad, en diciembre de 1966, cuando su hermano Leonel fue requerido por la Policía, tras una serie de tiroteos y hallazgos fortuitos en la zona balnearia de Canelones. Dos años más tarde, le tocó a Efraín pasar a la clandestinidad, con 22 años, abandonando sus estudios de veterinaria. A Leonel lo matan en Parque del Plata, en 1972. Efraín ocupa distintas responsabilidades en el MLN, fugándose dos veces de Punta Carretas. En octubre de 1972 abandona el país por decisión de la Dirección del MLN y contribuye a reorganizar la militancia que había quedado dispersa por distintos países. Una de sus tareas fue la creación de la Junta Coordinadora Revolucionaria, con el PRT-ERP de Argentina, el MIR de Chile y el ELN de Bolivia. Efraín, así como el resto de la Dirección en el exilio, consiguen un acuerdo con el gobierno cubano para entrenar a sus militantes en distintas especialidades, con armamento que ni el ejército uruguayo tenía, incluyendo pilotaje de aviones, conducción de tanques, desplazamiento submarino, uso y fabricación de explosivos, etcétera.

El MLN dedicó parte de los nuevos conocimientos al rentable secuestro de personas en Argentina, junto a los socios de la Junta Revolucionaria. A determinada altura de la preparación militar, y a la recaudación creciente, con la que ya se había instalado una fábrica de metralletas, Efraín solicitó reunirse con Fidel Castro. El gobierno cubano tenía buena disposición hacia el MLN, pero cuando Efraín intentó hacer una apología de la Junta Revolucionaria, el dirigente cubano se negó de forma rotunda a tener cualquier tipo de relación con el partido trotskista ERP, con el que el MLN ya había formado la Junta Revolucionaria, y estaba llevando acciones militares en Argentina, con entrenamiento cubano. El gobierno de Cuba estaba completamente comprometido con la línea política del Partido Comunista de la Unión Soviética y su gobierno.  En esas condiciones sale Efraín Martínez Platero de Cuba, a transmitir al MLN y al resto de la Junta que no se podría contar con la ayuda cubana, quedando el MLN en una situación extremadamente vulnerable.

En la interna del MLN se estaba produciendo una discusión, protagonizada por cuatro dirigentes de la Dirección, que desde principios de 1974 impulsaban el abandono de la lucha armada. Los militantes de este sector, conocido como el de “los Renunciantes”, lejos de encontrar apoyo entre las otras organizaciones revolucionarias fueron declarados traidores, bajo la hegemonía del PRT y su brazo armado Ejército Revolucionario del Pueblo.

Efraín llegó a la Argentina en medio de esa profunda crisis. El mensajero no había seguido el proceso de quienes habían quedado en Buenos Aires, sino, que, su papel había sido el de fortalecer la opción militar que se entrenaba en Cuba, y que, de haber existido una predisposición política a actuar, estaba en condiciones de generarle al ejército uruguayo un daño incalculable, y por reacción, al pueblo uruguayo. Militantes armados y entrenados en Cuba estaban en condiciones de entrar en Uruguay y en una noche hacer volar un cuartel. Mientras en el interior del MLN crecía la opción de los renunciantes, en Uruguay crecían las posibilidades de desatar un enfrentamiento de incalculables consecuencias.

Efraín se vio obligado a sobrevivir en pequeños trabajos, hasta instaló una máquina para fabricar escobas, que le ayudó a sobrevivir. Sin recursos de ningún tipo, con dos hijos chicos y una compañera embarazada, a punto de dar a luz, Efraín fue a Mar del Plata acompañado por su padre anciano, pero sereno y duro como una roca. Efraín fue a tocar el timbre en el edificio de su hermano pero un octavo sentido o algo así le dijo que no lo hiciera. Su familia lo esperaba cerca del edificio. Decidió alejarse de allí. Un vecino, que lo había visto en otra oportunidad, le advirtió que se habían llevado a su hermano y que arriba había una ratonera.

Volvieron a Buenos Aires. Su compañera rompió la bolsa y el líquido amniótico cayó sobre el camino de entrada de un policlínico del barrio de Ezeiza, donde sólo lo aceptaron por la emergencia, pero nada más nacido el bebé fue ron expulsados de allí.

Efraín caminaba adelante, sus dos hijos chicos colgando de sus manos; detrás, su padre, acompañando a la compañera de Efraín, que llevaba a la niña recién nacida en brazos. La desolación era absoluta, nada de plata en el bolsillo, ningún lugar donde buscar refugio. La peor solución era dirigirse directamente a una embajada. Confió una vez más en su olfato y se dirigió a la redacción del diario La Opinión donde pudo ponerse en contacto con Zelmar Michelini, que hizo los trámites frente a la embajada, siendo admitido como refugiado.

Martínez Platero, quedó solo, en medio de secuestros, intentos de asesinarlo, y una situación políitica que se le volvía adversa. Todo sería peor en mayo de 1976, con el asesinato de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz, Rosario Barredo y William Whitelaw. Para entonces, Michelini, el hombre que arriesgó siempre para dar una mano solidaria a los perseguidos, había conseguido que la embajada de Suecia diera protección a Efraín y su familia.

Efraín volvió al Uruguay como tantos otros exiliados, con una carrera universitaria que tuvo que reconstruir. Su padre, don Ricardo, dejó escrito en un pequeño papel en la heladera de la casa que compartían en Malmo, indicando que tras su muerte echaran sus cenizas al río Sil, en la provincia de León, España, así alguna parte de sus cenizas pasaba entre las piedras donde su padre nadaba, de niño.

Resilio viene del latín, significa: Volver atrás, rebotar. Adaptado a la sicología significa no ser afectado por las consecuencias de vivir un trance traumático. Resiliencia, por tanto, es la capacidad de sobreponerse, resistir, fortaleza ante la adversidad.

Tan desmedida fue la propuesta de quienes fundaron el MLN como los esfuerzos de los jóvenes, la inmensa mayoría estudiantes de la clase media, que intentaron cambiar la democracia imperfecta por un régimen incierto, que luego fracasaría en todos los países que se intentó implantar. Los padres de esos jóvenes los acompañaron y protegieron, mientras les fue posible, pero no tuvieron convicción ni fuerza para proteger la democracia que habían puesto en manos de sus hijos.

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