La sede de Cambadu se llenó de gente el sábado de
mañana y las banderas partidarias cundían en el Prado.
Parafraseando a la popular canción de los Olimareños
se vio que: “De todas partes vienen convencionales”
Los delegados eran quinientos, pero hubo mucho más
gente por la expectativa que generaba, por un lado, la
competencia y por otro la presencia de Luis Lacalle Pou.
La jornada comenzó con el Himno Nacional y con la
Marcha de tres árboles como siempre en la liturgia blanca.
Se realizó un homenaje a Macarena Rubio, la presidente
saliente del Directorio, que hizo su discurso de despedida.
Después, a mi criterio, erraron en el orden de los discursos.
Es como si en un recital de rock cante Paul McCartney o
los Rolling Stones y luego suban al estrado los teloneros.
El discurso de Luis marcó bien claro la cancha, los demás
no lograron cambiar un voto y pasaron sin pena ni gloria.
Los tambores de guerra que sonaron fuerte previamente,
gracias a la manija de los medios y varios politólogos,
faltaron con aviso, hubo sí alguna vuvuzela y algunos
fuegos artificiales que trajo de Florida la barra del Pájaro.
Tres o cuatro horas pasaron entre votación y escrutinio y el
ambiente entre las huestes nacionalistas fue distendido.
Los cuatro candidatos y las cinco listas tenían bastante
claro el apoyo que obtendrían, no olvidemos que era voto
cantado, porque los convencionales debían firmar su voto.
Lacalle Pou se quedó toda la tarde y se le vió disfrutar lo
que más le gusta, hablar con gente y por supuesto “selfies”.
Cuando se reveló el resultado electoral, alguno se fue
caliente y se escuchó algún abucheo, pocos para ser
honestos, y solo vimos a los “blancos siendo blancos”
Si esperaban guerra fratricida, la montaña parió un ratón.
Yo me vine con la impresión de ver a dos gurises peleando
por ver quién se queda con el juguete más grande,
mientras el dueño de la juguetería, mira el país, para abrir
sucursales y así poder captar otras muchedumbres
Alfredo García







