Después de la muerte de Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), el 31 de diciembre de 2022, desde diferentes lugares del mundo se publicaron una gran diversidad de artículos, haciendo análisis críticos y fundamentados, sobre su vida, pensamiento y pontificado. Como le sucedió a lo largo de su vida, los mejores elogios vinieron de la intelectualidad atea y agnóstica, de pensadores alejados del chisme eclesiástico y de las caricaturas políticas, más interesados en conocer a un valioso pensador en sus propias fuentes.
Fue reconocido como uno de los grandes intelectuales de los últimos cien años, cuya originalidad para traducir los contenidos del cristianismo a un lenguaje más contemporáneo, su pasión por la búsqueda de la verdad, por el diálogo entre fe y razón, entre ciencia, filosofía y religión, su defensa de la racionalidad y de una laicidad positiva, le llevaron a profundos intercambios con filósofos contemporáneos ateos como Jürgen Habermas o Flores D´Arcais, sobre los grandes problemas de nuestro tiempo. Fue elogiado por intelectuales liberales como Mario Vargas Llosa, marxistas como el italiano Mario Tronti y por un “marxista libertario y ateo” como se autodenomina el británico Brendan O´Neill.
Peter Seewald lo describió como un incómodo teólogo inclasificable en los esquemas ideológicos de conservador o progresista.
1. El mito del giro conservador los marxistas ratzingerianos.
Fue el teólogo suizo Hans Küng quien creó la leyenda de Ratzinger como el “Gran inquisidor”, conservador, que “quería restaurar la Edad Media”. Leyenda repetida por Leonardo Boff y por un sinfín de comentaristas que no lo leyeron a él, sino a sus críticos. Fue Küng quien inventó que Ratzinger pasó de ser progresista a conservador después de 1968, cuando en todas sus entrevistas Ratzinger ha dejado clara su trayectoria intelectual, y que la tesis de un cambio es falsa (Al respecto recomiendo leer los capítulos 8 y 9 del libro-entrevista: “Benedicto XVI. Últimas conversaciones con Peter Seewald”, 2016). Su pensamiento libre y liberador, le atrajo ataques tanto de los sectores más conservadores como de los más liberales del catolicismo.
En 2012, intelectuales marxistas italianos publicaron un manifiesto sobre la “Nueva emergencia antropológica” y una carta abierta sobre Benedicto XVI, en la cual lo consideraron el mayor intelectual político de la actual situación europea y recomendaron que frente a los riesgos de la globalización era fundamental conocer su encíclica “Caritas in veritate” (2009). Así comienza el manifiesto (trad. nuestra): “La manipulación de la vida, proveniente de los desarrollos técnicos y de la violencia inherente a los procesos de globalización en ausencia de un nuevo orden internacional, nos enfrenta a una emergencia antropológica sin precedentes. Nos parece la manifestación más grave y a la vez la raíz más profunda de la crisis de la democracia”. Criticaron a la izquierda italiana y occidental por haber cedido ante las culturas libertarias individualistas, para las que no existe otro derecho que el derecho individual, sin ninguna referencia al bien común y a la justicia social, naturalizando el desprecio por la dignidad humana desde una visión utilitarista. Entre los firmantes se encontraban Giuseppe Vacca, presidente de la Fundación Instituto Gramsci, el jurista Pietro Barcellona (ex diputado del PCI), Mario Tronti (filósofo y politólogo) y Paolo Sorbi ex líder de “Lotta Continua”, entre otros.
Así, una parte de la intelectualidad marxista italiana ha reconocido en Benedicto XVI una voz profética y liberadora ante la hegemonía cultural individualista y pragmática.
2. El mito del encubridor y su cruzada contra la pederastia.
Los mismos comunistas italianos lo llamaron «el barrendero de Dios» por la purificación que hizo dentro de la Iglesia. Desde que era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, adoptó medidas para investigar y aclarar a fondo los casos de abusos, castigar a los culpables y atender a las víctimas. Como pontífice expulsó a cientos de sacerdotes y definió la base canónica para procesar a los obispos y cardenales que se nieguen a realizar o facilitar las investigaciones. La normativa actual se definió bajo su pontificado y fue el primer Papa en reunirse con las víctimas de abusos, en varias ocasiones y además exhortó con fuerza a los obispos a denunciar a la justicia civil cuando se tratase de delitos. A pesar de que se escribieron cientos de artículos en su contra y hasta una película que lo retrata como el encubridor y conservador (“Los dos Papas”), la verdad de su cruzada contra los abusos fue tan radical como calumniada. Con un estilo sobrio, humilde y dialogante, concentrado en lo esencial, transformó el Vaticano dando mayor apertura a los debates internos, simplificó burocracia y con su reforma silenciosa entregó la casa más limpia y ordenada de como la había encontrado.
3. ¿Intolerante? La coincidencia entre Žižek y Ratzinger.
Una de las mejores descripciones recientes de Ratzinger la hizo el filósofo chileno Carlos Peña, especialista en filosofía política y conocido como intelectual ateo en su país. Peña en su libro “Ideas de perfil” (2022), escribe un último capítulo titulado “Una rara coincidencia entre Ratzinger y Žižek”, refiriéndose a la demoledora crítica que ambos han hecho al relativismo.
Compara la homilía del 18 de abril del 2005 donde Ratzinger se refirió a la “dictadura del relativismo”: la concepción según la cual no hay vidas mejores o peores, no hay bien y mal, sino preferencias subjetivas, y donde nadie tiene derecho a decir que hay una respuesta más correcta o mejor que otra, imponiendo así un dogmatismo que pone todas las ideas al mismo nivel, de la mera opinión, y donde cualquiera que quiera cuestionar este supuesto, es tachado de fundamentalista y violento. Peña resalta el tono ilustrado de la homilía, llamando a una fe madura, adulta, crítica, ante el puro subjetivismo que reduce la realidad a la pura sensibilidad de espaldas a la razón.
El filósofo esloveno Slavoj Žižek cuestiona como pocos el relativismo cultural, que postula que cualquier forma de vida es válida y equivalente a cualquier otra, donde solo aparentan liberar a los seres humanos, con su tono de tolerancia y apertura, pero en realidad los individuos se encuentran, sin moderación alguna, a merced de sus deseos y caprichos, mientras el sistema continúa imperturbable. No se puede cuestionar, ni pensar, solo gozar. Para Žižek la tolerancia postmoderna y el relativismo sin límites cancela la culpa y la sustituye por la ansiedad.
La coincidencia entre Žižek y Ratzinger que destaca el filósofo chileno es que el relativismo con su retórica de libertad sin límites y tolerancia, lo que hace es anular la libertad, porque mantiene a todos en actitud infantil crónica, anulando la capacidad crítica y la dimensión social y política de la vida humana.
Pero el simple hecho de que Ratzinger haya insistido en que hay que respetar a todas las personas, pero no todas las ideas, de que no todas las opiniones tienen el mismo valor ni el mismo fundamento racional, que no todo da igual, le ha ganado -paradójicamente- los calificativos de “intolerante” y “fundamentalista”.
4. ¿Cruzada contra la Teología de la Liberación?
En 1984 la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida en ese entonces por el Cardenal Ratzinger, emitió una instrucción titulada: “Sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación”. Lo que el documento cuestionó no fue la teología de la liberación (que por cierto son muchas teologías y no una), ni su énfasis en la lucha contra las injusticias sociales, ni la opción preferencial por los pobres, sino “algunos aspectos” doctrinales, especialmente cualquier forma de reduccionismo de la fe cristiana a una ética sociopolítica o a realizar una reinterpretación global del cristianismo desde una perspectiva marxista, abandonando aspectos fundamentales de la fe.
El documento hizo observaciones sobre algunas incompatibilidades doctrinales de algunas teologías de la liberación con la fe católica, no una crítica global.
Si bien es cierto que muchos teólogos de la liberación sufrieron las calumnias de sus obispos, la indiferencia y el temor de cardenales en situaciones dramáticas que solo podían comprenderse desde el contexto latinoamericano, las leyendas sobre Ratzinger son injustas e infundadas.
Mientras en Europa del Este la Iglesia se enfrentaba con un movimiento de resistencia a la dictadura comunista, en América Latina la situación era muy distinta con las dictaduras militares. No hay que olvidar que entre 1968 y 1979 más de 1500 sacerdotes, religiosas y teólogos cristianos fueron encarcelados, torturados y asesinados en países latinoamericanos, etiquetados como «comunistas» por defender los derechos humanos y denunciar las injusticias sociales.
Mons. Romero el arzobispo de San Salvador fue asesinado a tiros mientras celebraba la misa el 24 de marzo de 1980, por denunciar las violaciones a los derechos humanos y por atreverse a leer públicamente los nombres de personas desaparecidas y asesinadas. Es comprensible que, en ese contexto, cualquier corrección doctrinal de Ratzinger a los teólogos fuera percibida política e ideológicamente como un freno a la opción por los pobres, pero algunos teólogos y periodistas amplificaron el prejuicio sin tener en cuenta el contexto de la instrucción sobre la teología de la liberación, cuyo título «Algunos aspectos» deja en claro que no es una crítica en bloque.
Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación, con una obra sólida teológicamente y con una gran profundidad espiritual, fue valorada y elogiada por Ratzinger. Si bien Gutiérrez fue criticado y calumniado por algunos obispos y cardenales, el proceso de su obra ha sido revalorizado y recomendado por los papas, tanto por Benedicto como por Francisco.
La opción preferencial por los pobres, sello de las teologías de la liberación, es proclamada por Benedicto XVI en el discurso inaugural de la Conferencia latinoamericana de obispos en Aparecida (2007), como aspecto fundamental de la fe cristiana. Y en una carta a Angela Merkel le propuso que la unión europea se empeñe en eliminar la pobreza extrema antes de 2015, y lo definió como uno de los objetivos más importantes de nuestro tiempo. Y como tarea inmediata exhortó a hacer todo lo posible para proveer a una rápida cancelación completa e incondicional de la deuda externa a los países más pobres.
5. ¿Simpatía por el nazismo? ¿Juventudes hitlerianas?
No merece el tema mucho desarrollo. Él y su familia eran contrarios a Hitler, pero lo fundamental para entender el caso es que queriendo ser sacerdote, con las necesidades que pasaban, el único modo de que los seminaristas pudieran acceder a servicios básicos, como sucede en muchas dictaduras, es afiliarse al partido. Es cierto que fue anotado en las juventudes hitlerianas como sus compañeros de seminario que solo querían sobrevivir, pero no comulgaban con el partido. Solo leyendo su testimonio personal como adolescente bajo el nacionalsocialismo se puede entender su filosofía contra toda forma de totalitarismo y de sacralización del Estado, así como las relaciones solidarias que construyó con amigos protestantes y judíos que padecieron y sobrevivieron a los horrores del nazismo.
6. ¿Cerrado al diálogo con otras iglesias y religiones?
Aunque sus encuentros y acuerdos con líderes religiosos, así como los cambios normativos que logró para eliminar barreras con otras comunidades cristianas son muchos, considero de importancia destacar algunos hechos poco conocidos:
Es el segundo pontífice que habla en una mezquita y el primero en participar en una celebración litúrgica protestante y fue el primero en visitar los lugares donde Lutero desarrolló su actividad. Por primera vez también nombró a un protestante como presidente de la Academia de las Ciencias y a un musulmán como profesor de la Universidad Gregoriana. Israel Singer, secretario general del Congreso Mundial Judío (2007), señaló que “sin Ratzinger no habría sido posible el decisivo e histórico giro de la Iglesia católica en su relación con el judaísmo, que puso definitivamente fin a una actitud que duraba ya dos milenios”. Era desde joven alguien experimentado en el diálogo ecuménico, y con un profundo interés en la revalorización de las raíces judías del cristianismo, así como en el diálogo interreligioso.
Para confirmar lo que aquí he tratado de resumir, alcanzaría con dedicar un buen tiempo a leer alguno de sus libros, su autobiografía, sus conferencias, entrevistas y discursos.
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