Hace medio siglo, en las paredes de Santiago de Chile se leía una extraña consigna: “Ya viene Yakarta”. Era una amenaza contra el gobierno de Salvador Allende. Anunciaba una matanza como la que había ocurrido en la lejana Yakarta unos años antes. Finalmente, el recordado 11 de setiembre de 1973 se produjo el golpe. Algunos recordamos las cámaras de canales uruguayos filmando los aviones mientras bombardeaban La Moneda. El resto es historia conocida, muy recordada en estos días.
Yakarta, para quien no lo recuerde, es la capital de Indonesia, que tal vez muchos asocien a las aventuras de Sandokan. El país comprende miles de islas, entre ellas Sumatra, Java y la mayor parte de Borneo. Se trata de uno de los más poblados del mundo y, dato curioso, el que tiene la mayor cantidad de musulmanes.
Yakarta fue fundada hace casi cinco siglos en la isla de Java. En su rico legado se destaca la influencia holandesa, visible en la arquitectura y los canales destinados a regular los flujos de agua. Con más de diez millones de habitantes y unos treinta millones en su área metropolitana, es una de las megaciudades del mundo. En su página oficial se presenta como de vibrante vida urbana, que respira diversidad y se ofrece como destino de clase mundial para el turismo, las compras y numerosos eventos internacionales.
Sin embargo, la ciudad está construida sobre un delta y afectada por inundaciones recurrentes. Estas provocan daños cada vez mayores en la zona costera y el hundimiento de parte de su infraestructura. Una causa es el aumento de los eventos extremos debidos al cambio climático. Pero también hay razones locales como el uso indiscriminado de aguas subterráneas y la tala de los manglares para urbanización. El ecosistema del manglar bordeaba el delta y servía de amortiguador de las mareas y eventos extremos. Ya sin esta protección, y debido al hundimiento de la zona costera, aumenta la virulencia de las inundaciones. Para mitigar los efectos, en agosto de este año se inauguró un gigantesco canal. Para proteger los barrios más expuestos de la costa, hace unos años se construyó un muro protector. Del lado de afuera quedó la mezquita Wal Adhuna, cuyo techo asoma entre las aguas que golpean el muro. Desde allí los niños saltan al agua y nadan hasta el edificio casi sumergido.
El ejemplo de Yakarta muestra la importancia de los ecosistemas costeros y del uso responsable del agua de las napas freáticas. La mejor defensa frente a los eventos climáticos extremos son dichos ecosistemas costeros. Construir en la zona inundable y destruir la vegetación costera trae daños irreversibles. Cualquier parecido con algo conocido, ¿será casual?
El hundimiento de la ciudad no se oculta. Por contrario, una agencia turística local ofrece un paseo por los barrios afectados para ver de primera mano los desafíos que deben enfrentar sus habitantes.
Las autoridades nacionales prevén mejorar los canales y ampliar el muro. Pero también decidieron mudar la capital del populoso país. Sería la primera capital que debe cambiar su locación debido a asuntos ambientales. Ya comenzaron las obras en una zona boscosa de la isla de Borneo, a unos mil kilometros. Allí se instalará la nueva capital, llamada Nusantara, cuya inauguración está prevista en agosto de 2045, el centenario de la independencia de Indonesia. En el idioma del lugar, Nusantara significa “la otra isla”.
Posdata no solo indonesia
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Indonesia se independizó de Holanda, bajo el liderazgo nacionalista y progresista de Sukarno. Una década después, este convocó, junto al líder indio Jawaharlal Nehru, a la Conferencia Afroasiática de Bandung, de la que no participaron EUA ni la URSS ni los respectivos aliados de ambos campos. La conferencia acordó diez puntos que incluían el compromiso de respeto a los derechos humanos, a la soberanía e integridad de las naciones, y reafirmaba la igualdad de todas las razas, la abstención a la interferencia en los asuntos internos y la voluntad de resolver pacíficamente las diferencias. En el espíritu de Bandung muchos identifican la afirmación de la idea del tercer mundo.
En 1965 se produjo el golpe de Estado del general Suharto, seguido por una masacre de más de un millón de personas. Nació lo que se llamaría el “método Yakarta”, al que aludían las pintadas en las paredes de Santiago. Medio siglo más tarde, tal vez los golpes de Estado no sean el único desafío de la agenda. A los problemas del mundo de ayer se incorporaron la destrucción de los ecosistemas, la escasez de agua, el aumento de eventos climáticos extremos. Y, por supuesto, los conflictos y migraciones que desencadenarán. Pero, a diferencia de la capital de Indonesia, no habrá posibilidades de esquivar los problemas mudándose a otro lado. Contrariamente a lo que algunos afirman, el mundo no es infinito. Ya no hay otra isla adonde ir.
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