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Sabina Bello, jugadora y entrenadora de básquetbol   Queremos que se sigan sumando jugadoras  

Sabina Bello, jugadora y entrenadora de básquetbol     Queremos que se sigan sumando jugadoras   
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por Facundo Terra

 

Apenas finalizado un nuevo entrenamiento, la entrenadora de las pequeñas de Malvín y jugadora del primer equipo desde ya hace 11 años, reflexiona sobre el incesante crecimiento del básquet femenino. Integrante de la Comisión Directiva de la BUA (Basquetbolistas Uruguayos Asociados), donde tuvo que tomar la posta en su momento. Repasa su recorrido en el básquetbol, enlazado al trabajo y estudio, además de la reciente iniciativa del club en propulsar la profesionalización del plantel.

 ¿Por qué el básquetbol?

 Empecé en Durazno, en realidad de curiosa. De niña probé muchos deportes, me gustaba siempre andar en la vuelta. Estuve yendo a la pista de atletismo mucho tiempo, handball y el interior tiene eso de que se pone de moda un deporte y se llena de gurises. En ese momento, cuando probé básquetbol, la escuelita Municipal estaba llena de niños y de niñas, y me fue atrapando. De a poquito me empecé a quedar con el básquetbol.

Podría haber sido otro deporte…

Podría haber sido otro deporte, seguro. Cuando tenía 13 años, como había tantas niñas y se estaba consolidando un grupo, nos meten a competir en el torneo de Montevideo, lo que implicaba viajar todos los fines de semana. Ahí me terminé de definir, empezamos a entrenar de verdad y se armó un grupo re lindo. En simultáneo, me mudo a la vuelta del estadio en Durazno, metía mil horas por día.

¿Mezclada entre mujeres y hombres?

Allá se juega mixto, la escuelita Municipal es mixta. Cuando era mini hacíamos muchos viajes y encuentros, todo mixto. Cuando empezamos la competencia sí, era femenino, pero de todas formas nosotras seguimos entrenando con varones. Incluso con una compañera que nos daba el nivel jugábamos un campeonato que era masculino en ese momento.

¿Cuándo surge la chance de jugar en Montevideo?

En algún momento me iba a tener que venir a estudiar. Mi idea era estar todo lo que pueda allá y después venir a la facultad. Pero ese proyecto que estaba allá, se empezó a desmoronar, nosotras dejamos de competir y nos llaman de Welcome. Estuve todo el año viajando los fines de semana a jugar los partidos y después allá trataba de entrenar con varones, jugaba en la plaza, hacía lo que podía. Venía de repente en vacaciones, algún fin de semana largo y eso lo sostuve un año, después ya con 17 años terminé el liceo acá.

¿Y la posibilidad de entrenar cuando te enganchó?

Siempre tuve claro que quería hacer algo relacionado con la docencia, estaba muy segura. Pensé en ser maestra, algún profesorado y cuando me metí de lleno con el deporte elegí educación física, no tenía ninguna duda. A su vez en el club (Malvín) me incentivaron a estudiar para ser entrenadora. Me abrieron un espacio para empezar con las más chiquititas y me fui formando acá. Empezó a crecer el básquetbol femenino en todos lados y ese grupo que tuve en un momento, son las chiquilinas que están jugando hoy conmigo en Primera División.

En la mañana trabajas y después corres al club, ¿lo tienes bastante incorporado?

Si, es bastante cansador. Me encanta, pero trabajo en un club de niños que me consume toda la energía. Después ya vengo acá a entrenar y sigo de largo.

A entrenar en los dos papeles…

Como técnica primero y después entreno yo. La verdad que me gustan demasiado las tres cosas que hago y por eso no las he dejado. En algún momento seguro voy a tener que ir eligiendo, porque el trabajo del club de niños te consume.

Finales a cancha llena, luego por la pandemia terminaron el torneo en cancha abierta. ¿Cuál es la realidad del básquetbol femenino?

La realidad es que ha crecido impresionantemente. Lo de cancha abierta no lo tomaría como un paso para atrás. El contexto fue la pandemia, los clubes y las jugadoras decidimos que si se suspendía el torneo por la pandemia, jugaríamos ahí. Ni que hablar que hubiese estado mejor jugar en el Antel Arena. De hecho, después se logró que se televise todo para el cierre. Tuvo tanta repercusión que juguemos en cancha abierta que para la Copa de Oro, Copa de Plata y Copa de Bronce estaba la tele a disposición.

Hay muchas expectativas por comenzar.

Es la primera vez que se va a televisar un partido de la ronda regular. Nosotras sabíamos que a fin de año teníamos lo de la televisación en las finales, pero esto es algo totalmente nuevo. Estamos muy ansiosas y con tremendas ganas, sabemos que va a ser una Liga que se va a disfrutar un montón por todo el crecimiento que está teniendo. Los clubes están hablando de las extranjeras que van a traer. Defensor Sporting también se profesionalizó, va a estar tremendo.

¿Cómo fue la experiencia de México?

Llegué a México medio de casualidad, iba a ir otra jugadora y se lesionó, me cayó servido y tenía ganas de ir a vivir del básquetbol en cualquier lado. No lo dude. No había gran diferencia, la manera de entrenar la sufrí porque no entrenamos bien, todo muy tirado de los pelos. La competencia ni que hablar que era muy buena, pero porque en México hay tremendas jugadoras.

¿Y el paso por Argentina?

 En Argentina entrenábamos mejor. Estuvo bueno jugar tan seguido, se jugaba dos veces por semana, fue un montón de aprendizaje en cuanto a lo táctico, tener que adaptarme a un equipo nuevo y se trabaja mucho en el scouting. Tuve que aprender un bagaje de opciones tanto en defensa como en ataque que me sirvió muchísimo.

Hace poco tuviste la experiencia de defender a Uruguay y disputar en Austria un Preolímpico de 3×3, ¿cómo lo vivieron?

La verdad que fue de las mejores experiencias que me tocó, sino la mejor. Algo que nunca imaginé, siendo realistas, Uruguay no tiene chance de jugar un Preolímpico 5×5 hoy en día y mucho menos un Mundial o un Juego Olímpico. Encontrarse con las mejores jugadoras del mundo es el sueño que puede tener cualquier deportista. Además de que el torneo estaba bueno en sí, me pareció zarpado jugar contra Estados Unidos, defender a las que hoy son el oro olímpico.

No se pudo ganar ningún partido, pero se hizo un buen papel.

 Si, sorprendimos. Le hicimos partido a Francia que hoy son el bronce. El 3×3 tiene esa particularidad de que al ser tan corto y tan dinámico vos podes meter dos bombazos y emparejarte, se achican las diferencias.

¿Cómo llegaste a conformar la BUA?

 En realidad, me llamaron. El gremio de jugadores está hace años, pero prácticamente no funcionaba. A partir de situaciones difíciles que les tocaron vivir a los jugadores quisieron otra vez reflotar el gremio. Fue iniciativa de Mateo Sarni vincular de primera al básquetbol femenino. Como referente me llamaron a ver si me interesaba tomar la posta en ese sentido y lógicamente no lo dudé, me pareció genial. Primero que ellos tengan la iniciativa de vincular al femenino y después todo lo que nosotros tenemos para crecer si estamos trabajando en conjunto.

Tener un espacio y manifestarse tiene sus beneficios.

Es muy importante, queremos que se sigan sumando jugadoras. Ahora, por suerte estamos tratando de vincular a todas las capitanas. El gremio más allá de que recién empieza y hay cosas que van a llevar tiempo, casi todas y todos los jugadores son socios. Es un gremio que aspira a ser lo más representativo posible.

Más allá de las actividades intergremiales, hay una fuerte apuesta a lo social.

 Es una manera de devolverle al básquetbol todo lo que hemos vivido nosotros. El proyecto que tenemos con la BUA en torno a lo social es tratar de acercar el básquetbol a la mayor cantidad de lugares posibles. Intentamos hacer actividades como visitar escuelitas, conseguir pelotas, para el día del niño todas las jugadoras y jugadores compramos una pelota cada uno y las vamos a llevar a distintas escuelas.

La decisión del club de profesionalizar el básquet femenino es un punto de inflexión que trasciende lo deportivo.

Ni que hablar, esto acompaña un movimiento social. Nosotros sabíamos que esto en algún momento iba a pasar. Estoy convencida que hay muchas cosas para cambiar y situaciones injustas que no van a ser así toda la vida. Todo lo que está pasando a nivel social, la lucha de las mujeres de ir ocupando sus espacios, capaz hace 10 años hablabas de equidad y a nadie le interesaba.

Tres jugadoras pasan a ser profesionales, a su vez las chiquilinas de 18 a 23 años recibirán un viático y la quita de la cuota social.

La idea del proyecto es profesionalizar el plantel. Somos conscientes que tiene que haber sponsors, depende de eso, cuanto más apoyo vayamos consiguiendo, más se va a poder extender el presupuesto. Fue lo que hizo Nacional de Fútbol, le fue muy bien. Se empezó por nosotras tres que tenemos más experiencia, más años y más minutos en cancha, por lo menos en la última Liga. Cuando pasan a mayores dejan de pagar la cuota, que parece algo obvio, hasta hace un tiempo no lo era.

Es un logro genuino del básquetbol femenino.

Es un logro nuestro, más allá de que el club toda la vida nos apoyó, cuanto más lindo vaya siendo el espectáculo, más apoyo vamos a recibir. No tuvimos que esperar un incentivo económico para entrenar como profesionales.

¿Qué responsabilidad tiene la dirigencia?

 Desde el primer momento trataron de acompañarnos y apoyarnos. Somos conscientes que si no hay presupuesto, no hay una entrada económica acá, nadie tiene que darnos plata. Lo que hizo la dirigencia ahora fue de repente moverse más para conseguir sponsors, apostar más a nosotras, al plantel y por qué no invertir. Conscientes también de que va a crecer.

¿Qué significó en lo personal?

 Para nosotros fue un reconocimiento también, un orgullo. Tantos años haciéndolo por amor al arte y que un rato antes de retirarnos tengamos ese reconocimiento es tremenda felicidad. Tenemos mucho sentido de pertenencia con el club, entonces que sea Malvín el que dé este paso es algo nuestro y también ver a todas las gurisas que vienen atrás y pensar que ellas dentro de dos o tres años van a estar negociando un contrato es lo más lindo.

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